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Discurso de bienvenida al Cardenal Daniel Sturla del Dr. Mario Cayota

By 20/03/2015marzo 27th, 2015No Comments

 Cayota

Damos hoy nuestra bienvenida, realmente alborozados, a nuestro Cardenal, a Su Eminencia Daniel Sturla Berhouet. La presencia del pueblo aquí reunido, reconoce el alto honor que el Uruguay ha recibido por la histórica resolución del Papa Francisco, pero también esta bienvenida expresa el profundo aprecio que ya siente este pueblo por el Arzobispo de Montevideo, nuestro hermano Daniel.
Congregados en esta histórica plaza, creyentes y no creyentes, ello asimismo es un claro símbolo de respetuosa convivencia, propia de una plural sociedad pautada por una sana laicidad, positiva y madura, que enmarca el ámbito de convergencia de las diversas comunidades espirituales que conviven en el País y que hoy se hacen aquí presentes.

Pero, si en este clima, es motivo de satisfacción para la sociedad uruguaya la designación de Mons. Sturla Berhouet como Cardenal, es obviamente, ocasión de ferviente regocijo para la comunidad católica aquí reunida.
Como lo acabamos de expresar, la designación de Daniel Sturla es un hecho relevante para la Iglesia uruguaya y el País, pero esta designación es también una alegría para la Patria Grande de nuestro Continente, Patria Grande tan apreciada por nuestro querido Papa Francisco. Ella, asimismo, forma parte de lo que los católicos llamamos la “Historia del Pueblo de Dios”. De ahí que la comunidad cristiana aquí reunida, trascendiendo el tiempo y el espacio, incorpore con su recuerdo en esta celebración, a quienes en el ayer dieron de ella testimonio, convocándolos también a estar hoy, aquí en la Plaza Matriz.

No estamos pues solos, nos acompañan aquellos que como discípulos de Cristo-Jesús ayudaron a construir el Uruguay en que vivimos. Al hacer memoria de ellos, no nos anima un espíritu triunfalista o un propósito sectario. Estamos convencidos de que el Uruguay es obra de todos, de creyentes y no creyentes. Tenemos entonces, una visión poliédrica, que evitando la mirada unilateral, hace posible que nos unamos en una aspiración común: la felicidad de nuestro pueblo.

Con este espíritu recordamos y se hace presente el heroico clero patriota de la Patria Vieja, como así los nueve frailes franciscanos, -ilustres catedráticos de la Universidad de Córdoba-, expulsados de Montevideo por su apoyo al proyecto artiguista.
Proyecto artiguista del que ahora se cumplen doscientos años a través de su Reglamento de Tierras del año 1815; el cual consagrara, como sabemos, el principio de que: “los más infelices sean los más privilegiados”.

Nos encontramos en la histórica Plaza Matriz, sitio donde como sabemos, se juró la primera Constitución de la República, reunidos en este lugar no podemos dejar de recordar al Presbítero Lázaro Gadea, que como integrante de la Asamblea Constituyente fue quien propuso y obtuvo que nuestro País se llamara República Oriental del Uruguay.

Si en este tan particular momento, a través de algunos referentes ejemplares que hemos mencionado, nos acompaña el pasado, también está aquí, en esta Plaza, el presente, simbolizado por nuestros obispos, el Clero, las religiosas y religiosos, las laicos y laicos que trabajan en la edificación de la Arquidiócesis, la Iglesia y la sociedad uruguaya.

Pero Su Eminencia está también acompañado, y por sobre todas las cosas, por el Evangelio y la persona de Jesús, de la que es testigo y anunciador. Anuncio y testimonio que es asimismo solidaridad y cercanía con la sociedad en que se vive, particularmente con los más pobres y marginados.
Afirma el Concilio Vaticano II, en su Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual: “Los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de los hombres de la época actual, son también los gozos y esperanzas, las tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada auténticamente humano se encuentra que no halle eco en su corazón”.

Con gran alegría, podemos afirmar que nuestro Cardenal Daniel Sturla, encarna con su palabra y acción los principios enunciados.

Se ha definido al Uruguay como “el País de las cercanías” y vaya si Daniel Sturla encarna como hombre y sacerdote esta cercanía!. Mucho podríamos decir del Padre Sturla, como pedagogo, historiador, y superior de su Congregación Salesiana, pero es en este particular perfil de su personalidad que queremos detenernos. Junto a sus profundas y firmes convicciones, que no disimula, trascendiendo el protocolo, su estilo humilde y cordial, le permite recibir y dialogar con todos aquellos que se lo piden. Es esa su cercanía y tal como lo recuerda el Concilio, la que le permite vibrar con los problemas, con los gozos y tristezas de nuestro Pueblo.

Sabemos que no gustará al Cardenal que se hable así de su persona, pero ésta será otra de las tantas cruces que deberá llevar.

Cuántas anécdotas podrían contarse de la cercanía del hermano Daniel con el prójimo. Pero no es sólo su cercanía sino su actuar a favor de quienes lo necesitan, una de sus características. Inspirado en el ejemplo de Don Bosco, que en la lejana Turín así lo hiciera, Sturla ha dedicado su vida a los jóvenes, a los más pobres, incluso a los más descarriados, también a los excluidos que tanto preocupan al Papa Francisco.

Es por todo ello, que hoy damos fervientes gracias al Obispo de Roma. Estamos seguros que la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”, -recientemente promulgada por el Papa-, a impulso de nuestro Obispo, es y será, norte y guía de la Arquidiócesis de Montevideo. En esta su labor pastoral, los fieles de su Arquidiócesis nos comprometemos a secundarlo.

Se ha afirmado en acertado concepto que “las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma”. Pero no obstante tener nosotros nuestra alma desbordada, queremos decirle:

¡Por muchos años, Cardenal Daniel Sturla, queremos tenerlo entre nosotros!, siempre que el Señor y el Cónclave no decidan otra cosa.

Así sea.

 

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