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Mons. Orlando Romero: «La fuerza decisiva que posee el cristianismo para comunicar la buena Noticia (…) son los testigos”

By 28/03/2013abril 5th, 2013No Comments

En su reflexión para la Pascua 2013, el Obispo emérito de Canelones, Mons. Orlando Romero, invita a los católicos a anunciar la buena Noticia de Jesús con el testimonio. “La fuerza decisiva que posee el cristianismo para comunicar la buena Noticia que se encierra en Jesús,  son los testigos. Son los que pueden hablar en primera persona. San Pablo lo decía a su manera: ‘Ya no vivo yo. Es Cristo quien vive en mí”, subraya Mons. Romero.

“Quien ha experimentado a Jesús lleno de vida siente necesidad de contarlo a otros. Contagia lo que vive. No se queda mudo. Se convierte en testigo”, sostiene el Obispo emérito de Canelones y fundamenta su afirmación alegando que “¿acaso el impacto que hemos vivido en los primeros meses de este año con motivo de la renuncia del Papa Benedicto XVI o la elección de su sucesor el Papa Francisco no ha respondido a la trasparencia de la humildad, libertad y actitud de servicio gratuito de Benedicto como a la no menos humildad, sencillez y cercanía espontánea de Francisco?”. «Una vez más, ¿no será porque ´las palabras convencen, los testimonios arrastran?´», cuestiona.

El Obispo emérito de Canelones señala, asimismo, que “el testigo comunica su propia experiencia. Va más allá de las afirmaciones teóricas, por más verdaderas que sean, no solo afirma que la salvación del hombre está en Cristo;  él mismo se siente sostenido, fortalecido y salvado por él. En Jesús vive ‘algo’ que es decisivo en su vida, algo inconfundible, que no es una ilusión ni una idea vaga y etérea sino algo real que está transformando poco a poco su manera de ser, de sentir de ver, de relacionarse; es una experiencia concreta que motiva e impulsa su vida. El testigo comunica lo que vive”.

 

MENSAJE PASCUAL

Mons.Orlando Romero

Obispo E. de Canelones

Queridos hermanos y hermanas:

Quiero compartir con ustedes la alegría pascual. Celebramos el acontecimiento central de nuestra Fe: Cristo ha resucitado de una vez para siempre. Es la razón de nuestra alegría y de nuestra esperanza. Encontrarse con el Resucitado es una experiencia que no se puede callar. Quien ha experimentado a Jesús lleno de vida siente necesidad de contarlo a otros. Contagia lo que vive. No se queda mudo. Se convierte en testigo.

María Magdalena, la primer testigo, corre hacia los discípulos y les dijo: “He visto al Señor”. Los once apóstoles escuchan invariablemente la misma llamada: “Ustedes son testigos de estas cosas”; “como el Padre me envió, así los envío yo”, “proclamen la Buena Noticia a toda la creación”.

Pablo VI señalaba  que el hombre contemporáneo escucha con más gusto a los testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros es por que son testigos.

“Queremos ver a Jesús” es la petición, hecha al apóstol Felipe por algunos griegos que habían acudido a Jerusalén para la peregrinación pascual. De la misma manera, hombres y mujeres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, nos piden hoy a los creyentes no sólo “hablar” de Cristo, sino en cierto modo hacérselo “ver”, nos lo decía Juan Pablo II.

¿Acaso el impacto que hemos vivido en los primeros meses de este año con motivo de la renuncia del Papa Benedicto XVI o la elección de su sucesor el Papa Francisco no ha respondido a la trasparencia de la humildad, libertad y actitud de servicio gratuito de Benedicto como a la no menos humildad, sencillez y cercanía espontánea de Francisco? Una vez más, ¿no será porque “las palabras convencen, los testimonios arrastran”?

La fuerza decisiva que posee el cristianismo para comunicar la buena Noticia que se encierra en Jesús,  son los testigos. Son los que pueden hablar en primera persona. San Pablo lo decía a su manera: “Ya no vivo yo. Es Cristo quien vive en mí”.

El testigo comunica su propia experiencia. Va más allá de las afirmaciones teóricas, por más verdaderas que sean, no solo afirma que la salvación del hombre está en Cristo;  él mismo se siente sostenido, fortalecido y salvado por él. En Jesús vive “algo” que es decisivo en su vida, algo inconfundible, que no es una ilusión ni una idea vaga y etérea sino algo real que está transformando poco a poco su manera de ser, de sentir de ver, de relacionarse; es una experiencia concreta que motiva e impulsa su vida. El testigo comunica lo que vive. Los discípulos de Emaús al reconocer a Jesús en la escucha de su Palabra y en el partir del Pan, renace en sus corazones el ardor, desaparecen los miedos, regresan a Jerusalén y “contaron lo que les sucedió en el camino y cómo habían reconocido a Jesús”.

Queridos hermanos y hermanas, queridos catequistas incontables compañeros de camino en el Anuncio dela Buena Nueva“gustemos y contemplemos la bondad del Señor Resucitado”. ¡Muy felices pascuas de Resurrección!

+Orlando

Canelones, 31 de marzo de 2013