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Mons. Pablo Galimberti ofrece seis respuestas para las preguntas sobre Dios

By 29/06/2018No Comments

galimberti

El Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, ofrece seis respuestas a la pregunta “¿Por qué nos preguntamos sobre Dios?”.

En su columna semanal en el Diario “Cambio”, el Obispo recuerda que “Dios se comunica a través de múltiples caminos y circunstancias. Y son muy variadas las maneras de descubrirlo”. Sin embargo, “los ateos piensan que Dios no existe. Lo agnósticos que Dios no habla”, mientras “los creyentes creemos que Dios no calla”, destaca. “A veces…quienes lo ignoran empiezan a escucharle en el inmenso lenguaje de las galaxias, en el idioma de la genética, en los números increíbles de la física atómica, en la lengua inefable del amor y  también en el significado desconcertante del dolor”, acota.

 

Preguntas sobre Dios
¿por qué?

Mons. Pablo Galimberti

Dios se comunica a través de múltiples caminos y circunstancias. Y son muy variadas las maneras de descubrirlo. Muchos, entre los cuales me incluyo, hemos dado los primeros pasos dentro de la propia familia. Aunque esto resulta insuficiente, obliga a escarbar más adentro.

Las voces de afuera se mezclan con las razones del corazón obligando a madurar la fe en medio de las confusiones y entreveros que hoy abundan en nuestra sociedad. La confusión está a la mano.

El camino hacia la fe es diverso en cada persona. Antonio Machado expresa: “Converso con el hombre que siempre va conmigo, quien habla solo espera hablar a Dios un día”.

Recientemente la prensa difundió declaraciones ofensivas para católicos y evangélicos del presidente de Filipinas Rodrigo Duterte: “Creaste un paraíso perfecto ¿por qué hiciste que una serpiente les diera una manzana y los tentara?” La ignorancia burda cierra la puerta.

Los ateos piensan que Dios no existe. Los agnósticos que Dios no habla. Lo creyentes creemos que Dios no calla. A veces, sin embargo, quienes lo ignoran empiezan a escucharle en el inmenso lenguaje de las galaxias, en el idioma de la genética, en los números increíbles de la física atómica, en la lengua inefable del amor y  también en el significado desconcertante del dolor.

¿Por qué nos preguntamos sobre Dios? En primer lugar porque nos gustaría descifrar el misterio de nuestro origen y saber quiénes somos. Dice Borges: “Para mí soy un ansia y un arcano, una isla de magia y de temores, como lo son, tal vez, todos los hombres”.

En segundo lugar, porque desconocemos el origen del Universo y porque su misma existencia escapa a cualquier explicación científica. Stephen Hawking afirmaba que la ciencia, aunque algún día llegue a contestar todas nuestras preguntas, jamás podrá responder a la más importante: Por qué el Universo se ha tomado la molestia de existir.

En tercer lugar, porque el universo es una gigantesca huella. Aunque está claro que Dios no entra por los ojos, tenemos de él la misma evidencia racional que nos permite ver detrás e una vasija al alfarero, detrás de un edificio al constructor, detrás de un cuadro al pintor, detrás de una novela al escritor, detrás de un reloj al relojero. El mundo con sus luces y colores no es problemático porque haya ciegos que no pueden verlo. El problema no es el mundo sino la ceguera.

En cuarto lugar la pregunta sobre Dios se origina porque estamos hechos para el bien, como atestigua nuestra conciencia. En la tumba de Kant están escritas estas palabras suyas: “Dos cosas hay en el mundo que me llenan de admiración: el cielo estrellado fuera de mí y el orden moral dentro de mí.”

En quinto lugar, coincidiremos en afirmar que estamos hechos para la justicia, aunque a veces busquemos esquivarla. El absurdo que supone, tantas veces, el triunfo de la injusticia, está pidiendo un Juez Supremo que tenga la última palabra. Sócrates dijo que, “si la muerte acaba con todo, sería ventajoso para los malos”.

En sexto lugar, porque advertimos que también estamos hechos para la belleza, para el amor y la felicidad. Y al mismo tiempo comprobamos que nada de lo que nos rodea puede calmar esa sed. Pedro Salinas dijo que los besos y caricias se equivocan siempre: no acaban donde dicen, no dan lo que prometen. Platón se atreve a decir que el Ser Sagrado tiembla en el ser querido y que el amor provocado por la hermosura corporal es la llamada de otro mundo.

Columna publicada el viernes 29 de junio de 2018, en el Diario «Cambio»