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Mons. Jaime Fuentes evoca, en su Pascua, al «Padre Pancho: un sacerdote que sabía querer»

By 19/06/2015junio 26th, 2015No Comments

barbosa

El miércoles 17 de junio, falleció en Madrid, a los 71 años de edad, Mons. Francisco Barbosa, sacerdote de la Diócesis de Salto y Obispo de Minas desde 2004 a 2009.

Pancho, como le decían sus allegados, nació el 26 de marzo de 1944 y fue ordenado sacerdote hace  exactamente 43 años (17 de junio de 1972). Partió a la Casa del Padre a las 8 de la mañana de Madrid, víctima de un cáncer que se lo llevó de una forma rápida y repentina.

Según los datos aportados en un comunicado de la Diócesis de Salto, el velatorio se realiza esta  mañana, a partir de las 9,30 horas en la Parroquia Asunción de Nuestra Señora  en Aravaca – Madrid,  donde realizaba su servicio pastoral.

A  las 20 hs se celebrará, una Misa en esa misma Parroquia, presidida por el obispo Auxiliar de Madrid Don Fidel Herraes Vega.

El sepelio está previsto para el viernes 19, a las 10 hs, en España.

El  viernes  19,  a la hora 19 hs, en la Catedral de Salto, el Obispo Mons. Pablo Galimberti presidirá la Eucaristía para agradecer al Padre por su servicio a la Diócesis y a la Iglesia .

Unidos en la oración, sus hermanos presbíteros y laicos piden a Dios que  le reciba en su eterno y misericordioso abrazo.

Ante la triste noticia, el Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, evoca en su blog www.desdelverdun.org al Padre Pancho, como le gustaba que lo llamaran, y destaca que «era un sacerdote que sabía querer», al tiempo que narra sus últimos encuentros con él.

 

APURO TUVO LA MUERTE

Esta mañana falleció en Madrid el Padre Pancho, como todos lo llamaban. Nadie esperaba que la enfermedad sería tan ejecutiva. Nos había llegado que iban a operarlo, que después le harían quimioterapia…

La noticia de la muerte de Pancho me ha llegado al alma. El año pasado, en Madrid, hablé con él por teléfono: una conversación breve, en que noté que esquivaba el tema de su salud.

El año anterior, en cambio, tomando un café en un barcito de la calle Mayor, me contó con detalle los problemas de salud que tenía, aunque el relato importante estuvo centrado en sus ocupaciones sacerdotales.

Estaba contento, muy contento, trabajando como capellán de un hospital. Los enfermos lo querían mucho, me dijo. Le aseguré que así correspondían al cariño que él les daba: porque Pancho era un sacerdote que sabía querer.

Salimos del bar y enfilamos hacia la Puerta del Sol. Apenas habíamos caminado cien metros y estaba jadeando… – Sí, ya ves… Pero en cuanto llegue a casa tomo la medicación y se me pasa.

Pancho quería volver a Uruguay: estoy seguro de que se daba cuenta, aunque lo disimulaba, que no le quedaba mucho tiempo.

Cuando fue ordenado sacerdote, el Padre Pancho fue consagrado “sacerdote para siempre”. Y además de ser un enfermo que atendía a los enfermos, ejercitaba su sacerdocio escribiendo semanalmente una homilía que enviaba a sus amigos. Tuvo un gran corazón sacerdotal.

La noticia de su muerte me llegó al alma: vivo en la casa en la que él vivió durante cinco años, desde 2005 hasta 2009. Después pasaron cosas de las que nunca hablamos, para qué, ni de las que nunca oí críticas aquí. Los minuanos vivieron con él aquello que describe Camino: “Como los hijos buenos de Noé, cubre con la capa de la caridad las miserias que veas en tu padre, el sacerdote”. (Noé se había emborrachado. Sus hijos lo vieron durmiendo la mona vestido de Adán y, sin mirarlo siquiera, lo taparon con un manto).

Pancho ha ido al encuentro del Señor a los 71 años. Y entiendo el apuro que tenía la muerte en llevárselo esta madrugada, como antes de tiempo para nosotros y en el momento exacto, en realidad: porque un 17 de junio de 1972, Monseñor Francisco Barbosa, Obispo emérito de Minas, fue ordenado sacerdote para siempre, para siempre. Descanse en paz.