Palabras y oración del Arzobispo de Montevideo en el acto de homenaje a “Los cuatro soldados caídos el 18 de mayo de 1972” frente al monolito ubicado en Av. Italia y Abacú.
Buenos días
He venido respondiendo a la invitación que me enviara el Gral. Juan Córdoba en su carácter de Presidente del Círculo Militar General Artigas.
Vengo para unirme con la oración al dolor de los familiares y los compañeros de estos soldados caídos en el cumplimiento de su deber. La oración por los difuntos no tiene bandera, ni color; ni otro fin, que ponernos delante de Dios y de su misericordia, con sentimientos de humildad, de justicia y de perdón.
Es también hoy fecha patria y es el día del Ejército. Una famosa tela de Blanes pinta al General Artigas, al final de la victoria de Las Piedras, observando al jefe vencido que entrega su espada al Pbro. Valentín Gómez. Aprendimos en la escuela que este gesto del primer jefe de los orientales fue para no humillar al vencido. La Iglesia estaba allí, presente en nuestra historia como instrumento de paz, de reconciliación, y de encuentro.
Los invito a unirse con la oración o el silencio, en la fe y en el respeto a las convicciones de cada uno, como es propio de nuestra sociedad plural.
Señor Dios.
En este día de recuerdo de tanto dolor,
te pedimos para que nunca más la violencia se adueñe de nuestra sociedad,
para que los orientales dirimamos nuestras diferencias en el respeto y el diálogo.
Por los soldados caídos en este lugar: que puedan contemplar la luz de tu rostro.
Concédeles Señor el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua.
Que descansen en paz.
Amén