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Mons. Daniel Sturla entrevistado por Semanario Hebreo

By 24/04/2014abril 30th, 2014No Comments

Sturla Semanario hebreo

Entrevista de Ana Jerozolimski

El Arzobispo de Montevideo, Monseñor Daniel Sturla (54) asumió recientemente su cargo, tras ser nominado para el mismo por el Papa Francisco. No cesa de sorprender y tener gestos que dignifican la altura de su cargo. Sobre varios aspectos relacionados a su trabajo y su visión de mundo, conversamos en un encuentro para el que nos recibió con gran calidez en su despacho en el Arzobispado en la calle Treinta y Tres.  Este es un resumen de lo hablado.

P: Monseñor Sturla, quisiera comenzar recordando que este año coinciden plenamente la Semana Santa cristiana con el Pesaj judío. ¿Qué les diría a las respectivas congregaciones?

R: Pesaj judío y la Pascua cristiana nos hablan de libertad, de liberación, de dejar las cadenas de la esclavitud e ir, de ser peregrinos hacia la tierra de la promisión .Entonces, un saludo cordial de Feliz Pesaj para toda la colectividad judía con el deseo de que puedan experimentar muy fuerte en su interior la libertad como el mayor don que Dios nos da, el que nos asemeja a él y también el hecho de poder pensar que como decía Juan Pablo II son nuestros hermanos mayores. También la celebración cristiana de la Pascua hunde sus raíces y tiene tantos elementos del Pesaj, así que puede ser una señal de paz entre nuestras religiones y entre todas las personas. ¡Shalom, paz!

P: Esta es también nuestra oportunidad de desear a todos los lectores cristianos, una feliz Semana Santa. Monseñor…¿cómo le va tratando su nuevo rol de Arzobispo de Montevideo?

R: Me está tratando muy bien porque hay mucha gente que reza por mí. Entonces uno se siente sostenido en esta tarea porque la verdad es que tengo mucho trabajo, hay muchas cosas entre manos y también muchas entrevistas que me piden, no sólo de la prensa, sino muchas audiencias que me están pidiendo. Espero que pase un poco la ola porque hay muchos temas que uno tiene que ir resolviendo en esta tarea, pero me siento sostenido.

P: ¿En qué consiste el trabajo del arzobispo de Montevideo en un país donde hay muchos creyentes, pero la religión y el estado están oficialmente separados, siendo Uruguay un país laico?

R: Yo creo que el laicismo típico uruguayo le da lugar a todas las expresiones religiosas y a la Iglesia Católica que está unida al nacimiento de la nación, características propias que son muy distintas al resto de América Latina, para no irnos más lejos.. O sea, hay una absoluta separación, una independencia. Creo que con el tema de la laicidad del sistema uruguayo hay un crecimiento hacia lo que llamo una laicidad positiva.

P: ¿Y qué quiere decir eso?

R: El laicismo que pretende decir es que lo religioso es un asunto privado y toda manifestación pública de lo religioso le molesta; en cambio, una laicidad positiva, reconoce por supuesto, la diversidad, la pluralidad, pero admite el hecho religioso y entiende que las distintas religiones en la medida también en que contribuyen a la paz, al bienestar de la gente, son un elemento social y público relevante. Entonces entonces entiendo que ahora, por ejemplo, yo asumí como arzobispo y he tenido a mi pedido entrevistas con el presidente de la República, el vicepresidente, la intendenta de Montevideo, pero luego ellos tuvieron la deferencia de venir a la asunción mía como arzobispo. También el Comandante en Jefe del ejército…Y había distintas expresiones religiosas presentes, entre otras, la colectividad judía lo que para mí constituyó una gran alegría.

P: ¿ En qué medida incide en el trabajo como obispo las características personales de cada uno? Su antecesor, Nicolás Cotugno, es conocido como de una línea más conservadora que usted. El presidente de la República dijo respecto a usted que “es el estilo de Francisco”…¿Qué le parece?

R: No voy a hacer comparaciones con nadie, pero es natural que influya lo personal. Hablemos respecto a los Papas: el Papa Juan Pablo II era muy distinto a Benedicto y Benedicto muy distinto a Francisco; cada uno en su momento y de acuerdo a su modalidad han hecho aportes diferentes. Creo que también se puede dar respecto a mi persona. A mí también me influye el hecho que soy nacido en Uruguay, hijo de uruguayos, estoy muy enraizado, tengo familia acá. Eso hace que conozca mucha gente y me da un elemento de cercanía en un país como el Uruguay, donde al final somos pocos y nos conocemos mucho. Entonces, si nos ponemos a hablar usted y yo, seguro encontraremos que tenemos gente en común. Uno se encuentra con un uruguayo en cualquier parte del mundo y se pone a hablar y encuentra que tiene gente en común. Todo eso me da una red de relaciones que es positiva.

P: Cuando el Papa Francisco decidió que usted sería el arzobispo de Montevideo ¿se planteó un programa de trabajo que elaboró con temas que quisiera promover?

R: En la dinámica de la Iglesia Católica uno no se presenta como candidato y no es que tenga un programa como un candidato político que arma su programa y pone su cara; acá no, a mí me llamaron, me eligieron y me pusieron al frente de la arquidiócesis sin que mediara, salvo mi aceptación, ninguna cosa de mi parte para llegar a este lugar. Entonces.. no es que tenga el programa hecho.
Hay cosas que son de mi vida y después, obviamente, como toda persona, uno tiene inquietudes. Para mí ha sido muy importante en este tiempo escuchar, aprender y compartir primero con los sacerdotes, después con los otros elementos que forman la iglesia, el pueblo de Dios en Uruguay y en Montevideo después. También están las orientaciones pastorales de los obispos. A todo eso se suman mis inquietudes personales que es lo que yo quisiera, como me parece ser que subraya el Papa Francisco, una iglesia de puertas abiertas, una iglesia que salga también a estar cerca de la gente y una iglesia con relaciones con todos y ahí el hecho ecuménico es fundamental.
También la relación con Israel y con el pueblo judío, con el pueblo de la antigua alianza , para mí es un elemento esencial. Son cosas que yo he ido descubriendo a lo largo de mi vida también y que para mí han sido muy importantes.

P: Para los judíos, por supuesto, es una gran cosa sentir la actitud de apertura que usted irradia..

R: Entiendo..Yo considero que un cristiano que profundiza en su fe se encuentra evidentemente hundido en la raíz de lo que nosotros llamamos el Antiguo Testamento ¿verdad? Yo pienso en la celebración de la Pascua, por ejemplo, que tenemos tan cerca. Yo hace unos años, preparando unas charlas para jóvenes sobre la Pascua traté de meterme en cómo era la celebración judía de la Pascua y realmente a mí me impactó y uno de los elementos fundamentales que creo que han sido una costumbre del pueblo hebreo del cual, entre tantas cosas, nosotros tenemos que aprender, es esa preocupación para que el niño pequeño pueda descubrir su tradición, su vivencia y pueda entrar dentro de la celebración que de algún modo es entrar dentro de la tradición y formar parte del pueblo .Y yo como religioso digo: ¡y ojalá también descubrir al Todopoderoso y tener una relación personal con él!

P: ¿Qué relación ha tenido hasta ahora con la colectividad judía?

R: En mi vida ha sido muy escasa, salvo que he tenido algún compañero judío de estudio en algún momento en la alianza Uruguay-Estados Unidos cuando era adolescente. Después he tenido en colegios católicos algún alumno que tenía una tradición judía o sangre judía por alguna ascendencia. Para mí ha sido una relación cordial porque es una persona, un cercano, sea lo que sea, su raza, su color de piel, su religión, su credo, su ideología política .Con la colectividad prácticamente no he tenido una relación que pase por lo institucional.

P: Como arzobispo ¿ le parece que sería bueno para ambas partes que la hubiera?

R: Creo que hay que cultivarla, decididamente sí. El año pasado, yo era obispo auxiliar de Montevideo. Me invitaron a un congreso organizado por el Congreso Judío Latinoamericano para jóvenes dirigentes de América Latina. Para mí fue una experiencia preciosa porque era la primera vez que estaba con un grupo judío propiamente que se reunían y por la cosas que escuché de los jóvenes latinoamericanos. Fue un rato muy importante para mí porque ahí escuché cosas valiosas. Hubo algo que me golpeó fuertemente, sobre todo, de un joven chileno.. Él había estado siempre en una escuela judía pero después había ido a una universidad que no era judía y dialogando con los compañeros chilenos, tan chilenos como él, escuchó la expresión: ¿pero vos que pensás de nosotros los chilenos? El  tuvo que aclarar que es tan chileno como ellos. Fue la primera vez que escuché una frase así dicha de un modo, con un dolor tan profundo y fue para mí como un descubrimiento . Y después la pregunta para mí porque dije: a ver, yo cuántas veces dije, yo he podido sentir de este modo..

P: Como si el criollo, en este caso el chileno, fuera menos..

R: O que fuera distinto, no tan chileno como éste. Él les había respondido obviamente: yo soy tan chileno como ustedes son chilenos. Esa experiencia muy sencilla para mí significó mucho.

P: Hubo una instancia muy especial en cuanto a la relación con los judíos, cuando usted asumió..

R: Claro. En la Catedral el 9 de marzo , fue mi mención a “los hermanos mayores” que lo hice con corazón. Pero lo más bonito no fue lo que dije sino el aplauso fuerte, espontáneo y prolongado que la gente hizo a la colectividad judía cuyos representantes habían venido a mi asunción. Eso fue muy emocionante. Creo que se habrán emocionado los miembros de la colectividad que estaban, pero yo también y muchos de los que aplaudíamos también nos emocionábamos porque fue un momento sublime. Yo lo miraba religiosamente y fue como una cuestión inspirada, del espíritu.

P: Así se sintió, sin duda. Realmente mucho cambió en las relaciones judeo-cristianas en especial desde el Concilio Vaticano II, la Nostra Aetate, con ese rol especial de Juan XXIII, Juan Pablo II, pero hasta que esto llega al pueblo lleva tiempo. ¿Cree que las cosas de fondo han cambiado realmente, los estereotipos, los prejuicios?

R: Es muy difícil siempre las generalizaciones; hay una mayor conciencia a todo nivel en el Uruguay contra la discriminación. Creo que es una realidad. Lo percibí también pensando en mi infancia, pensando ahora, pensando en lo que he vivido como educador en los colegios en los que he estado. Creo que hay una mayor conciencia en los jóvenes de tolerancia, de respeto a otro. Puede parecer contradictorio con algunas cuestiones que se dan, pero se dan más por la ruptura social del Uruguay, por la fragmentación social que lamentablemente se ha dado, pero desde el punto de vista religioso o racial o inclusive ahora que es un tema que está mucho en boga, la orientación sexual, creo que ha disminuido la intolerancia y la discriminación.

P: Usted ha tenido manifestaciones muy “liberales” en ese sentido. ¿El nuevo arzobispo de Montevideo se considera un hombre “liberal”?

R: La expresión liberal tiene significados totalmente distintos en el mundo. La connotación que tiene en el Uruguay la palabra liberal, neoliberal, no es la misma que en otras partes. No me gusta la palabra. Yo digo como arzobispo de Montevideo que lo que quiero es ser fiel al Evangelio, fiel al Evangelio desde un acuerdo a esta modalidad que brota del Concilio Vaticano II y que tiene en el Papa Francisco una expresión de cercanía con la gente . Y yo me siento muy identificado con la cercanía del Papa Francisco, siguiendo a Juan Pablo y a Benedicto en su estilo de una cercanía especial con el pueblo judío que es muy evidente.
En otras materias el Papa Francisco nos invita sobre todo a manifestar ¿qué cosa? Algo que también está en la en la entraña del ser cristiano que es el respeto a la persona humana por ser persona, más allá de toda otra consideración. Otra cosa es el hecho que hay toda una dimensión moral, pero mucho antes que esa dimensión en el sentido de condena moral, está el respeto a la persona humana y yo creo que eso es lo que trato sobre todo de vivir y de enseñar.

P: Hice mención a lo que expresara el presidente Mujica de su persona diciendo que tiene “el espíritu de Francisco”. ¿Se puede marcar una línea sobre qué tipo de arzobispo uno será?

R: Entiendo que sí, que la persona marca, pero yo quisiera no ser la persona que marca la historia de la iglesia en el Uruguay. Me suena a cosas muy grandes y a mí me gustaría que junto con los sacerdotes, con todos los que llamamos agentes pastorales, es decir, diáconos, religiosos, religiosas, laicos que están en la Iglesia, demos el rostro renovado de la iglesia en Montevideo, que no sea el arzobispo la única cara de la Iglesia, Claro, asumo la parte que me corresponde, pero me gustaría que fuera algo más compartido.

P: Hablando de fe, hubo un debate intenso entre usted y Carlos Maggi en la radio tiempo atrás donde Maggi decía que a veces querría ser creyente y usted decía que a veces querría ser ateo. ¿Es difícil en ocasiones cuando se vive en un mundo como el de hoy lidiar con el tema de la fe cuando unas veces uno se pregunta: dónde estaba Él?

R: Así es. Ese diálogo fue hace unos tres años. Bueno.. el gran desafío para el creyente es el sufrimiento inocente. Ese problema se lo plantea también la Biblia, también el Libro de Job es todo el libro sobre el sufrimiento del inocente y para mí también ver el sufrimiento inocente es un desafío a mi fe. De ahí esta conversación con Maggi en que tangencialmente salió ese tema de la envidia del no creyente hacia el que tiene fe y yo le decía: yo por momentos envidio al ateo.
¿En qué sentido lo decía? En el sentido que, supongo yo, para un no creyente cuando muere un niño ¡Qué mala suerte! Y para un creyente cuando muere un niño es decir: Señor,¿dónde estabas ante la muerte de este niño? Y entonces es un desafío a la fe creer en el dios bondad ante una injusticia, ante una atrocidad.
Aquí en Montevideo, la semana pasada, murió una madre con tres chiquitos en un accidente en villa García. Vaya…¿ dónde estaba Dios en ese momento? Pienso que como se ha dicho más de una vez, el Holocausto ha significado una interrogante del creyente hacia el señor. Bueno, no es indiferente el preguntarse: Señor¿ dónde estabas tú? Uno después lo responde en la fe, cargado de esperanza en que el Señor sigue presente.

P: Es interesante que menciona también el tema del Holocausto ya que también entre los judíos que lo padecieron, hay diversidad de opiniones respecto a qué hizo eso a la Fe..

R: Hay un relato que me gusta mucho de dos rabinos en un campo de concentración que están hablando y llegan a la conclusión de que Dios no existía porque no podía existir el sufrimiento de Israel .Y después de llegar a esa conclusión dicen: bueno, ahora recemos…

P: Conozco a sobrevivientes del Holocausto que a raíz de esta tragedia perdieron la fe y aquéllos que por el contrario, se aferraron a la fe. Reacciones tan diferentes… y se pueden entender ambas ¿verdad?

R: Yo creo que sí. Lo mismo, sin llegar a ese extremo, lo ves frente a situaciones como la muerte de un hijo ..y hay gente que hace un rechazo a la fe.

P: ¿La fe es un camino que colma la vida de sentido?

R: Totalmente, para un religioso, para alguien que hace promesa de celibato, voto de castidad, si la fe no llenara la vida hasta el punto de colmar también afectivamente a la persona ¿qué sentido tendría esto que hemos prometido y que vivimos?

P: ¿Puedo preguntarle si se siente realizado?

R: Yo me siento un hombre realizado, también con mis dificultades, frustraciones. La palabra puede sonar muy gruesa, pero me siento un hombre pleno, un hombre colmado. Cuando me encuentro con mis compañeros de colegio a los que quiero mucho y nos encontramos relativamente seguido, yo me siento alguien que en la vida, al igual que ellos, se siente realizado de distinta forma. Me siento muy realizado con mi vida de un hombre que ha optado por el celibato en el servicio a Dios y al prójimo.

P: Gracias mil por su tiempo Monseñor Sturla.

R: Gracias a ti Ana.