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Mons. Galimberti defiende a políticos evangélicos e insta a apreciar el aporte de la religión

By 16/10/2015noviembre 27th, 2015No Comments

Galimberti

El Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, instó a los defensores a ultranza de la laicidad a mirar no sólo la Constitución y a “apreciar el aporte de las corrientes migratorias y religiosas en la vida cotidiana” al tiempo que destaca que “el humanismo inspirado en el Evangelio está lejos de oponerse a los ideales de justicia y solidaridad”.

En su columna semanal publicada en el Diario ºCambioº el Obispo se refirió a la explicìtación por parte de políticos evangélicos de su compromiso a respetar la constitución y las leyes “siempre y cuando no contradigan la palabra de Dios” y al rechazo expresado por parte de “los defensores a ultranza de la laicidad (…) exigiendo rectificación o desafuero”.

Mons. Galimberti admite que “la preocupación de los defensores de la laicidad puede ser legítima” pero “desde una visión abstracta del país”. “Si en lugar de una constitución observamos las oleadas de inmigrantes, corrientes ideológicas y religiosas que desembarcaron en nuestro puerto, veremos que todas conviven y enriquecen la matriz cultural”, precisa.

“Más que de los políticos evangélicos me preocuparía de las iglesias que ofrecen ‘milagros’. O de la invasión cibernética que adormece silenciosamente, o de las familias que se arman y desarman vertiginosamente, dejando hijos a la deriva. Y apoyaría a las iglesias que trabajan en la rehabilitación de jóvenes adictos, desplazados por una sociedad que normaliza la marihuana”, plantea el Obispo de Salto.

“¿Importa mucho si cuando un diputado levanta la mano para defender la vida oponiéndose a la ley de interrupción voluntaria del aborto, lo hace en nombre de la Biblia, como médico vinculado al juramento de Hipócrates, como científico consciente que hay vida humana o porque la conciencia le dice que es un asesinato? La libertad de conciencia, de pensamiento y la libertad religiosa, son un rico patrimonio, para que ningún ciudadano se sienta domesticado por ideologías abstractas. ¡Con libertad ni ofendo ni temo!”, concluye Mons. Galimberti.

Evangélicos en política

¿Laicidad en peligro?

Mons. Pablo Galimberti

Un grupo de políticos evangélicos (diputados, ediles, titulares y suplentes) se presentaron en público, decididos a marcar presencia en el ámbito de las responsabilidades políticas que el pueblo soberano les ha confiado.

Su comprometen a respetar la constitución y las leyes “siempre y cuando no contradigan la palabra de Dios”. Los dictados de su conciencia pautados por la Palabra de Dios, estarán por encima de cualquier otra lealtad.

La noticia tuvo repercusiones. Los defensores a ultranza de la laicidad expresaron su rechazo, exigiendo rectificación o desafuero.

Estas voces de alerta afirman estar “imbuidas de los ideales republicanos que nos vienen desde nuestra historia”. Entienden que existiría una subordinación a la ley religiosa en detrimento de nuestro sistema legal, de los cuales ellos deben ser garantes.

Es una piedra en el zapato de los laicistas rígidos. En nuestro país no resulta siempre fácil profesar públicamente una fe religiosa cuando se ejercen responsabilidades públicas.

Quien mira al Padre de la patria, José Gervasio Artigas, no puede ignorar a curas y frailes en su cercanía. Por ejemplo, los hermanos Miguel y Manuel Barreiro. Uno, secretario privado del prócer; otro expulsado de Montevideo por apoyar la revolución artiguista, que se destacó como constituyente de la Asamblea de 1830 y asumió la defensa a favor de los niños negros hijos de esclavos, que nacerían libres por las nuevas disposiciones legales y que podrían quedar desprotegidos si no se legislaba al respecto.

“Los curas de los pueblos son los que más parte han tomado en esta revolución”, escribió un integrante de la administración española a sus superiores.

Esta comprobación vale mucho, -afirma Mario Cayota- al observar que la inmensa mayoría de las  personalidades afines al liberalismo, fueron hostiles al Prócer e incluso muchos de ellas lo combatieron. Tampoco las logias que tanta incidencia tuvieron en la emancipación de América, y que en especial en la  Argentina jugaron tan importante papel, fueron afines al artiguismo. Por el contrario, lo combatieron enconadamente.

Por lo tanto, el humanismo inspirado en el Evangelio está lejos de oponerse a los ideales de justicia y solidaridad.

La preocupación de los defensores de la laicidad puede ser legítima, pero desde una visión abstracta del país. Si en lugar de una constitución observamos las oleadas de inmigrantes, corrientes ideológicas y religiosas que desembarcaron en nuestro puerto, veremos que todas conviven y enriquecen la matriz cultural.

Un ejemplo son los fundadores de Colonia Valdense. Su nombre recuerda al líder religioso Pedro Valdo. Han enriquecido al país con la agricultura, lechería y la semilla cristiana, que nunca se restringe al templo una hora por semana. Otro ejemplo son los Menonitas.

En el campo católico sobresalen los Salesianos, preparando jóvenes en la cultura del trabajo, según el lema “honrados ciudadanos y buenos cristianos”.

En lugar de mirar sólo la Constitución, apreciemos el aporte de las corrientes migratorias y religiosas en la vida cotidiana. Más que de los políticos evangélicos me preocuparía de las iglesias que ofrecen “milagros”. O de la invasión cibernética que adormece silenciosamente, o de las familias que se arman y desarman vertiginosamente, dejando hijos a la deriva. Y apoyaría a las iglesias que trabajan en la rehabilitación de jóvenes adictos, desplazados por una sociedad que normaliza la marihuana.

¿Importa mucho si cuando un diputado levanta la mano para defender la vida oponiéndose a la ley de interrupción voluntaria del aborto, lo hace en nombre de la Biblia, como médico vinculado al juramento de Hipócrates, como científico consciente que hay vida humana o porque la conciencia le dice que es un asesinato?

La libertad de conciencia, de pensamiento y la libertad religiosa, son un rico patrimonio, para que ningún ciudadano se sienta domesticado por ideologías abstractas. ¡Con libertad ni ofendo ni temo!

Columna publicada en el Diario !Cambio! del viernes 16 de octubre de 2015