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Mons. Pablo Galimberti reflexiona sobre «Estado Islámico: ¿guerreros o qué?

By 15/06/2015junio 19th, 2015No Comments

pablo10

El Estado Islámico, feroz organización fundamentalista, irrumpió en Irak y Medio Oriente hace un año. En su despliegue avasalla vidas humanas, impone a la fuerza pautas de convivencia y vilipendia otras tradiciones culturales.

Sus militantes, los yihadistas, de blanco y negro, con mazas y martillos neumáticos arremeten contra estatuas de antiquísimas civilizaciones conservadas en el parque arqueológico, patrimonio de la humanidad, de  Mosul, la antigua Nínive bíblica, en Iraq.

Mosul, dominada por el yugo yihadista, se ha convertido en una gran cárcel a cielo abierto. El jeque Mahum Shahwani, nacido en Mosul, asegura que en toda su historia la ciudad jamás había vivido un asedio tan asfixiante donde rige una estricta interpretación de la ley islámica

Nuestra civilización occidental, los árabes y otras, han aprendido mucho de los tesoros de la antigua Mesopotamia. De ahí provienen ideas, reflexiones y observaciones que trazaron el mapa de las estrellas, dibujaron las constelaciones y propusieron el zodíaco. Allí nacieron también nociones médicas y científicas, invenciones míticas, literarias, sobre agricultura… También propuestas para la convivencia entre pueblos y civilizaciones.

Pero no sólo han embestido contra monumentos de piedra. Dejemos ese balance a la Unesco. Lo más trágico es el desprecio olímpico hacia los que no se alinean en todo con ellos. Como es el caso de la destrucción de una mezquita chiita. Con ellos el futuro es incierto. Sobre todo para las mujeres, obligadas a cubrirse de pies a cabeza. Hasta los maniquíes deben ser cubiertos con velo negro.

El sometimiento de la mujer es tremebundo. Zainab Bandura, enviada de Onu que visitó Irak y Siria recientemente, denunció las atrocidades que le relataron mujeres y niñas escapadas de su cautiverio. El grupo Estado Islámico vende en mercados de esclavos a adolescentes secuestradas por lo que cuesta una caja de cigarrillos. Algunas mujeres se quitan la vida antes de ser abusadas y convertidas en esclavas sexuales. Cientos, quizás miles de mujeres fueron obligadas a casarse, vendidas u ofrecidas a combatientes yihadistas o a simpatizantes.

Sin embargo, esta guerra sucia con sabor a religión musulmana es resistida por otros grupos dentro de esta riquísima pero heterogénea tradición musulmana. Así por ej. la minoría yazidí, que habita en el norte de Irak, considerada como hereje por los yihadistas del Estado Islámico, es víctima de las atrocidades cometidas por estos extremistas seguidores de la rama sunita del Islam.

Se han difundido escenas donde varones homosexuales son arrojados desde un alto edificio ante espectadores. El colmo: hasta ver fútbol internacional se castiga con 80 latigazos. Los cigarros y el narguile (pipa de agua) quedaron prohibidos y quien se atreva a vender tabaco será decapitado.

Los combatientes del Estado Islámico siguen una interpretación del islam suní conocida como salafismo, que considera idolatría la veneración de estatuas y tumbas.

Los combatientes del Estado Islámico, que han proclamado el “califato” tienen vinculaciones con las corrientes intransigentes del Islam radical de matriz wahabita. Es una rama también llamada salafismo. Para ellos es idolatría venerar estatuas o tumbas. A esta se afilió inicialmente Osama Bin Laden en su primer período de lucha contra la monarquía de Arabia Saudita.

El desarrollo de esta rama del Islam tomará en el siglo 18 preponderancia y planteará, entre otras cosas, el concepto de martirio en nombre de la yihad. Este concepto del Islam indica la obligación religiosa de los musulmanes de mantener su religión, asegurando a quienes morían en batalla el acceso inmediato al paraíso.

La audacia y crueldad de estos “guerreros negros”, como hoy los del EI son sus distintivos. Y muchas ciudades se sometieron al avance de estos guerreros sin disparar un tiro.

Los antecedentes e ingredientes religiosos, históricos, ideológicos, políticos y económicos de este grupo plantea la gran pregunta: ¿en qué frentes hay que combatir esta guerra? ¿qué consecuencias dejará para el futuro?

>> Columna publicada en el Diario «Cambio» del viernes 12 de junio de 2015