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Cardenal Sturla en Corpus: «Hay una sociedad uruguaya hambrienta de Cristo» y «sabemos que podemos darles de comer»

By 03/06/2016No Comments

Corpus

La lluvia hizo que se cancelara la procesión pero no evitó que la Solemnidad de Corpus Christi se viviera a pleno en la Arquidiócesis de Montevideo. El domingo 29,  en la Parroquia del Cordón hubo una Misa presidida por el arzobispo de Montevideo, el Cardenal Daniel Sturla, en la que todo llevó a centrarse en el misterio que se contemplaba de modo especial.

“Hay una sociedad uruguaya hambrienta de Cristo. Y algunos ni siquiera tienen hambre porque se sacian con otras cosas…», destacó el Cardenal Sturla en su homilía, al tiempo que abogó porque  «logremos despertar el hambre del verdadero alimento». «Sabemos que podemos darles de comer”, aseguró. El Arzobispo aludió a asuntos de actualidad y aseveró que   “la Iglesia católica en la sociedad plural no quiere ocupar ningún espacio que no le corresponda. Pero no quiere achicarse: quiere estar presente». «Entonces, en todas las oportunidades de estar presentes, estaremos”, enfatizó.

Quien entraba a la iglesia antes de la Misa inmediatamente miraba al altar principal, donde había una custodia dorada de más de un metro de alto que contenía una hostia. A sus lados había dos candelabros con siete velas cada uno. Reinó el silencio exterior hasta el momento de la Misa.

Corpus Christi es la celebración de la presencia real de Dios en el pan y el vino consagrados, en la Eucaristía. Tiene la finalidad de proclamar y aumentar la fe de los católicos en esa presencia real de Jesús en la hostia. Sacerdotes revestidos de blanco, incienso, concelebrantes, una veintena de diáconos y acólitos: todo eso daba la pauta de la importancia de la Solemnidad.

Las lecturas hicieron referencia a esa presencia real de Jesús en la hostia que el Cardenal Sturla explicó en la homilía que pronunció después del Evangelio. Pero antes comentó que había echado en falta la procesión y la música de “Cantemos al Amor de los amores” y pidió que se entonara ahí mismo. Toda la iglesia se puso de pie y acompañó con su voz el tradicional himno eucarístico.

Dios está aquí

Seguidamente, el  Cardenal Sturla apeló a una cita del himno Adoro te devote, de Santo Tomás de Aquino. Comentó que algunos contemplaron a Cristo en su humanidad cuando vivieron junto con él y que otros, en el Cielo, ya contemplan su divinidad. “Nosotros lo contemplamos en su cuerpo, sangre, alma y divinidad pero bajo el velo de los accidentes del pan y del vino. Sin embargo, creemos y sabemos que Él está aquí”, como se había cantado minutos antes.

“Todos nosotros hoy bendecimos al Señor. Dios quiera que nunca perdamos el asombro eucarístico, como decían los Papas Benedicto y Juan Pablo”, solicitó el Cardenal. “El día de la Primera Comunión es el más feliz de la vida de los cristianos, es una jornada en la que recibimos, con todo el cariño y el asombro, a Jesús”, agregó.

“Es lo que cantamos: ‘Dios está aquí, venid adoradores’. El Señor se hace pan de vida, alimento nuestro. ¡Qué cosa más grande, que cosa más linda, que el Señor se haya abajado hasta el punto de ponerse en nuestras manos!”, reflexionó el Cardenal.

El “Amén” con el que terminan las oraciones cristianas quiere decir “Así sea”. Pero además, según ilustró el Cardenal Sturla, la palabra tiene un significado muy firme, algo así como “en verdad les digo”. Y esa es la fe de los católicos. “En verdad creemos que Jesús está, que el pan y el vino se han transformado en cuerpo y sangre de Cristo. El Dios creador del universo se hace alimento para el camino, pan del peregrino. Está para nuestro andar -tantas veces complejo, trabajoso-. Y entonces no pasamos hambre”, agregó.

“Sabemos que, aunque necesitemos del alimento material, el gran alimento de nuestra alma y nuestra vida es la Eucaristía”, ratificó el Cardenal Sturla.

Dar de comer

El Evangelio de la fecha fue el relato de San Lucas de la multiplicación de los panes y peces. En un momento del pasaje, Jesús dice a sus discípulos: “Denles ustedes de comer”.

“Esta palabra atraviesa todos los tiempos, hoy nos lo dice Jesús también”, comenzó el Cardenal Sturla. “Hay una sociedad uruguaya hambrienta de Cristo. Y algunos ni siquiera tienen hambre porque se sacian con otras cosas, con la comida chatarra (…). Ojalá logremos despertar el hambre del verdadero alimento. Sabemos que podemos darles de comer”. Ese es, según él, el desafío de la Iglesia de Dios en Montevideo: “Darles a Cristo, que es también darnos a nosotros mismos”.

A continuación, el Cardenal se refirió a la actualidad de la Iglesia católica en Uruguay. Recientemente fue criticada porque algunos fieles quieren instalar una estatua de la Virgen María en la rambla o porque otros pidieron al Cardenal una Misa por el aniversario del Ejército. Algunos políticos acusaron a la jerarquía católica de tener una estrategia para avanzar en la sociedad o conquistar puestos en la cultura.

“No hay ninguna estrategia planificada de hacer ninguna cosa rara, la estrategia es la que ustedes conocen. Es lo que pusimos en la carta pastoral: ser la alegría de Dios”, aclaró el Cardenal.

“Esto va surgiendo porque hay católicos que quieren hacer presente a Cristo en distintos ámbitos de la sociedad. Y nosotros, Iglesia católica, no queremos invadir nada. Queremos solamente ejercer nuestro derecho en la sociedad plural y hacernos presentes allí donde nos llamen. O hacernos presentes con el anuncio claro del Evangelio”, agregó.

“No queremos que nos ninguneen. Y lo que menos queremos es autoninguinearnos, autonegarnos, autocensurarnos”, indicó. Esto sería incoherente con una Iglesia “partera de la patria”, que está presente en el país desde antes de su constitución como tal, que fundó las primeras escuelas y acompañó la gesta revolucionaria.

El Cardenal insistió en la idea. “La Iglesia católica en la sociedad plural no quiere ocupar ningún espacio que no le corresponda. Pero no quiere achicarse: quiere estar presente. Sencillamente eso. Entonces, en todas las oportunidades de estar presentes, estaremos”, aclaró.

Venid, adoradores

La Misa continuó con normalidad y la iglesia lucía mejor que de costumbre, pues fue recientemente restaurada. Durante toda la celebración hubo sacerdotes confesando; los cantos fueron guiados por el seminarista Luis Ferrés.

Pero la fiesta no acabaría como cualquier otra y por eso hubo Exposición con el Santísimo Sacramento, Bendición y procesión. El cardenal, el Obispo Auxiliar Milton Tróccoli y los demás concelebrantes y acólitos llevaron la hostia en un pequeño recorrido por el templo. La gente lo siguió con piedad extrema; una veintena de personas se arrodillaron adelante de los bancos, sobre el mármol del suelo. Al pedir ayuda para volver a ponerse de pie, una señora comentó que tenía 80 años. Ni la edad ni el bastón le habían impedido postrarse ante el Señor, el Amor de los amores.

Tomado de www.arquidiocesis.net