Skip to main content
Noticeu

Mons. Galimberti aboga para que no haya «hijos y entenados» en la educación

By 12/09/2015septiembre 18th, 2015No Comments

pablo

En su habitual columna publicada en el Diario “Cambio”, el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, se refirió a al Día de la Educación Católica, celebrada el jueves 10 en todo el país y abogó por el respeto “real” de la libertad de elección de los padres a una educación según sus convicciones y creencias.

El Obispo expresó su deseo de que no haya `hijos y entenados´ en la educación y lamenta que “a veces se discrimine a los estudiantes de los institutos de gestión privada, quitándoles los mismos beneficios que se les brindan a los que asisten a los institutos del estado. Por ejemplo, en lo referente a los boletos de transporte gratis o el ingreso a espectáculos culturales”.

El jueves 10, en Salto, se conmemoró dos siglos de educación católica en nuestro país, en un acto celebrado en la Plaza Artigas con la presencia de alumnos, docentes y directivos de los respectivos centros educativos.

El Pastor destaca que la celebración del Día de la Educación Católica “es una pausa para la memoria, el agradecimiento y el compromiso”. En este sentido, Mons. Galimberti puntualiza que esta “es una fecha para hacer memoria de una fecunda historia», porque, » los pueblos sin memoria fácilmente pierden su rumbo”, advierte.

Mons. Galimberti destacó que la libertad religiosa incluye también la libertad de enseñanza de la religión (no sólo la católica, también otras) en las escuelas del estado, para los padres que la deseen para sus hijos». «Parece un sueño lejano, pero no habría que dejarlo en el cajón… En otros países de nuestro continente y de Europa se hace”, destaca.

El Obispo indica en su columna que “la educación extensiva a todos es fruto de la caridad cristiana alimentada en el inseparable binomio de amor a Dios y al prójimo y fruto también de la apertura de la inteligencia y de la fe a todos los ámbitos del conocimiento. Para un cristiano ningún campo de la inteligencia es zona prohibida”.

La jornada de ayer expresó  «un compromiso para fortalecer la enseñanza católica, tanto en número como en calidad e identidad”, subrayó el Obispo. “Aunque no siempre resulte fácil, la identidad de la enseñanza católica debe permitir proponer, con la libertad de quienes lo aceptan, cuál es la visión cristiana sobre la dignidad humana, la vida, la familia y la convivencia”, enfatizó el Obispo de Salto.

Columna del Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti

200 años

Ayer en Plaza Artigas, conmemoramos dos siglos de la educación católica en nuestro país, con la presencia de alumnos, docentes y directivos de los respectivos centros educativos.

Corría el año 1815. Artigas, en medio de un creciente protagonismo, establece su campamento en Purificación.

Con inspiración evangélica, expresó un eje inspirador para una convivencia solidaria: que “los más infelices sean los más privilegiados”.

Y como palanca para educar el alma y las esperanzas de un pueblo, de los niños y jóvenes, Artigas pide dos sacerdotes para abrir las “Escuelas de la Patria” y elige para dirigirla al sacerdote franciscano José Benito Lamas, que sintonizaba con los ideales artiguistas.

La Iglesia católica, a partir del año 2007, ha elegido esta fecha para celebrar el Día de la Educación Católica en el Uruguay. Es esta una fecha para hacer memoria de una fecunda historia, porque los pueblos sin memoria fácilmente pierden su rumbo.

La educación extensiva a todos es fruto de la caridad cristiana alimentada en el inseparable binomio de amor a Dios y al prójimo y fruto también de la apertura de la inteligencia y de la fe a todos los ámbitos del conocimiento. Para un cristiano ningún campo de la inteligencia es zona prohibida.

Los Estados no habían asumido ni la enseñanza ni la educación. Fueron los cristianos: sacerdotes, religiosos, religiosas y católicos, quienes se entregaron a esta tarea de la enseñanza y la educación. Enseñar es comunicar conocimientos o habilidades, mientras que educar es desarrollar facultades: intelectuales, morales y afectivas. De hecho, la primera escuela gratuita europea la abre en 1597 San José de Calasanz en Roma.

Y en tiempos de la colonia, en pueblos y ciudades, en las reducciones de guaraníes y chanáes, en la “patria vieja” como en la nueva república, nunca faltó esta dimensión educadora de la iglesia a favor de la educación del pueblo, a través de sacerdotes y laicos que la impulsaron.

Después, avanzado el siglo XIX se agregaron las diferentes congregaciones femeninas y diversas obras y colegios dedicadas al ámbito de la enseñanza.

Además de hacer memoria la iglesia quiere también agradecer. A quienes llevaron adelante las instituciones de enseñanza católica. Y también a los maestros y profesores católicos que sirvieron en la enseñanza de conducción estatal, incluso cuando algunas veces eran restringidos sus derechos.

La jornada de ayer expresó también un  compromiso para fortalecer la enseñanza católica, tanto en número como en calidad e identidad. Aunque no siempre resulte fácil, la identidad de la enseñanza católica debe permitir proponer, con la libertad de quienes lo aceptan, cuál es la visión cristiana sobre la dignidad humana, la vida, la familia y la convivencia.

Este compromiso tiene también un alcance público y político. Hay que seguir bregando para que se respete realmente la libertad de elección de los padres  a una educación según sus convicciones y creencias, según lo prescrito por el artículo 68 de nuestra Constitución.

El compromiso alcanza también la libertad de enseñar según esas creencias, sin discriminaciones económicas, ni controles estatales indebidos. Lamentamos que a veces se discrimine a los estudiantes de los institutos de gestión privada, quitándoles los mismos beneficios que se les brindan a los que asisten a los institutos del estado. Por ejemplo, en lo referente a los boletos de transporte gratis o el ingreso a espectáculos culturales. No queremos que haya “hijos y entenados”.

La libertad religiosa, por último, incluye también la libertad de enseñanza de la religión (no sólo la católica, también otras) en las escuelas del estado, para los padres que la deseen para sus hijos. Parece un sueño lejano, pero no habría que dejarlo en el cajón… En otros países de nuestro continente y de Europa se hace.

En síntesis: la celebración de la educación católica en nuestro país, es una pausa para la memoria, el agradecimiento y el compromiso.

Columna publicada en el Diario «Cambio» del viernes 15 de setiembre de 2015