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Mons. Galimberti reflexiona sobre los uruguayos y su actitud «ambigua» hacia el trabajo

By 29/08/2016agosto 31st, 2016No Comments

galimbertipablo

«La relación del uruguayo con el trabajo es ambigua. El desocupado lo busca con ansiedad. Pero cuando lo consigue se contagia de las mañas que hacen perder la alegría de trabajar», señala el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti en su columna semanal del Diario ¨Cambio¨.

El Obispo alude a ciertas prácticas de algunos trabajadores como las licencias por enfermedad «truchas» o al llamado «ausentismo presencial» y destaca que «esta ética del trabajo parece ser una materia mal aprendida u olvidada. O el ambiente alimentado por una cultura mediocre la contagia como un virus».

En la otra vereda, está la situación de tantos trabajadores superados por el estrés como los trabajadores de la salud. «Quizás un salario aceptable permitiría dejar un empleo, abriendo la puerta a otros que se inician. El descanso dominical no es el día para llenarse de actividades extras. Sirve también para agradecer a Dios por todo lo que nos permite hacer. Juntos o con otros», manifiesta.

Trabajar 

Fatiga y disfrute

Mons. Pablo Galimberti

La relación del uruguayo con el trabajo es ambigua. El desocupado lo busca con ansiedad. Pero cuando lo consigue se contagia de las mañas que hacen perder la alegría de trabajar. Pone cara fruncida: ¡mañana me toca laburar! ¿Cómo añadir alegría a la fatiga de trabajar?

En algunas familias hay preocupación porque escasea el trabajo. Y con él tambalean otras cosas, como las ilusiones de un joven que sueña con ir a estudiar a la capital. O un viaje se congela porque hay necesidades básicas que están primero.

Junto a esto aparece también en los uruguayos la otra cara del trabajo: la pesada carga del doble empleo y el ausentismo por causas no siempre transparentes.

Hasta el ministerio de turismo cometió un desliz apoyando una campaña “¡Meté un sanguchito!”. Invitando a tomarse este viernes como prolongación de la fiesta patria de ayer, 25 de agosto.

El lector recordará la investigación judicial a un médico por licencias por enfermedad “truchas”. A partir de ahí el Banco de Previsión Social reforzó las inspecciones a domicilio para controlar la veracidad.

Uno de los funcionarios del organismo dijo que se trata de un asunto cultural. Las “avivadas”, “meter una certificación para no ir a laburar”. “Yo lo que digo es que no es de vivo; es injusto que si una tarea la tienen que hacer entre cuatro la terminen haciendo entre tres. Porque si la persona está enferma, todo bien; pero si está sana, está perjudicando a sus compañeros”.

Esta ética del trabajo parece ser una materia mal aprendida u olvidada. O el ambiente alimentado por una cultura mediocre la contagia como un virus. Si es asunto cultural significa que se aprende en la casa, en el barrio o club. Y el ministerio lo oficializa. ¿Estará tan mal? Para los que modelan la ética propia según las mayorías, la justificación está a la mano: “Si vas a laburar sós un gil.”

Alguien les avisó del gazapo y lo bajaron de inmediato. Pero quedó flotando la propuesta. Y si no es esta será la próxima. O bien, quien vaya a trabajar hará lo mínimo. Lo llaman ausentismo presencial. Estoy pero hoy ese trámite no se puede cumplir. Porque “se cayó el sistema” o el que debía repararlo avisó que viene el lunes.

Hay personas que viven especialmente estresadas en el sector de la salud. Allí tienen un sistema de 4 – 1 (cuatro días de trabajo y uno libre) que se usa en enfermería, porque si los libres no coinciden entre las distintas instituciones es posible que el trabajador-a esté meses, si no años, sin un día de descanso. “Deberían trabajar ocho horas por día, tener dos días libres y ganar lo mismo que ganan ahora corriendo de un trabajo al otro” expresó uno que ya está jubilado.

Quizás un salario aceptable permitiría dejar un empleo, abriendo la puerta a otros que se inician. El descanso dominical no es el día para llenarse de actividades extras. Sirve también para agradecer a Dios por todo lo que nos permite hacer. Juntos o con otros.

Por último, qué lindo es disfrutar el trabajo bien hecho. Una maestra porque sus alumnos descubrieron algo nuevo. El pintor sonríe porque dejó un hogar más habitable. La cocinera disfruta viendo saborear la comida. A mí me da gusto ver al placero que cuida con esmero la plaza Artigas.

Dios creó y vio que todo era bueno. Una sonrisa nuestra es como la firma a un trabajo nuestro o ajeno bien terminado.

Columna publicada en el Diario ¨Cambio» del viernes 26 de agosto de 2016