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¿Qué hablaron Mons. Nicolás Cotugno y el Papa Francisco en su encuentro?

By 20/09/2013septiembre 27th, 2013No Comments

El Quincenario «Entre Todos» de la Arquidiócesis de Montevideo publica en la edición que se publica esta semana una entrevista al Arzobispo, Mons. Nicolás Cotugno, en la que narra los entretelones de su reciente encuentro con el Papa Francisco en la que le presentó su carta de renuncia al llegar el sábado 21 a los 75 años de edad.

Un encuentro entre amigos

Encuentro de Mons. Nicolás con el Papa Francisco

El pasado 5 de setiembre, el Papa Francisco recibió en audiencia privada al  Arzobispo de Montevideo, Mons. Nicolás Cotugno. A su regreso a Montevideo, el Equipo de Entre Todos le realizó una breve entrevista donde compartió, en forma espontánea, algunos detalles de este encuentro. 

¿Cómo surgió este encuentro con el Papa Francisco?

Cuando el Cardenal Bergoglio fue elegido Papa, le envié un saludo personal y de parte de toda la Arquidiócesis. ¡Fue un acontecimiento histórico! ¡Primer Papa latinoamericano!

Y me respondió con una carta diciéndome: «no estoy hecho a la cosa todavía», como dice él, dando a entender que estaba organizándose recién. Pero me puso también: «Estoy a tu disposición».

Cuando estuvimos en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, en el encuentro con los Obispos saludaba a los Obispos que estaban en la primera fila, y evidentemente lo saludé y él se detuvo. Le digo: «Cotugno, de Montevideo» y me dijo: «¡Como si no te conociera a vos!» Se dio una relación inmediata de cercanía y al secretario que estaba atrás le di a entender que tenía un encuentro pendiente, y en poco tiempo me respondió que el Papa me recibiría el  jueves 5 de setiembre a las 12.

Entonces preparé la ida a Roma para verlo, y al mismo tiempo pensé, que, ya que voy, como el 21 de setiembre cumplo los 75 años, y de acuerdo a las normas del Derecho Canónico tengo que presentar la renuncia, y entonces le presenté esta carta en nuestro encuentro personal.

¿Qué podría compartirnos de este encuentro?

En la carta, donde le decía que lo quería saludar, le hice referencia a la función de Pedro entre los Apóstoles y la función de Pedro de confirmar a sus hermanos en la fe.

Y le decía a él como sucesor de Pedro, que yo tenía ganas de verlo y que tenía necesidad de que él me confirmara en la fe.

Desde una perspectiva de absoluta disponibilidad, a través del discernimiento del Obispo de Roma le presenté la situación actual de la Fraternidad Contemplativa «María de Nazareth», que él ya conocía. Le hice referencia a una carta que él hizo cuando era Arzobispo de Buenos Aires presentando la Fraternidad al Pontificio Consejo para los Laicos. Hablamos mucho y largo rato de la experiencia y el carisma de la Fraternidad, de la contemplación, de una Iglesia de discípulos misioneros realmente testigos del resucitado.  Al finalizar este tema me aseguró que iba a leer y profundizar en todo el material que le dejé sobre la Fraternidad.

Compartimos la necesidad de que la Iglesia recupere en su misión evangelizadora la frescura de los primeros tiempos, donde la cercanía y la comunión con Jesucristo resucitado se experimente realmente viva. Fue una linda conversación en la que también hablamos sobre la causa del Siervo de Dios de Mons. Jacinto Vera.

Y en un momento le pregunté: ¿Estás contento? y me dijo con una sonrisa y profundidad enorme: «Estoy feliz, porque estoy haciendo lo que Dios quiere de mí».

Y conversamos acerca de cómo está orientando a la Iglesia en este tiempo y cómo hay tanta gente contenta con su pontificado, un pastor con olor a oveja que está cerca de la gente, un pastor con olor a Cristo. Y es conmovedor ver su testimonio de austeridad, de entrega, de alegría, de sencillez, de humildad, de cercanía con todos… es realmente impresionante.

Él quiere una Iglesia pobre para los pobres, y se siente profundamente Obispo de Roma, y en cuanto tal sucesor de Pedro, cuyo primado lo vive desde el servicio, la cercanía, el amor y te lo hace sentir.

¿Algo más que quisiera compartir?

Al final, sentí la necesidad de arrodillarme delante de él, sabiendo que es el Vicario de Cristo, Obispo de Roma, pidiéndole una bendición especial para toda la Provincia eclesiástica del Uruguay, para toda la Arquidiócesis de Montevideo, para todos nosotros, para que podamos ser la Iglesia que él sueña.

Y le aseguré que rezaríamos todos por él. Porque desde que lo conozco él dice siempre: «rezá por mí», y siempre ha sido así.  Él asumió como Arzobispo de Buenos Aires en 1998, el mismo año que yo de Montevideo. Y por eso teníamos una relación de cercanía permanente, incluso en Aparecida convivimos casi un mes en el 2007. De hecho hablábamos muy seguido, y lo consultaba muy a menudo pidiendo su consejo. Muchas cosas las hice siguiendo su consejo y otras no las hice porque él me desaconsejaba. ¡Siempre fue muy cercano!

Le prometí enfáticamente: «Quedate tranquilo que rezaré por ti y te doy mi palabra que voy a pedir a todos en Montevideo, en todas las oportunidades que tenga, que recen por ti». Por eso aprovecho para pedirle a todos a través de Entre Todos, que recen por el Papa Francisco, a quien queremos entrañablemente. Recen para que el Señor lo siga guiando y lleve la barca de Pedro, «mar adentro» en su Palabra.