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Mons. Fuentes recomendó a su clero tres prácticas para manifestar la adoración “debida” a Jesucristo

By 15/06/2015junio 19th, 2015No Comments

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En vísperas a la celebración del Corpus Christi, el Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, dirigió una carta a los sacerdotes de su Diócesis, invitándolos a seguir el ejemplo del Santo Cura de Ars en su modo de manifestar la adoración “debida” a Jesucristo y a  ºcontagiarloº  a los hermanos.

En su misiva, el Pastor se detiene en tres aspectos bien prácticos relacionados con la Eucaristía, a fin de que, meditándolos, los vivan “con el mismo espíritu que el santo Patrono de los párrocos y los sacerdotes”.

LIMPIEZA Y BUEN ESTADO DE ORNAMENTOS Y MANTELES

La primera recomendación del Obispo es que, aún sabiendo que a ninguno de los sacerdotes de la Diócesis le sobra nada, pongan “medios ordinarios y extraordinarios para que, en las comunidades que tienen encomendadas, la Eucaristía esté celebrada y cuidada como el mayor tesoro de la Iglesia”. En este sentido, los insta a “que se note en la limpieza de los ornamentos y de los manteles; en el buen estado de los lienzos –corporales, purificadores, manutergios- y vasos sagrados, y en el cuidado del sagrario”. “Actuando así, los fieles se sentirán removidos por el ejemplo de su pastor y crecerán en vida sobrenatural y en la caridad con el prójimo”, asegura Mons. Fuentes.

RECUPERAR LA PROCESION DE CORPUS CHRISTI

En segundo lugar, el Obispo de Minas anima a recuperar la procesión del Corpus Christi que, en la Diócesis de Minas, debido al frío reinante usualmente en el mes de junio, desde hace dos año se realiza al terminar el año litúrgico, en la Solemnidad de Cristo Rey. “¡Nuestros fieles quieren y necesitan adorar a Jesús Eucaristía! No duden que si hay más adoración a Jesucristo, habrá más frutos”, asevera el Pastor.“Hay tiempo más que suficiente, pues, para preparar la procesión”, plantea Mons. Fuentes.

QUIENES RECIBEN LA EUCARISTIA

El tercer aspecto abordado en su carta a los sacerdotes por el Obispo de Minas, se refiere a las disposiciones de la Iglesia sobre la recepción de la Eucaristía, orientadas a “la expresión del máximo respeto que debemos a Jesucristo en el Sacramento del Altar”.

Les recuerda a los sacerdotes, en este sentido, que “‘los pastores de la Iglesia no podrán admitir’ a las personas que sólo han contraído matrimonio civil ni, obviamente, a los que conviven sin ningún vínculo”. El Obispo enfatiza que “en el caso de los divorciados y vueltos a casar  ‘la Iglesia (…) reafirma su praxis de no admitirlos a la comunión eucarística (…) dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía’ (Ex. Ap. Familiaris consortio, 82 y 84)”. “Estoy seguro de que sabrán explicar del modo oportuno, a quienes se encuentren en esas o en otras circunstancias similares, los motivos de esta práctica de la Iglesia que, como saben, ni ustedes ni yo –somos solamente ministros, no dueños, del más grande de los dones de Dios- podemos alterar”, plantea Mons. Fuentes.

 

Minas, 6 de junio de 2015

Queridos hermanos sacerdotes:

Hace unos días, viendo en EWTN un documental sobre la vida del Santo Cura de Ars, me llegó de modo especial el exquisito cuidado con el que trataba a la Eucaristía. En la película aparecían fotos de los ricos ornamentos sagrados que, al margen de la pobreza personal en la que vivía el santo, había mandado confeccionar. Y no digamos la belleza del templo que fue construyendo: estaba todo muy arreglado, hecho con mucho amor y terminado hasta el detalle.

Mañana es un día de gran fiesta: la celebración del Corpus Christi nos lleva a la fuente de la vida de la Iglesia y de nuestro sacerdocio, como lo hemos celebrado el Jueves Santo. En la Solemnidad de mañana lo contemplaremos con asombro de adoración y trataremos de “contagiarlo” a nuestros hermanos.

El santo Cura de Ars,  con su modo de manifestar la adoración debida a Jesucristo, es ejemplo perenne para todos nosotros. Quisiera detenerme en tres aspectos relacionados con la Eucaristía, a fin de que, meditándolos, los vivamos con el mismo espíritu que el santo Patrono de los párrocos y los sacerdotes.

Sé bien que a ninguno de los sacerdotes de la Diócesis le sobra nada, pero los invito a poner medios ordinarios y extraordinarios para que, en las comunidades que tienen encomendadas, la Eucaristía esté celebrada y cuidada como el mayor tesoro de la Iglesia. Que se note en la limpieza de los ornamentos y de los manteles; en el buen estado de los lienzos –corporales, purificadores, manutergios- y vasos sagrados, y en el cuidado del sagrario. Tengan por seguro que, actuando así, los fieles se sentirán removidos por el ejemplo de su pastor y crecerán en vida sobrenatural y en la caridad con el prójimo.

La procesión del Corpus Christi es una práctica de la piedad eucarística de siglos, que vale la pena recuperar. ¡Nuestros fieles quieren y necesitan adorar a Jesús Eucaristía! No duden que si hay más adoración a Jesucristo,  habrá más frutos. En Minas, los dos últimos años, hemos celebrado la procesión, con buena y muy buena participación, al terminar el año litúrgico, en la Solemnidad de Cristo Rey. Lo hicimos así porque lo normal es que el mes de Junio –la excepción de este año confirma la regla- sea demasiado frío.  Hay tiempo más que suficiente, pues, para preparar la procesión.

Las disposiciones de la Iglesia sobre la recepción de la Eucaristía, son la expresión del máximo respeto que debemos a Jesucristo en el Sacramento del Altar. En concreto, “los pastores de la Iglesia no podrán admitir” a las personas que sólo han contraído matrimonio civil ni, obviamente, a los que conviven sin ningún vínculo. En el caso de los divorciados y vueltos a casar,  “la Iglesia (…) reafirma su praxis de no admitirlos a la comunión eucarística (…) dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía” (Ex. Ap. Familiaris consortio, 82 y 84). Estoy seguro de que sabrán explicar del modo oportuno, a quienes se encuentren en esas o en otras circunstancias similares, los motivos de esta práctica de la Iglesia que, como saben, ni ustedes ni yo –somos solamente ministros, no dueños, del más grande de los dones de Dios- podemos alterar.

En la última de sus encíclicas, san Juan Pablo II llama a la Virgen Santísima “mujer eucarística”. A Ella le encomiendo el deseo de que cada uno de nosotros sepamos distinguirnos como “hombres de Eucaristía”: si nos empeñamos, habrá muchos más frutos de vida cristiana en nuestros hermanos.

Una Bendición muy especial en esta Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor,

+ Jaime