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Pascua: Mons. Tróccoli invita a generar nuevos espacios de encuentro y solidaridad

By 20/04/2019No Comments

Milton Troccoli

La “Pascua es la fiesta de la Vida” destaca el Obispo de Maldonado y Secretario general de la Conferencia Episcopal del Uruguay (CEU), Mons. Milton Tróccoli, en su saludo pascual, y aclara que “cada vida es sagrada y su dignidad inviolable”.

Refiriéndose a los hermanos que llegan a Uruguay desde otros países “buscando una vida digna, y una nueva oportunidad para sus familias”, el Obispo invita a asumir una actitud pascual de “amor fraterno. que vence toda indiferencia” y que “mueve a buscar con creatividad la forma de generar nuevos espacios de encuentro y solidaridad”. En este sentido, afirma que “la Pascua no nos arranca de la historia, nos hunde en ella; no nos desentiende de los otros, nos abre generosamente al hermano. Tampoco nos encierra en un tiempo determinado, nos lanza a lo definitivamente nuevo de la plenitud de Dios. Creo que nos ayuda preguntarnos: ¿Qué me pide hoy el Señor Resucitado? ¿A qué hermanos y hermanas me envía hoy?”.

“Celebrar la Pascua es hacer transparente y comunicativa, en nuestra vida, la alegría de haber visto al Señor. Por eso esta fiesta siempre es una invitación serena y honda a la alegría”, subraya el Pastor, al tiempo que puntualiza que “ya no se trata sólo de ser individualmente alegres, se trata, sobre todo, de formar comunidades pascuales, que vivan e irradien cotidianamente la alegría del Evangelio. Jesús hoy vuelve a preguntarnos: “¿por qué tienen miedo?” (Mc 4,40). O también: “Mujer, ¿por qué lloras?” (Jn 20,15). El miedo y la tristeza son enemigos de una vida comunitaria plena”.

Mensaje Pascual de Mons. Milton Tróccoli

Obispo de Maldonado y Rocha

“Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor” (Jn 20,20).

Querida Comunidad Diocesana:

Celebrar la Pascua es hacer transparente y comunicativa, en nuestra vida, la alegría de haber visto al Señor. Por eso esta fiesta siempre es una invitación serena y honda a la alegría. Es la alegría de la victoria definitiva de Cristo sobre el pecado y la muerte, la alegría de la reconciliación del mundo con el Padre, que hace posible la unidad de toda la humanidad, la alegría de la nueva creación por el Espíritu Santo. Esta alegría es el signo de una existencia cristiana profunda; ya no se trata sólo de ser individualmente alegres, se trata, sobre todo, de formar comunidades pascuales, que vivan e irradien cotidianamente la alegría del Evangelio. Jesús hoy vuelve a preguntarnos: “¿por qué tienen miedo?” (Mc 4,40). O también: “Mujer, ¿por qué lloras?” (Jn 20,15). El miedo y la tristeza son enemigos de una vida comunitaria plena.

Pascua es la fiesta de la Vida; por consiguiente, la celebración de lo nuevo que hace Dios. La Pascua nos enseña a leer la historia desde adentro, y a valorar las cosas y las personas desde su dimensión más honda, contemplando a Jesús que no quita la vida, sino que entrega la suya amando. Valemos lo que la muerte de Cristo en la cruz. Por eso, cada vida es sagrada y su dignidad inviolable.

En los últimos tiempos, se ha multiplicado el número de hermanos que llegan de otros países de nuestro continente buscando una vida digna, y una nueva oportunidad para sus familias. Esto nos invita a la actitud pascual del amor fraterno, que vence toda indiferencia, y nos mueve a buscar con creatividad la forma de generar nuevos espacios de encuentro y solidaridad.

Porque la Pascua no nos arranca de la historia, nos hunde en ella; no nos desentiende de los otros, nos abre generosamente al hermano. Tampoco nos encierra en un tiempo determinado, nos lanza a lo definitivamente nuevo de la plenitud de Dios. Creo que nos ayuda preguntarnos: ¿Qué me pide hoy el Señor Resucitado? ¿A qué hermanos y hermanas me envía hoy?

Viviendo con autenticidad las fiestas pascuales experimentamos la alegría de un encuentro más hondo con Jesús, sentimos el compromiso de renovar profundamente algo en nuestras vidas y en las de nuestras comunidades, experimentamos la presencia viva de Jesús a nuestro lado.

Como nos recuerda el Documento de Aparecida: “La vida en Cristo incluye la alegría de comer juntos, el entusiasmo por progresar, el gusto de trabajar y de aprender, el gozo de servir a quien nos necesite, el contacto con la naturaleza, el entusiasmo de los proyectos comunitarios, el placer de una sexualidad vivida según el Evangelio, y todas las cosas que el Padre nos regala como signos de su amor sincero. Podemos encontrar al Señor en medio de las alegrías de nuestra limitada existencia y, así, brota una gratitud sincera”. (DA, 356)

Cuando hablamos de la vida nueva de los hijos de Dios, sin duda encontramos también a María Santísima, causa de nuestra alegría, Madre nuestra. En Ella – contemplativa y llena del Espíritu, mujer fuerte junto a la cruz– descubrimos el modo concreto de ser felices viviendo las bienaventuranzas del Evangelio. Con Ella queremos renovar nuestro compromiso de ser Iglesia que anuncia a Jesús, de Su mano queremos seguir comunicando la alegría y la esperanza inigualable de Jesucristo Resucitado.

En este tiempo de gracia, de corazón les deseo una Feliz y Santa Pascua.

Con la bendición del Señor.

                                          +Milton Tróccoli