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«Convivir en la diversidad»: la laicidad según Mons. Pablo Galimberti

By 24/06/2016No Comments

 

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“Laicidad no es ignorancia religiosa por decreto. Es un modo de pautar la convivencia en una sociedad libre, abierta y respetuosa, sin ignorar tradiciones o diferencias, del color que sean”, precisa el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, en su columna semanal publicada en el Diario «Cambio«. En tiempos en que la laicidad vuelve a ser motivo de debate, el Obispo admite que en la materia “queda mucho por hacer” aunque  reconoce que “hemos avanzado en nuestro país”.

Mons. Galimberti puntualiza que la “laicidad no es silencio sino igualdad de oportunidades para exponer con serenidad la historia y claves de cada religión” y aventura que “quizás un día no muy lejano pueda ser una ayuda más que un obstáculo en la búsqueda de caminos para educar a nuestros jóvenes”. “Pero para esto habrá que preparar docentes que acepten este desafío”, acota.

Refiriéndose a los avances constatados en torno a una concepción positiva de la laicidad, el Obispo alude a un hecho “importante” ocurrido durante la visita del Papa Juan Pablo II a nuestro país, en 1988. “Si una imagen dice más que mil palabras, esa fue la de un grupo de escolares de la Escuela pública, laica, gratuita y obligatoria, ubicados en la casa de gobierno (actual sede de ASSE) con banderas uruguayas saludando al Papa que presentaba sus saludos al presidente Sanguinetti”, evoca. “La espontaneidad del gesto parecía dejar atrás viejas polémicas y mostraba una espíritu capaz de reconocernos hijos de una misma patria a pesar de no profesar una misma fe religiosa”, enfatiza.

En su columna, el Obispo trae a colación  el ejemplo de cómo en Francia se ha evolucionado respecto a la enseñanza del hecho religioso en la escuela laica. Mons. Galimberti recuerda que “en diciembre del 2001 el ministro de educación Jack Lang escribió a Régis Debray una carta refiriéndose a un libro `Dios, un itinerario´ en el que este intelectual planteaba la cuestión sobre la conveniencia de la enseñanza de las religiones en la escuela laica´”. El ministro, persuadido por el planteo del escritor, expresa la necesidad de «reexaminar» el lugar reservado a la enseñanza del hecho religioso, «en un encuadre laico y republicano», y le solicita que le haga llegar propuestas concretas.

El Obispo de Salto narra, asimismo, que en una semana santa llevó a una tertulia de El Espectador que abordaba el tema de la laicidad  un libro que  “le encantò” a Carlos Maggi: “La enseñanza del hecho religioso en la escuela laica”. 

En el prefacio el ministro Lang afirma que “una escuela auténtica y serenamente laica debe dar a cada alumno acceso a la comprensión del mundo. Así, la evocación de las religiones, en cuanto hechos de civilización, ha sido siempre posible en la escuela de la República. Contrariamente a un prejuicio tenaz, nuestros programas lo atestiguan desde hace tiempo”.

Convivir en la diversidad

Laicidad no es ignorancia religiosa por decreto. Es un modo de pautar la convivencia en una sociedad libre, abierta y respetuosa, sin ignorar tradiciones o diferencias, del color que sean.

Se suele hablar en tono polémico. O para plantear si se puede ofrecer Biblias a los militares que parten en misiones de paz. Algunos de ellos hablan del beneficio que recibieron al encontrarse con militares de otros países acompañados de sus capellanes.

El tenebroso balance de la segunda guerra mundial, vivido en carne propia por Sartre, que estuvo prisionero, lo llevó a pensar que el ser humano es “una pasión inútil”. Pero otros, que padecieron similares experiencias en campos de concentración, como Viktor Frankl, llegaron a conclusiones diferentes. “Todo lo que a uno le acontece debe tener algún fin último. Pero esto no se puede conocer, solo se puede creer en él”. Para Frankl la experiencia de Dios era la experiencia fundante, fuente de sentido del propio ser humano.

Queda mucho por hacer, aunque hemos avanzado en nuestro país. Algo importante ocurrió en ocasión de la visita del Papa Juan Pablo II a nuestro país en 1988. Si una imagen dice más que mil palabras, esa fue la de un grupo de escolares de la Escuela pública, laica, gratuita y obligatoria, ubicados en la casa de gobierno (actual sede de ASSE) con banderas uruguayas saludando al Papa que presentaba sus saludos al presidente Sanguinetti.

La espontaneidad del gesto parecía dejar atrás viejas polémicas y mostraba una espíritu capaz de reconocernos hijos de una misma patria a pesar de no profesar una misma fe religiosa.

Comparto un ejemplo de cómo en Francia se ha evolucionado con respecto a la enseñanza del hecho religioso en la escuela laica. En diciembre del 2001 el ministro de educación Jack Lang escribió a Régis Debray una carta refiriéndose a un libro “Dios, un itinerario” en el que este intelectual planteaba la cuestión sobre la conveniencia de la enseñanza de las religiones en la escuela laica.

El ministro, reconociendo la importancia del planteo, afirma “que le ha parecido necesario reexaminar el lugar reservado a la enseñanza del hecho religioso, en un encuadre laico y republicano. Es la misión que deseo confiarle.” Y le solicita que le haga llegar propuestas concretas.

Una semana santa participé en la tertulia de El Espectador sobre laicidad. A Carlos Maggi le encantó el libro que había llevado: “La enseñanza del hecho religioso en la escuela laica”. En el prefacio el ministro Lang afirma: “Una escuela auténtica y serenamente laica debe dar a cada alumno acceso a la comprensión del mundo. Así, la evocación de las religiones, en cuanto hechos de civilización, ha sido siempre posible en la escuela de la República. Contrariamente a un prejuicio tenaz, nuestros programas lo atestiguan desde hace tiempo.”

“Historia, filosofía, letras, artes plásticas, música… las humanidades están convocadas para esta tarea”, afirma el ministro. El planteo, como se ve, es ambicioso y representa un gran desafío para los docentes.

Laicidad no es silencio sino igualdad de oportunidades para exponer con serenidad la historia y claves de cada religión. Quizás un día no muy lejano pueda ser una ayuda más que un obstáculo en la búsqueda de caminos para educar a nuestros jóvenes. Pero para esto habrá que preparar docentes que acepten este desafío.

Columna del Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, publicada en el Diario «Cambio» de Salto, el viernes 24 de junio de 2016.