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Talleres Don Bosco: 120 años formando profesionales y adaptándose a los cambios

By 06/11/2013noviembre 8th, 2013No Comments

ENTREVISTA DE EMILIANO COTELO EN EL PROGRAMA «EN PERSPECTIVA» , EL ESPECTADOR | 8 de Noviembre de 2013

Una institución que desde 1893 está formando jóvenes para que se integren al mundo del trabajo tiene que saber adaptarse a los cambios. Talleres Don Bosco ha sabido enfrentar ese desafío, y con el correr de los años ha dejado atrás sus viejos talleres de zapatería o herrería y reemplazarlos por cursos de mecánica industrial o electricidad automotriz. Cerca de mil jóvenes pasan anualmente por Don Bosco en busca de un oficio que les permita una inserción laboral rápida. Para conmemorar este cumpleaños, En Perspectiva se trasladó hasta allí para conversar con el sacerdote Rafael Costa y con Alejandro Bastos, encargado educativo, quienes hablaron de la historia de la institución, los cursos y sus intentos por dar respuesta a alguna de las problemáticas sociales, como el fenómeno de los ni-ni. Algunos estudiantes se acercaron a la fonoplatea para contar sus experiencias en los talleres.

Talleres Don Bosco: 120 años formando profesionales y adaptándose a los cambios

EMILIANO COTELO:

Al principio, formaba zapateros; hoy, técnicos en energía solar fotovoltaica. En su momento, herrería era una de las opciones más interesantes; hoy, reparación de computadoras y redes. Antes había demanda fuerte para capacitarse en sastrería; ahora muchos prefieren la autotrónica. Un centro de formación técnico profesional con 120 años de historia tiene que saber adaptarse a los tiempos y sus cambios.

Ese ha sido, en buena medida, el desafío de Talleres Don Bosco. En 1893 era apenas una construcción sencilla de ladrillos, barro y madera, con tres salesianos y 19 estudiantes. Y con el correr de las décadas fue convirtiéndose en la obra que es hoy: este gigante donde nos encontramos esta mañana, que ocupa toda la manzana formada por las calles Maldonado, Joaquín Requena, Canelones y Joaquín de Salterain, y donde, además de los salones de clase y los talleres, hay un teatro, una iglesia, un comedor y dos residencias para estudiantes, porque buena parte de los jóvenes provienen del interior del país.

Actualmente, asisten a clases aquí unos mil alumnos, divididos en tres modalidades pedagógicas: iniciación profesional para aquellos que han desertado del sistema educativo formal, formación técnica y tecnológica para jóvenes, y cursos cortos para adultos.

Aquellos viejos talleres de zapatería, sastrería o herrería, que fueron la salida laboral para muchos jóvenes de hace un siglo, están a años luz de las opciones que se ofrecen hoy aquí, en mecánica industrial, electricidad automotriz o comunicación gráfica, que han llenado de computadoras estos viejos locales.

¿Cómo se las ingenia una institución centenaria para satisfacer la demanda de nuevos trabajos que reclama el mercado? ¿Qué buscan los jóvenes que quieren entrar rápidamente al mundo laboral? ¿Qué papel juega lo religioso en esa formación?

De estas cosas vamos a conversar esta mañana, vamos a conocer Talleres Don Bosco por dentro, conversando con el padre Rafael Costa, director de Talleres, con Alejandro Bastos, encargado educativo de la institución, y además con algunos de los muchachos que hoy de mañana asisten a las clases. Y Rosario nos va a aportar sus crónicas.

Empecemos por felicitarlos: ¡feliz cumpleaños! Y quizás convenga comenzar por el principio, 120 años atrás, en la década de 1890… Talleres Don Bosco surge de una iniciativa del propio don Bosco, un sacerdote italiano fundador de la Congregación Salesiana. ¿Cómo llega aquel cura a interesarse por la educación de los jóvenes en América Latina?

RAFAEL COSTA:

En 1876 vienen los primeros misioneros salesianos y se instalan en el Colegio Pío, hoy conocido, en Villa Colón. De ahí se van a otros lugares, al Colegio Sagrado Corazón, hoy Juan XXIII, a Paysandú, Las Piedras y aquí a Talleres Don Bosco. La actuación más fuerte que tuvo don Bosco en su educación fueron las escuelas técnicas del momento, en la revolución industrial.

EC – ¿Qué significaba don Bosco en su momento como educador? ¿Cuál era su sistema educativo? Lo pregunto porque repasando la información de los talleres, la información disponible en internet, por ejemplo, en un momento encuentro: “A fin de distinguir su método del sistema educativo de represión vigente en Italia en el siglo XIX, dio a su nuevo método el nombre de sistema ‘preventivo’…”. Hagamos aquella situación.

RaC – Situación histórica: después de tiempos de guerra, las revoluciones industriales, los jóvenes no tenían familia, se juntaban para poder trabajar, se aprendía trabajando. El sistema represivo es el que el patrón, el dueño armaba. Don Bosco, campesino, salió de su casa a trabajar para poder estudiar, y ahí fue aprendiendo que el trabajo era importante para el desarrollo de la persona, en ese momento. En cuanto al sistema educativo de don Bosco, cuando le pedían que escribiera algo sobre su sistema educativo, decía: “¿Qué voy a decir? Lo que hago todos los días”. Se llama sistema preventivo.

EC – ¿Qué es eso?

RaC – Es prever la acción de uno, la acción de los chicos, todas las cosas a nuestro alrededor que van manejándose en la educación. Lo hacía mediante lo que se llama la asistencia salesiana; el asistente no es el que está atrás persiguiendo sino el que está observando el todo, que tiene ojo para ver la realidad y va previendo las necesidades personales del educador, las del educando y las de la casa. Es una mirada general, como un gran faro que todo el tiempo está dando vueltas.

EC – Y la formación no se limitaba al oficio estrictamente.

RaC – No, no solamente al oficio, cuando don Bosco comenzó fue en una casa, traía a dormir gente que estaba en la calle; esos ese mismo día se fueron y le robaron todo. Pero siguió, su madre lo fue ayudando a comenzar esta obra, fueron viniendo más, hicieron más talleres y comenzaron con cosas sencillas de la época, como tú nombrabas al principio, zapatería, sastrería, albañilería sobre todo, era la gran construcción de Turín en ese momento, entonces la albañilería era un sistema fuerte.

EC – Volvamos a la huella en Uruguay.

RaC – El sueño de don Bosco era tener una escuela técnica también aquí. Y la escuela técnica aquí se fundó después de cinco años de fallecido don Bosco, la fundó un exalumno de don Bosco, el padre José Gamba, hasta el día de hoy estamos aquí presentes gracias a él.

EC – La fundó en un lugar, este, que en aquella época se llamaba La Estanzuela. Este barrio en el límite entre el Cordón y Parque Rodó se llamaba La Estanzuela.

RaC – Sí, era una quinta y había un arroyo, no se podía ver, para venir aquí había que […] la cuchilla de 18 de Julio, había una quinta de un inglés y se venía caminando desde el Colegio Sagrado Corazón, que hoy es el Juan XXIII, este lugar se veía de lejos, pero nada más.

EC – ¿Cómo se proyecta aquel legado de don Bosco en los Talleres Don Bosco Uruguay 2013? ¿Cómo se aggiorna, cómo es hoy aquel sistema?

RaC – Ha tenido distintos momentos en la historia que van haciendo el cambio. Por ejemplo en los oficios ha ido variando en la década del 60, en la década del 80, luego tuvimos en 1999-2000 un apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la reconversión. Teníamos un sistema de pupilaje, los muchachos vivían toda la semana, se quedaban también los sábados y los domingos, los cursos eran de las 8 de la mañana a las 5 de la tarde, y había una sola alternativa de cursos. Con ese apoyo del BID se hicieron un estudio y una reconversión acorde con la demanda que había en el Uruguay, lo que las empresas nos solicitaban cuando contrataban a alguien, y mirando también lo que pasaba en la región, en Chile, en Brasil, también en España, acerca de la formación por competencias. En el 2000 se empezó un proceso con los nuevos planes, que ya son de tres años, comenzaron también los cursos cortos y por el 2003, 2004 también iniciación profesional. Es muy dinámico, uno no puede marcar hitos concretos, porque siempre estamos en diálogo. Los bachilleratos tecnológicos surgieron en 2003, 2004, siempre estamos con un oído en las afueras y también muy centrados en la vida de los muchachos y lo que van requiriendo aquí dentro para poder adaptarnos.

EC – Vuelvo a los folletos, dice uno: “Como centro de formación profesional salesiano, Talleres Don Bosco procura ofrecer una propuesta educativo-cultural que privilegie el aspecto educativo más que la instrucción; atienda de manera continua y crítica los fenómenos de la cultura y de la comunicación social; favorezca la interacción educativa; tiene como centro a los jóvenes y sus necesidades, orientando, acompañando y ayudándolos a definir su proyecto de vida; brinde una visión humana y evangélica del trabajo; promueva la cualificación profesional y fortalezca la identidad salesiana”.

¿Cómo es eso de privilegiar el aspecto educativo más que la instrucción? Ya estaba presente en el arranque, pero ¿hoy eso qué implica?

RaC – Nosotros hablamos de formación técnica, distinto de capacitación, una mera instrucción en lo operativo, cómo se realiza determinada tarea. Para hablar de formación el muchacho está 36, 40 horas semanales aquí en la casa y 20 (en tercer año) en el taller, y el resto son materias transversales, por ejemplo razonamiento fisicomatemático, que está unido con la tecnología que van haciendo en el taller, para entender por qué se dan determinados fenómenos, pero también tiene otras materias, la currícula dice “formación humana, formación ética, formación social comunitaria o formación religiosa”. Es llevar a un plan educativo un estilo formativo adaptado a estos tiempos, y que también tengan que estudiar, tengan que investigar, tengan que cuestionarse en su accionar para poder tener un perfil profesional y ético.

***

EC – Rosario, nosotros hemos instalado esta mañana nuestro estudio, nuestra fonoplatea, en un salón de clases, estamos en un aula, en el primer piso de Talleres Don Bosco sobre la calle Maldonado. ¿Dónde estás tú? Contanos cómo es este edificio.

ROSARIO CASTELLANOS:

Yo estoy instalada en uno de los corredores, que son los que mirando hacia el patio van dando acceso a los distintos salones que a su vez, como el tuyo, dan sobre las fachadas de las cuatro calles del edificio. En este tipo de construcciones monumentales uno se da cuenta de lo que en ese momento se entendía por arquitectura confortable para un centro de estudios. Hay que ver el ancho que tiene este corredor, la iluminación de sus salones. Pero este enorme edificio, que hoy tiene 10.200 metros cuadrados, no es el que originalmente, hace 120 años, se instaló en esta manzana, que entonces estaba absolutamente en las afueras del centro de la ciudad, era tierra de nadie. Aquí originalmente se instaló una pequeña capilla, unos salones para talleres, un salón de clases, un dormitorio, una cocinita, un comedor, pero este monumental edificio data de 1902, porque apenas se instalaron los talleres, con 20 alumnos nada más, se vio que eran muchos más los jóvenes que estaban interesados en ingresar. De ahí entonces que se le encomendara a uno de los sacerdotes, que a su vez era arquitecto, la construcción de este edificio, ahora sí, monumental. Domingo del Piano se llamaba el hombre que puso la piedra fundamental del edificio en el año 1896 y que finalmente, en 1902, inauguró el subsuelo, la planta baja y un piso de planta alta. En 1925 ya existían las dos plantas superiores.

Y la organización del edificio es realmente interesante. Como te decía, las cuatro fachadas cubiertas alrededor de un monumental patio, que en gran parte está rodeado de galerías porticadas, con arcos de medio punto, que le dan ese carácter de claustro, si bien es bastante más abierto que claustros que hemos visto por ejemplo en conventos europeos.

EC – Aclaremos para los oyentes que ese monumental patio con los años ha sido ocupado también, una parte del patio hoy alberga otras construcciones que se precisaba instalar.

RoC – Exactamente. Hoy es un edificio que tiene aulas, talleres, la capilla, una iglesia que tiene su frente sobre Canelones, un teatro que también tiene su frente sobre Canelones, tiene comedor, tiene dormitorios –porque hay siete sacerdotes que viven en el lugar– y por otro lado hay una residencia para estudiantes que da alojamiento a 260 alumnos, en parte alumnos que cursan en Talleres, pero que viven en el interior, entonces tienen que instalarse en Montevideo, pero también está prevista la residencia para alumnos universitarios del interior que utilizan estas instalaciones durante sus estudios en la capital.

EC – Otro detalle que se puede añadir es que el edificio, como fue construido en distintas etapas, no tiene un estilo arquitectónico único.

RoC – No, hay todo un sector que es el mismo edificio más agrisado que yo contaba, esa planta baja y galerías porticadas, que es gris y tiene un revoque simplemente, y hay otra parte, sobre todo la que corresponde a la iglesia, donde se destaca en un lateral toda esa fachada hacia el patio de ladrillo rojo sobre el cual se levanta la torre de la propia iglesia, el campanario. Y por supuesto que también hay agregados en el patio, han achicado un poco el patio, porque allí hay instalada una capilla y en cierto sector también está la parte de residencia.

EC – Este salón en el que estamos en este momento no tiene la altura del techo original, se le ha colocado un cielorraso que lo vuelve un poco más acogedor. Porque esa es una de las notas de este edificio, la altura de los techos, el tamaño de los pasillos, los pasillos son canchas de fútbol. Y agrego además que en este perfil del edificio, el que da sobre la calle Maldonado, arriba de todo estaba instalada originalmente la residencia. No se puede ver hoy, pero me contaban que cuando este edificio se construyó esa residencia era un ambiente único que iba de Joaquín Requena a Joaquín de Salterain, era una infinita cantidad de camas colocadas en un único salón. Te imaginás lo que era recorrerlo, por ejemplo ir al baño de madrugada, cuánto rato te llevaba ir desde tu cama hasta el baño.

RoC – Esa realidad es el tema de todos los pupilajes de entonces, esos dormitorios compartidos. Pero yo estoy en este momento en este corredor anchísimo y veo la altura de este techo de bovedillas, y realmente hay una generosidad en la consideración del espacio que da cuenta de lo que era la arquitectura en esos momentos de vacas gordas.

***

EC – Volvemos a Talleres Don Bosco, donde nos hemos instalado esta mañana para contarles a los oyentes cómo es esta institución que en este 2013 está celebrando sus 120 años.

***

EC – Arrancamos conversando con el padre Rafael Costa, director de Talleres Don Bosco, y con Alejandro Bastos, encargado educativo de la institución. También hay varios alumnos aquí sentados frente a nosotros, algunos van a participar enseguida, está Rosario, han ido llegando los integrantes de la Tertulia de los viernes, y los oyentes también hacen sus aportes.

Por ejemplo, dice Julio del Parque Rodó que Andrés Scotti cursó acá en Don Bosco. Es correcto, ¿no?

RaC – Es correcto.

ALEJANDRO BASTOS:

Hizo Comunicación Gráfica, Artes Gráficas antes.

EC – Así que el fútbol se toca con Don Bosco. Pero no solo el fútbol, María del Pinar dice que hace 30 años el esposo hizo carpintería en Don Bosco y tuvo de compañero a Eduardo Larbanois.

RaC – También.

AB – Exactamente, en la década del 90 vinieron ambos a cantar en uno de estos festivales que hacíamos y mencionó que había hecho acá.

EC – Ya dije que hoy son cerca de mil los jóvenes y adultos que cada año participan en las distintas modalidades de formación que ofrecen los Talleres Don Bosco. Otro número: ¿cuántas personas se mueven en este edificio a lo largo de un día, si contamos docentes, funcionarios?

AB – Son 1200, junto con la parroquia.

EC – Deberíamos explicar las tres posibilidades de formación que existen acá: están los cursos de iniciación profesional y están los cursos para adultos. Veamos cada uno de ellos.

AB – Lo cuento por cronología del día. En la mañana tenemos cursos de tres años, son los cursos técnicos y tecnológicos, ahí tenemos seis áreas en las cuales estamos formando profesionales: el área de la mecánica industrial, el área de la mecánica automotriz, el área de la madera –la carpintería, no solo construcción de muebles sino también de obra–, el área de la comunicación gráfica –impresión, diseño gráfico–, Bachillerato Tecnológico en Informática y Bachillerato Tecnológico en Administración. Esos cursos son los que duran tres años y son el grueso de la población que viene.

EC – Reafirmemos a quiénes están dirigidos esos cursos.

AB – Estos cursos están destinados a egresados del Ciclo Básico, tienen que tener Ciclo Básico terminado, pueden ser de Montevideo o del interior, porque para ellos se ofrece el servicio de residencia estudiantil. Hoy en día tenemos gente de los 19 departamentos.

EC – Esa es una opción. Sigamos.

AB – A las 2 de la tarde, cuando terminan los cursos del turno matutino, comienza la opción de iniciación profesional. Estos cursos, que son en tres áreas –mecánica automotriz, mecánica de motos y ciclomotores, y carpintería–, son cursos de auxiliares, son de iniciación profesional, son para jóvenes que no tienen el Ciclo Básico terminado.

EC – Los que se quedaron por el camino.

AB – Se quedaron por el camino. Estos cursos surgen por el 2003, 2004, viendo aquellas encuestas que empezaron a aparecer de los ni-ni intentamos dar alguna respuesta. Esa propuesta se fue modificando a lo largo de estos años, fuimos ajustándola a un estilo de población que fue también cambiando en estos últimos años. Es una opción que tiene más de 100 muchachos, hay deserción pero no tanta como teníamos al principio, porque se fue ajustando la propuesta.

EC – Y pasamos al tercer capítulo.

AB – Después de las 6.30 de la tarde empiezan a circular otras personas que a veces uno no puede ubicar tanto porque algunos vienen dos veces por semana, otros vienen los sábados de mañana, o a veces una vez por semana, que son los vienen a los llamados cursos cortos, porque son de tres o cuatro meses, que pueden ser de capacitación, de especialización o de actualización. Acá el público es variado, ha venido gente que quiere reciclarse por cambio de trabajo, gente que está jubilada y viene por hobby a hacer carpintería, y a veces tenemos acuerdos con empresas para cierta actualización de personal en determinadas áreas específicas, en soldadura, en algo específico de mecánica automotriz por ejemplo; ahora tenemos un curso de mecánica corto para jóvenes hijos de los que trabajan en el Plan Juntos, es la primera experiencia que estamos haciendo.

EC – Los oyentes pueden preguntarse qué otra alternativa tienen estos estudiantes. Visto de otra manera, ¿qué diferencia tiene Talleres Don Bosco con la UTU?

RaC – La carga horaria que tienen por ejemplo en la práctica es mucho mayor que la que tienen en la UTU, es un 80% de la carga total. Las clases comienzan a las 7.30 de la mañana y terminan a las 2 de la tarde, tenemos algunas materias menos que la UTU, pero la parte práctica está bien, y la metodología que se sigue es el sistema de competencias.

EC – ¿Qué es eso? Ese es un diferencial.

RaC – Es un diferencial, sí, aunque también está reconocido a nivel del Estado, en adquisición de capacidades. La competencia es la actitud, el conocimiento de la cosa y el procedimiento, es decir, cuando yo voy a un taller tengo que tomar un motor, entonces qué conocimiento tengo de él, qué actitud tiene el grupo que trabaja en conjunto siempre, y qué procedimiento llevo adelante para eso. Esas evaluaciones tienen notas separadas y en conjunto hacen.

EC – Y en cuanto al equipamiento, ¿cómo se compara lo que tiene Talleres Don Bosco con UTU?

AB – Un dato no menor es que el muchacho que sale de acá tiene una diferencia, no a nivel de mercado de trabajo, pero a nivel de título, el joven que egresa de los cursos técnicos de Talleres Don Bosco tiene tres años, y en la UTU son dos años, ahí hay una diferencia. La otra diferencia es que establecemos los grupos a razón de la cantidad de puestos de trabajo, los mecánicos automotores trabajan de a cuatro en un banco –le llamamos banco a la mesa de trabajo– con un motor, entonces tenemos los grupos establecidos para tantos alumnos por motor.

EC – Están muy actualizados con la maquinaria, por lo que vi en la recorrida que hicimos esta semana.

AB – Sí, es lo nuevo que se inauguró el mes pasado, es un equipamiento que viene de Alemania en el área de autotrónica. En mecánica industrial los grupos también están pensados para que cada alumno pueda estar en un torno o en una fresa, entonces los grupos no pueden ser de más de 20 para que cada uno tenga horas de trabajo individual frente a las máquinas.

EC – Otra diferencia obvia con la UTU es que acá se paga, hay que pagar una mensualidad, una cuota. ¿De qué orden es?

AB – Si se vive aquí y se estudia, alrededor de 12.000 o 13.000; si no, la mitad. La convivencia y vivir aquí significa también tener la alimentación, todo lo necesario, y en los talleres el material para producir, para hacer cosas, no es mirar. Eso es lo más caro.

EC – Me gustaría que ahora habláramos con algunos de los chicos que nos acompañan acá. Están Giaccomo, Julio César, Rodrigo y Mariana. ¿Por qué ustedes optaron por estudiar acá?

RODRIGO:

Yo opté por venir acá porque me pareció la opción que me brindaba los mejores servicios, me pareció un lugar cómodo para trabajar. Yo hago el Bachillerato en Informática, y los grupos eran muy grandes en la UTU, éramos 40 en la clase, y acá como éramos de a 20 podíamos trabajar de a dos en cada computadora. Por eso decidí venir acá.

EC – ¿Tú qué estás estudiando?

JULIO:

Yo estoy estudiando mecánica industrial, principalmente por el prestigio de la institución, además la opción laboral después de salir de Talleres Don Bosco es muy buena.

EC – ¿Sí? ¿Se insertan fácil en el mercado?

J – Sí, totalmente, al alumno de Talleres Don Bosco siempre se lo busca. En verano, por ejemplo, salimos de vacaciones y siempre nos llaman para trabajar.

EC – ¿Y eso a ustedes les resulta una buena o una mala noticia? En las vacaciones…

J – Depende del alumno. Pero la opción laboral después de Talleres es muy buena, y el trabajo que tenemos dentro de Talleres, la educación es muy buena.

EC – ¿Tu edad?

J – Tengo 18.

EC – Y tú, ¿qué estás estudiando?

GIACCOMO:

Estoy estudiando carpintería, y elegí venir acá porque la carpintería es un rubro en que se ha perdido un poco el origen de trabajar la madera como ebanista, ahora simplemente te juntan las chapas de madera. Mi padre me fue guiando hasta acá, me dijo que es un lugar –y por lo que he visto es así– donde se aprende bien, en el sentido de que uno sabe hacer el trabajo desde cero y obtiene un buen resultado, duradero principalmente, y estéticamente también.

EC – Hay que pagar, ¿eso cómo fue tenido en cuenta por las familias de ustedes? ¿A todos les resulta sencillo pagar estas cuotas?

G – Nosotros somos una familia medio especial, porque somos 11 hermanos, y se me brindó la oportunidad de obtener una beca, ayudó mucho mi situación familiar. Mi padre es carpintero, y bueno, se me brindó esta beca y hago lo posible para mantener buenas notas para recompensar esto y mantenerla también los años que vienen. La verdad es que si no fuera por la beca no podría estudiar acá, estaría simplemente trabajando o dedicándome a alguna otra cosa.

EC – ¿Para los otros dos varones que ya hablaron cómo es ese tema de enfrentar una cuota en vez de ir a una institución gratuita?

R – Yo siempre fui a colegio privado.

EC – En tu caso eso no fue un inconveniente.

R – No.

EC – ¿Y en tu caso?

J – En el mío sí, además de que mis padres hacen el esfuerzo, mis hermanos, al haber terminado ya las carreras, me dan una mano y puedo venir.

EC – Estoy dejando para el final a la chica de la mesa, Mariana, que nació en Salto, vivió en La Paloma, Rocha, y ahora reside en Montevideo y ¿está estudiando?

MARIANA:

Mecánica automotriz.

EC – Así como lo escuchan, una futura mecánica, que ha venido con su overall azul. ¿Cómo es esa opción?

M – Me gusta mucho, hice un año en Rocha en la UTU pero me parecía que era muy básico y no me quería conformar con eso. Estoy becada acá en el colegio, porque si no se me iba a hacer muy difícil pagarlo, el colegio lo tuvo en cuenta y por suerte estoy becada y estoy aprovechando, y me encanta el colegio.

EC – ¿Cómo te está yendo, entre otras cosas, en la relación con tus compañeros? Porque en los Talleres Don Bosco desde los años 2000 la posibilidad de que estudien mujeres también existe, sin embargo son muy pocas por ahora. ¿Cuántas hay?

AB – Actualmente son cuatro, porque una dejó a mitad de año.

EC – ¿Cómo te resulta eso? ¿No es un poco abrumador?

M – Por suerte tengo un grupo que es muy compañero conmigo, y después todos son ubicados y todos me respetan por la profesión que elegí.

AB – Además está en un taller de los que son fuertes, porque mecánica automotriz en el paquete de todos los cursos es el que tiene cerca de 200 alumnos, entonces ella está con 200 varones.

EC – Una valiente. ¿Les recomendarías a otras chicas que hicieran esta opción?

M – Sí; yo conozco mucha gente que no se anima a entrar a mecánica automotriz y sé que esta es una oportunidad muy grande, y entrar en el colegio Don Bosco es uno de los mejores lugares.

EC – ¿Cuánto te falta?

M – Un año.

EC – ¿Qué planes tenés?

M – Quiero tomar experiencia en un taller y después poner mi propio taller.

EC – Vas a ser empresaria, emprendedora por lo menos. ¿Los demás qué planes tienen?

R – En mi caso, este es mi último año en bachillerato de informática, y después ir a la Facultad de Ingeniería.

EC – ¿Tú?

G – Yo heredar el taller de mi padre, emprendedor también.

EC – La base ya existe.

G – La base está, mi padre trabajó desde que era gurí, así que ahora tiene un taller, modesto, no es “el” taller, pero tiene la base para crecer, y esa es la idea.

EC – ¿Y tu ejemplo?

J – Espero tener un poco de experiencia laboral en mis pagos allá en Cerro Largo y después poder montar mi propio taller también.

EC – En general están todos con la idea de tener sus propios emprendimientos. ¿Es algo que aquí se inculca de manera especial?

AB – Sí. Es interesante la recorrida por el interior que hacemos con las ExpoEduca a través del Mides y las intendencias haciendo la oferta educativa, uno pasa y ve un taller que está pintado con los colores nuestros y dice “Don Bosco”, sin pedir permiso. Es interesante ver cómo los exalumnos siguen, sin querer, poniendo la marca nuestra y la marca que ellos vivieron más que nada, porque el centro es el alumno, como en el sistema planetario es el Sol, acá es el alumno, los miramos, ellos nos miran y estamos ahí en comunicación.

***

EC – Hay muchos mensajes de los oyentes, sobre todo con saludos, con mucho agradecimiento, con mucho reconocimiento a los Talleres Don Bosco. Por ejemplo, Sergio dice: “Saludos a Talleres Don Bosco y su aparcería Pagos de mi País, desde Tacuarembó y la Patria Gaucha”. ¿Cómo es eso? Esa es una actividad que desarrollan.

AB – Es una de las actividades asociativas que tiene el colegio, la pastoral del colegio, que nuclea a los muchachos en la tarde o en la noche; son actividades que se ofrecen tanto para los residentes como para los externos. Es una de las áreas, porque está la parte de teatro, de música, la parte deportiva, la parte religiosa, y tenemos un encargado pastoral, que es el padre Adrián, alias el Cholo, que es un hombre de los pagos de Paso de los Toros, entonces cuando vino empezó a meter esta impronta aparcera, y tiene un movimiento bárbaro, van a la Patria Gaucha, este fin de semana fueron a ayudar a construir casas en un poblado en la zona de Durazno.

EC – A propósito, ¿hay que ser católico para venir a estudiar a los Talleres Don Bosco?

RaC – No, de ninguna manera, simplemente es estar abierto a la propuesta educativa, que es una propuesta en la parte religiosa de formación humana y cristiana, en un diálogo los unos con los otros, entre ellos y nosotros, y siempre abierto a las expectativas que cada uno tiene.

***

EC – Rosario, ¿dónde te fuiste ahora dentro de este edificio tan grande?

RoC – Me vine a uno de los elementos que se han agregado de equipamiento en forma muy importante, además también de nuevas edificaciones. Me refiero al taller de autotrónica, yo ni siquiera sabía lo que era autotrónica, tuve que averiguarlo. Es el estudio de electrónica aplicada a los automóviles modernos computarizados, utilización de microelectrónica, telemática, informática, para el diagnóstico y mantenimiento de automóviles en óptimas condiciones. Esto es el último equipamiento que se ha sumado al taller de mecánica automotriz. Y a pesar del silencio que me rodea, estoy en el lugar. El nuevo taller consta hoy de una nueva superficie techada, se ha ampliado, es de estos edificios del lado de la fachada sobre Canelones que se han ido agregando sobre el patio principal. Pero además tiene un aula informatizada para el dictado de cursos con equipamiento para formar a los muchachos en varios temas: sensores […], sistema de ABS, sistema de inyección diésel, sistema de airbag, sistema de inyección directa de gasolina, y podría seguir. Esto consta de ocho puestos de computadora en los que pueden trabajar dos alumnos por vez, es decir, 16 alumnos pueden participar en esta clase.

En el salón contiguo están acumulados una serie de paneles simuladores, donde se plantea una opción de falla que el alumno debe resolver. Y finalmente el tercer paso (ha pasado ya por la red de computadoras para experimentar y por los simulares) es el taller donde se plantea algún problemas en el automóvil que ellos tienen que solucionar. Es una incorporación sumamente actualizada para el taller de mecánica automotriz, así que valía la pena verlo, pero además tiene otra curiosidad, más allá de la ampliación edilicia, que es un galpón supermoderno, de estructura liviana, el corazón del taller de mecánica automotriz está ubicado en lo que fuera la antigua iglesia de Talleres Don Bosco.

EC – En una parte de la iglesia.

RoC – Entonces uno mira hacia los techos y encuentra que hay una decoración en yeso que no corresponde a un taller, pero tiene esa explicación en ese origen, parte de la antigua iglesia alberga hoy el taller de mecánica automotriz.

EC – Cuánto habría para hablar de eso, porque ustedes nos contaban, cuando hicimos la recorrida esta semana, que esa es una iglesia muy especial, en tres pisos. La iglesia se sigue utilizando, lo que pasa es que era demasiado grande.

RaC – Había un concepto anterior de tres niveles que representaban las tres iglesias, la Iglesia purgante, aquella que venía a pedir perdón y reconocía sus límites, que es donde está la carpintería ahora, así que ahí cierra que marcan la madera, no a las personas; en el segundo nivel la Iglesia peregrina, la que viene a escuchar la palabra, a recibir la eucaristía, y la que está arriba, que es el último vacío, es la Iglesia celestial, adonde pensamos llegar.

EC – ¿Cómo lucen los Talleres Don Bosco? En el muro de En Perspectiva en Facebook y en Espectador.com van a encontrar una buena galería de fotos.

***

EC – Escuchando a Rosario y hablando de esta tecnología que ustedes han incorporado hace poco en los talleres de mecánica automotriz, la pregunta que aparece enseguida es: ¿cómo hace una institución como esta, de 120 años, para mantenerse actualizada sobre cuáles son los oficios que el mercado está demandando? ¿Cómo resuelven esa sintonía con el tiempo?

AB – Es un área en la cual nos dimos cuenta de que no podemos dejar de prestar atención, más allá de las variables que ha tenido el Uruguay en estos últimos tiempos. Por ejemplo las variables que ha tenido el Uruguay desde el 2000, cuando hicimos la reconversión, hasta ahora, tenemos ciertos nortes claros para no perecer en determinadas opciones, y a su vez un oído muy atento a las demandas que recibimos constantemente, que vienen, que van a instalar una industria en determinada zona del interior y están pidiendo determinados perfiles que no encuentran, etcétera. Vamos escuchando, vamos atendiendo.

EC – Eso ocurre con frecuencia.

AB – Ocurre con frecuencia.

EC – El sector privado, por ejemplo, sabe que acá hay oídos abiertos para ese tipo de iniciativas.

AB – Sí, de hecho hemos ido transformando algunas áreas, los cursos cortos de capacitación o de especialización nos permiten estar más atentos a este tipo de demanda. Todas las áreas nos llevan su tiempo, nos metimos en el tema de las energías renovables y nos llevó más o menos dos años meternos, ver cómo está el panorama, la reglamentación y todo lo demás, y una vez que podemos hacer la experiencia vemos qué cosas tenemos que ir adaptando para los cursos de formación técnica o tecnológica que tenemos. Ahí también nos viene el tema de que muchos de estos cursos están habilitados por la UTU, entonces hay que hacer trámites para incorporar innovaciones o agregarles seminarios. Esto es un camino.

Otro camino son las Jornadas Tecnológicas que hacemos todos los años –Rosario ha venido y ha hecho salidas desde acá–, que nos permiten invitar a empresas o a instituciones que están innovando tecnológicamente en el Uruguay. Es como un gran espacio, una gran plaza donde se encuentran los egresados nuestros, pero también personal de empresas o los mismos empresarios, se van presentando las nuevas tecnologías y nos queda el debe después de ir respondiendo.

Y después el Área de Relacionamiento Externo que tenemos, que nos permite estar cerca de las cámaras industriales, escuchando o estando atentos.

EC – Vuelvo a la audiencia. Dice Andrés: “Me emociona mucho escuchar a los muchachos. Me recuerdan a mi hermano, que estudió ahí. Nosotros en la familia estamos muy agradecidos”. Se da eso, ¿no?, que aparecen grupos familiares. Algo ya aparecía en los testimonios de ustedes.

G – Totalmente, en el interior especialmente se da mucho que el padre estudia, el abuelo estudió y el hijo sigue en Talleres. Es algo que queda en la tradición, que Talleres da esa educación integral y que nos ayuda mucho especialmente a los que estamos dentro de un taller a trabajar tranquilos.

EC – ¿Cómo es eso de que algunos de ustedes terminan muy rápido como docentes, además de trabajar en el oficio en el que se formaron?

AB – Lo que pasa es que muchos son del interior, más del 50% son jóvenes que vienen del interior, y muchos vuelven, una vez que terminaron sus estudios vuelven a sus lugares de origen. Entonces allí generalmente hay UTU o instituciones, y a veces no hay docentes, y tenemos el dato de montones de exalumnos que nos mandan que están dando clases en la UTU, ya sea de mecánica, de industrial, de tornería. Es una experiencia que también nos enorgullece.

EC – ¿Qué les parece si terminamos con una felicitación doble? Primero una felicitación individual a Rodrigo, que está especialmente contento esta mañana.

R – Sí, muy contento.

EC – ¿Por qué?

R – Ayer salvé el proyecto que era para salvar el año.

EC – ¿Cómo es eso?

R – Te plantean un proyecto a principio de año, lo formás con cinco compañeros y ahí hacés todo un proceso. Este año era la formación de una empresa y nosotros teníamos que encargarnos de hacer un programa.

EC – Tú estás estudiando informática.

R – Hacer la programación, la base de datos, en dónde iba a estar ubicado, el sistema operativo, también la parte de lo que viene a ser el taller de mantenimiento, las computadoras, teníamos que diseñar un estilo Don Bosco, ubicar todo, como si viniera a ser la arquitectura, los baños, las aulas, todo. Y los problemas que eso lleva, estar con cinco personas, que somos todos amigos, pero cuando hay que ponerse las pilas empiezan los problemas. Eso arrancó en marzo, ni bien arrancan las clases te lo dan, un mes después te dan el proyecto, y hasta ahora. Y todavía sigue.

EC – Y aprobaste.

R – Sí, aprobamos esta entrega, que viene a ser la venta del proyecto. Y ahora tenemos otra entrega más en diciembre, que es la cuarta y definitiva, ahí tenemos que tener corregidos todos los errores que tuvimos, y se entrega, a ver si el proyecto es viable o no.

EC – ¿Lo felicitamos a Rodrigo? Un aplauso para él.

(Aplauso.)

EC – Y un aplauso para los otros chicos que nos han acompañado en la mesa, para los que están sentados allí, y sobre todo para los Talleres Don Bosco, por sus 120 años, que no son los últimos. Tenemos que hablar a propósito de desafíos, del futuro, cómo lo están encarando. Lo dejamos para otra visita.

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Transcripción: María Lila Ltaif