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Mons. Jaime Fuentes se despide de las comunidades de Lavalleja agradeciendo

By 02/03/2020No Comments

Mons. Jaime Fuentes se despide de las comunidades de la Diócesis de Minas con una carta en la que agradece el cariño que le han brindado y en la que expresa su seguridad de que la decisión pontificia de unificar las diócesis de Minas y Maldonado tendrá consecuencias «muy positivas».

Mons. Fuentes les pide especialmente a los feligreses de Lavalleja “que estén muy unidos al nuevo Obispo diocesano. Monseñor Milton Tróccoli es joven (mañana cumple 56 años), es piadoso, de muy buen carácter y muy entregado; se hace querer enseguida”.

Carta de Mons. Jaime Fuentes

 

Queridos hermanos de la Diócesis de Minas:

                                                                               Hoy se ha conocido públicamente la decisión del Santo Padre Francisco, de unificar las diócesis de Minas y Maldonado-Punta del Este. El Papa ha tenido la delicadeza, que agradezco especialmente, de anunciarlo cuando estoy cumpliendo la edad prevista en el derecho de la Iglesia para presentar la renuncia al oficio episcopal.

En primer lugar, quiero decirles que la sugerencia de la unificación de ambas Diócesis le llegó al Papa desde la Conferencia Episcopal Uruguaya, después de estudiar, durante varios años, la realidad de ambas estructuras eclesiásticas, la de Minas y la de Maldonado. Los hechos hablan por sí mismos: el departamento de Lavalleja es, de todo el país, el que más experimenta la emigración de su gente, en particular a Maldonado; nuestras localidades pobladas disminuyen a ojos vista y la atención pastoral se hace cada vez más difícil, tanto por la falta de población como de vocaciones sacerdotales: todos saben bien que, en este momento, hay algunas parroquias sin párroco. No es mejor la situación de la diócesis de Maldonado-Punta del Este, que en más de tres décadas ha tenido solamente dos vocaciones. A su vez, y también por la falta de clero, las Curias diocesanas de una y otra Diócesis tienen grandes carencias y no pueden atender como es debido a los fieles.

Estoy seguro de que la decisión del Papa Francisco tendrá consecuencias muy positivas, porque permitirá distribuir mejor el clero diocesano; fomentará una pastoral vocacional más intensa; se formará una sola Curia eclesiástica y, abriéndose el horizonte apostólico a los tres departamentos (Maldonado, Rocha y Lavalleja), junto con el mutuo enriquecimiento de experiencias habrá más empeño apostólico por parte de todos.

Sé bien cuánto quieren a la Iglesia, lo sé por la preciosa experiencia de estos nueve años largos en los que, recorriendo nuestra querida Diócesis, he encontrado numerosos e inolvidables ejemplos de entrega, de sacrificio, de amor con hechos que hablan por sí mismos. Es un amor a la Iglesia y a su Cabeza visible, el Papa, que se manifiesta, en primer lugar, en el esfuerzo de tantos hombres y mujeres por vivir en coherencia con la fe, alimentada con la Eucaristía y la oración. Como fruto de estas fuertes raíces, en la vida personal y en las distintas comunidades he visto nacer y desarrollarse iniciativas de servicio a los demás, personal o asociadamente, al mismo tiempo que florece la caridad en nuestras parroquias y capillas, así como en las distintas instituciones que desarrollan sus actividades en la Diócesis.

En un primer momento, la decisión pontificia, seguramente, provocará un sentimiento de pérdida… Pero sé que rápidamente se abrirá paso en el ánimo la conciencia de estar estrenando una nueva responsabilidad, que reclama poner a su servicio las mejores fuerzas: optimismo, esperanza, alegría y empeño.

La nueva estructura eclesiástica (Diócesis de Maldonado-Punta del Este-Minas), teniendo como único Pastor a monseñor Milton Tróccoli, exige cultivar una disposición abierta, positiva, con el deseo de corresponder cada día mejor a la vocación a la santidad, a la que estamos todos llamados. Es así como seguiremos construyendo la Iglesia.

Por mi parte, sólo puedo elevar a Dios, nuestro Padre, una profunda acción de gracias por estos años en los que he estado con ustedes. Junto a momentos dolorosos como fueron la pérdida de tres sacerdotes (Pablo Delgado, Narciso Renom y Fredy Pérez), he tenido la gran alegría de ordenar a cuatro, tres de los cuales ya están trabajando aquí con entusiasmo: Fernando, Alejandro y Nicolás, mientras Ignacio prosigue sus estudios en España. Es también un motivo para dar gracias a Dios, que Henry se esté preparando para formar parte de nuestro presbiterio, dentro de no mucho tiempo.

Quiero agradecerles el cariño con que fui recibido en la Diócesis y el que me han brindado. Como los buenos hijos de Noé, han sabido cubrir con el manto de la caridad mis fallos y limitaciones (cfr. Gen 9, 23). A su vez, tengo que decir que he aprendido mucho, muchísimo, de todos. Es imposible enumerar tantos ejemplos permanentes de servicio desinteresado, de confianza en Dios, de buen humor ante las dificultades, de serenidad en las dificultades… ¡Gracias a todos de corazón!

Al mismo tiempo, les pido perdón por las veces en las que no les di el ejemplo que esperaban y por las que no supe atenderlos mejor… Les ruego que sigan tapando con ese manto de misericordia lo que en mí haya podido defraudarlos.

Como es natural, querrán saber “cómo me siento”, ahora que termino mi misión episcopal en Minas. Les diré que mi estado de ánimo está reflejado en lo que nos pidió Jesús: “Cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, digan: ‘Somos unos siervos inútiles; no hemos hecho más que lo que teníamos que hacer’” (Lc 17, 10). Y me veo retratado en esta vieja canción: Siempre hay por qué vivir, por qué luchar/siempre hay por quién sufrir y a quién amar/. Al final las obras quedan/ las gentes se van/. Otros que vienen las continuarán/ la vida sigue igual.

Una petición especial para terminar: que estén muy unidos al nuevo Obispo diocesano. Monseñor Milton Tróccoli es joven (mañana cumple 56 años), es piadoso, de muy buen carácter y muy entregado; se hace querer enseguida. Ha sido rector del Seminario Interdiocesano “Cristo Rey” y me consta que tiene el deseo de fomentar la pastoral vocacional, tan necesaria en la Diócesis. Si ya era grande lo que él tenía entre manos, ahora su responsabilidad y su trabajo serán aún mayores. Me consta que quiere conocerlos y servirlos a todos, de manera de ir formando esta nueva realidad eclesial que es la Diócesis de Maldonado-Punta del Este-Minas. Sé que tendrán con él la misma solicitud y cercanía, el mismo cariño que han tenido conmigo, que tanto le facilitará la misión.

Les confieso que, de modo particular, voy a extrañar una costumbre que incorporé a mi vida durante estos años: el primer saludo, al levantarme, ha sido siempre para la Virgen del Verdún, que se divisa perfectamente desde el dormitorio que ocupé. A Ella le he consagrado cada nuevo día, rezando la oración que aprendí de niño: “Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea…”. Tengo la certeza de que nuestra Virgen del Verdún cuida de una manera muy especial a todos sus hijos, que viven en este territorio. A Ella le pido que los bendiga y los proteja siempre con la dedicación que sólo la Madre del Cielo sabe tener. Y les ruego que no dejen de encomendarme a mí, para que sea fiel hasta el final. ¡Muchas gracias!

Una bendición grande, con todo cariño,

+ Jaime