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La Misericordia y los “defectos” de Jesús: Reflexión de Mons. Pablo Galimberti

By 11/12/2015diciembre 18th, 2015No Comments

obispo

La “Misericordia” es “un amor que sorprende, se regala y supera expectativas” explica el Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, en su última columna semanal del Diario “Cambio” que dedicó a explicar la razón por la que el Papa convocó un Jubileo de la Misericordia.

El Obispo asegura que “la puerta de la misericordia, que es Jesús el Hijo de Dios, no se cierra a nadie”. “Y lo asombroso es que cada uno es único. Y a todos convoca a ponerse a la escucha de su palabra y seguir sus pasos”, puntualiza. “Si alguno queda afuera es porque se ha autoexcluido”, subraya Mons. Galimberti.

“Las preferencias del amor de Jesús desconciertan”, señala el Obispo de Salto, al tiempo que señala que “sorprende que (Jesús) no le tiene asco al delincuente, ladrón, adúltero, propenso o encadenado a cualquier adicción”. “¿No es esto revolucionario en una sociedad donde estamos más conectados pero a la vez más solos? Y los demás, aunque sean `un millón de amigos´ son `contactos´¨, plantea el Obispo.

El Pastor, al referirse a la Misericordia de Jesús, alude en su columna al Cardenal van Thuan (Vietnam), que pasó 13 años en la cárcel y 9 de ellos en régimen de aislamiento, quien ha evidenciado los “defectos” de Jesús: no tiene buena memoria, no sabe de matemáticas, no sabe de lógica, es un aventurero y no entiende ni de finanzas ni de economía.

Año de la Misericordia

¿Para qué?

Mons. Pablo Galimberti

Varias personas me preguntaron para qué el Papa Francisco ha convocado a un “Jubileo” de la misericordia. Antes que fijarse en un almanaque, ha tomado el pulso a múltiples clamores del mundo actual.

1. La Biblia (Levítico cap. 25) refiere una lejanísima práctica. Así como para el hombre se prescribe un día de descanso cada semana, así también a la tierra, sometida al trabajo incesante del agricultor, se le concede un año de descanso. El motivo de esta ley era múltiple: reconocer a Dios como dueño supremo de la tierra; permitir al suelo la recuperación de las fuerzas exhaustas por la explotación del hombre y socorrer a los pobres dejándoles los productos espontáneos de un año entero.

Lo mismo se practicaba en el año quincuagésimo, llamado jubilar por el “yóbel” o cuerno de carnero que se empleaba como trompeta para anunciar solemnemente su comienzo.

Este Jubileo tenía enorme importancia para la economía y la vida social del pueblo hebreo. Se debía dar libertad a todos los esclavos; los bienes rústicos que de cualquier forma hubieran sido hipotecados o enajenados, volverán a ser propiedad del dueño primitivo

2. “Misericordia” es un amor que sorprende, se regala y supera expectativas. Basta observar los gestos de Jesús. Ocurren en cualquier día, incluso el sábado (para escándalo de muchos). En cualquier escenario: en el mar de Galilea, calmando la tormenta en la barca. En una boda convierte agua en excelente vino. O al buen ladrón, crucificado a su lado le regala el paraíso para “hoy”.

Todos entramos en ese océano de un corazón sin fronteras. Ciegos, leprosos, paralíticos, mujer adúltera, gente repudiable como los cobradores de impuestos que recaudaban para Roma, muchedumbres hambrientas, paralíticos, sordos, poseídos por espíritus tenebrosos, insatisfechos y buscadores de algo nuevo. El mensaje es claro: la puerta de la misericordia, que es Jesús el Hijo de Dios, no se cierra a nadie. Y lo asombroso es que cada uno es único. Y a todos convoca a ponerse a la escucha de su palabra y seguir sus pasos. “El que me sigue no andará en tinieblas”.

Si alguno queda afuera es porque se ha autoexcluido. Quizás seguros de sus méritos conquistados con rigurosas prácticas, que los han convertido en jueces despiadados de todos pero ciegos para descubrir la viga que impide reconocer su propia ceguera.

Sorprende que no le tiene asco al delincuente, ladrón, adúltero, propenso o encadenado a cualquier adicción. ¿No es esto revolucionario en una sociedad donde estamos más conectados pero a la vez más solos? Y los demás, aunque sean “un millón de amigos” son “contactos”. A veces incluso que las relaciones se convierten en vínculos prepotentes y violentos.

Las preferencias del amor de Jesús desconciertan. El Cardenal van Thuan (Vietnam) que pasó 13 años en la cárcel y 9 de ellos en régimen de aislamiento, habla sobre los “defectos” de Jesús.

El primero: Jesús no tiene buena memoria. Baste el ejemplo de la pecadora que derramó perfume en sus pies. Jesús no le pregunta nada sobre su pasado escandaloso y dice: Quedan perdonados sus muchos pecados porque ha mostrado mucho amor (Lc 7,47).

El segundo: Jesús no sabe matemáticas. Lo demuestra la parábola de la oveja perdida; deja las 99 para salir detrás de una. Uno equivale a 99. Cuánta sencillez sin cálculo.

Tercer defecto: Jesús no sabe de lógica. Vean a la mujer que pierde una moneda de plata y cuando la encuentra llama a sus vecinas y les dice: Alégrense conmigo porque la encontré! Es ilógico molestar a sus amigas y gastar en la fiesta mucho más de lo que recuperó.

Cuarto defecto: Jesús es un aventurero. Nada que ver con los candidatos a elecciones, llenos de atractivas promesas. Jesús les propone: Felices los pobres, los que lloran, los perseguidos… Pero los discípulos confiaban en aquel aventurero y desde hace dos mil años y hasta el fin del mundo no se agota el grupo de los que siguen a Jesús.

Quinto defecto: Jesús no entiende ni de finanzas ni de economía. Recordemos la parábola de los obreros de la viña: ¿cómo se le ocurre pagar a quien empieza a trabajar a las cinco de la tarde lo mismo que a quien empezó de madrugada?

Por hoy dejamos.

Columna publicada en el Diario «Cambio» del 11 de diciembre de 2015