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Mons. Bodeant: 34ª Jornada Nacional de la Juventud, ¡Cuántas vidas cambiaron!

By 03/09/2012septiembre 14th, 2012No Comments

«Encontrate con Cristo: tu vida cambiará». Más que un lema, una promesa, el de la 34ª JNJ de Uruguay.  ¿Cómo medir el cambio en la vida de una persona, a partir de un evento de dos días? ¿Cómo medir cuántas personas vivieron realmente ese cambio? Y la pregunta más fuerte: ¿cuánto durará ese cambio de vida?

Vengo de compartir con más de cuatro mil jóvenes la trigésima cuarta Jornada Nacional de la Juventud, convocada por la Comisión Nacional dePastoral Juvenilde la Conferencia Episcopal del Uruguay (perdonen lo largo, pero es que pienso en los muchos que leen desde fuera de Uruguay, y que no necesariamente entienden nuestras siglas JNJ, CNPJ, CEU).

Pensar que ésta es la 34ª Jornada me dice mucho. Tengo 57 años, y he vivido de muchas maneras las JNJ. En 1979, integrando el Equipo Nacional de PJ como joven delegado de la Diócesis de Salto, participé en la preparación de la primera, que se hizo en Montevideo con el lema «Tenemos la esperanza de construir el mañana unidos», tomado prestado de una canción del grupo español Jarcha. No pude estar en esa primera. Ese año, previo a mi entrada al Seminario, yo trabajaba de mañana como adscripto en el Liceo de Young, de tarde tenía un segundo año en la Escuela 52 y algunas noches tenía práctica del profesorado de historia que hacía en Paysandú; no sé de dónde sacaba tiempo para la PJ. Al año siguiente, ya en el Seminario, estuve en la segunda JNJ, «Nuestro pueblo necesita nuestra fuerza». Fuerza necesitábamos para que no nos barriera el temporal en el Liceo La Mennais, donde se hizo la jornada.

Y así seguimos: Paysandú, Mercedes, Minas… Ayer de mañana, en el momento de oración en Playa Mansa, recordé el momento de oración de la jornada de Minas. Sentados en gradas, rodeados de cerros, celebrando la Luz de Cristo con velas encendidas y el amanecer que fue abriéndose ante nuestros ojos. Creo que fue la JNJ que tuvo más gente. Y debe ser así, porque todavía hoy me encuentro gente de mi generación y hablando nos encontramos que ambos estuvimos en Minas.

Viví luego varias jornadas como sacerdote. Recién ordenado, me tocó acompañar en un año de transición al P. Horacio Penengo, que dejaba la asesoría de la Diócesis de Salto que yo asumí después. La jornada del 94 enTreintay Tres me encontró como párroco en Sagrado Corazón de Paysandú. No fui, pero allá fueron los jóvenes de mi parroquia. Otra manera de seguirse sintiendo parte. En 2003 fui nombrado Obispo Auxiliar de Salto y en la CEU mis hermanos me eligieron como presidente de la CNPJ. Allí estuve seis años, y me tocaron dos JNJ de concentración nacional única: Melo en 2005 (como para que fuera conociendo la Diócesis en la que ahora estoy) y Tacuarembó en 2008, la 30ª JNJ.

En Melo animé a que celebráramos diocesanamente las JNJ, y así fue en 2009, 2010 y 2011 y ahora me he alegrado enormemente con la presencia de tres ómnibus de nuestra diócesis: uno de Melo, otro deTreintay Tres y el tercero de los jóvenes vinculados a la familia Salesiana, que vivieron su tradicional «Acampada» previa y luego se unieron completamente a la JNJ.

Pero volvamos a las preguntas que me hacía al principio. El sábado de mañana, antes de salir para Maldonado, los jóvenes del ómnibus de Melo (Fraile Muerto, Tupambaé, Santa Clara, Catedral, Buen Pastor, San José Obrero) y deTreintay Tres (Río Branco, San José Obrero, Cruz Alta) se encontraron en la parroquia San José Obrero deTreintay Tres para celebrar la Eucaristía y recibir el envío, simbolizado en una pañoleta verde. El Evangelio proclamado fue el texto propuesto como motivación para la jornada: la curación del ciego Bartimeo narrada por Marcos. En la homilía, animé a los jóvenes a vivir el lema: buscar el encuentro con Cristo. Buscarlo, en primer lugar, en los hermanos: los compañeros de viaje y los demás jóvenes que encontráramos en los diferentes momentos de la jornada. Buscarlo en la oración, en la escucha de su Palabra, en el Sacramento de la Reconciliación y, sobre todo, en su presencia en la Eucaristía, presencia que íbamos a adorar el sábado y a recibir el domingo.

Por supuesto, no tengo manera de medir la intimidad de cada uno, pero los frutos se manifiestan. Del encuentro con Cristo vienen los frutos del Espíritu Santo: amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí (Gálatas 5,22-23). Muchos de ellos fueron visibles en los jóvenes a través de los diferentes momentos de la JNJ.

¿Cuánto puede durar esto? A pesar del corto tiempo (tres años) que pasaron con Jesús, hay un largo camino recorrido por los discípulos desde que «al instante, dejando las redes, lo siguieron» (Marcos 1,8) hasta el momento en que escuchan al Maestro decir «ustedes son los que han perseverado conmigo en mis pruebas» (Lucas 22,28)… y el Evangelio nos muestra que todavía les falta pasar por la prueba más grande, porque aún no ha tenido lugar la pasión y muerte de Jesús.

Por eso empecé pensando en los 34 años de jornadas. Si algunos simplemente «pasaron» alguna vez, y eso no fue más que un momento de entusiasmo, muchos han -hemos-  perseverado. Y no me refiero a seguir participando en las JNJ, sino en el seguimiento de Jesús, a quien hemos encontrado. Como los discípulos del Evangelio, sabemos que aunque hayamos perseverado, con todas nuestras fallas y debilidades, seguiremos encontrando pruebas, y lo seguiremos encontrando a Él en el camino.

Miro a estos jóvenes de 2012, muchos de ellos jovencitos, adolescentes. Muchos viviendo los normales dolores del crecimiento, de la búsqueda de su propia identidad y de su propio camino en la vida, algunos más marcados por otras situaciones de nuestro tiempo que los enfrentan a nuevos problemas familiares. Muchos viviendo las vicisitudes de la búsqueda de la amistad sincera. Los mayores, sintiendo el llamado a un compromiso serio con Jesús en su vida de estudio, de trabajo, de formación de su pareja o la pregunta por una vocación de especial consagración.

Una generación diferente, con otro mundo, nacido en otra plataforma… pero teniendo que pelear su propia batalla. Para ellos pido que este encuentro con Cristo que han vivido sea un verdadero «acontecimiento», mucho más que un «evento»: algo que realmente toque su vida, la cambie y deje frutos que el tiempo permita aquilatar.

En nuestro tiempo de tanta «comunicación» mediatizada por las TIC, la JNJ nos ayuda a ver todo lo que vale el encuentro cara a cara, ir sentados «de a cuatro» en dos asientos del ómnibus para charlar, compartir una carpa, encontrarse en un grupo con gente de todos lados (y anotarse el FB de todos, claro), pero también, y lo digo desde lo que viví el sábado de noche, escuchando confesiones, lo que vale el Sacramento de la Reconciliación como encuentro con Jesucristo en la mediación de sus sacerdotes.

En los años en que, intermitentemente, he seguido más de cerca las decisiones que se toman en torno a la JNJ, me ha tocado escuchar, más de una vez, a quienes ponían en duda la oportunidad de continuar la JNJ. A veces eran los jóvenes ya mayores, que habían vivido la suya y que no veían que los nuevos que iban llegando estuvieran para aquello que ellos vivieron. Sin embargo, los nuevos lograban siempre rescatar la JNJ y darle su propia impronta. La JNJ 2012 fue el resultado de muchísimos esfuerzos de la CNPJ, de la Diócesis de Maldonado-Punta del Este y de las comunidades detrás de cada grupo participante y de cada joven en especial. El Padre nos regaló dos hermosísimos días, en un precioso rincón de su Creación para que viviéramos este encuentro con su Hijo, en la alegría del Espíritu Santo. La JNJ pasó; pero que el Encuentro con Cristo quede como semilla, como levadura, en el corazón de todos para que nuestra vida cambie en Él.

+ Heriberto, Obispo de Melo