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Mons.-Jaime

El Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, en su intervención en el Sínodo de Obispos, efectuada el 15 de octubre, propuso la realización de “una consulta dirigida a toda la Iglesia, Pastores y fieles laicos, sobre la conveniencia de definir como verdad de fe la doctrina de la Maternidad espiritual de María Santísima”.

Al fundamentar su propuesta, el Obispo recordó la “valiosa afirmación” del Instrumentum Laboris que refiere a la Virgen: “María, en su ternura, misericordia, sensibilidad materna puede alimentar el hambre de humanidad y vida; por eso la invocan las familias y el pueblo cristiano”. “Estas palabras reflejan una experiencia viva, que distingue de manera especial a los pueblos de Latinoamérica, puesto que el recurso a la Virgen, expresado en numerosas formas de piedad popular mariana, es parte esencial de nuestro modo de vivir la fe”, explicó Mons. Fuentes. “Frente a los desafíos de la ‘nueva evangelización’, cuando debemos anunciar a Jesucristo y al ‘evangelio de la familia’ en un mundo hostil, María Santísima, que ‘precede’ constantemente a la Iglesia (vid. Juan Pablo II enc. Redemptoris Mater, n. 49), nos abre el camino, nos conforta y llega a los corazones con su índole materna”, recordó.

En el entendido de que los dogmas “son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan y lo hacen seguro” y ante el imperativo de “lanzarnos a la aventura de la ´nueva evangelización´ y pensando en ‘las vías’ para que el amor materno de la Virgen Santísima alcance eficazmente a todas sus hijas e hijos sin exclusión alguna y estén donde estén”, Mons. Fuentes invitó a preguntarse si “¿no será el camino más seguro (…) el de la proclamación solemne y definitiva del dogma de su Maternidad espiritual, realidad dichosa, creída, experimentada y amada por todo el pueblo cristiano?”.  “A su vez, ¿no sería dicho acto el gran impulso de santidad y de sentido apostólico que necesita la Iglesia?”, agregó. “La respuesta a esta doble pregunta debe darla al entero cuerpo de la Iglesia”, subrayó.

El Obispo, al publicar en su blog www.desdelverdun.org un post sobre su intervención en el Sínodo expresó su “desconcierto” y “descontento” por no haber podido completar su exposición oral al haberse excedido de los 3 minutos concedidos a cada padre sinodal, debido a la afección bronquial que lo afecta hace varios días. No obstante, su intervención completa será incorporada al material del Sínodo.

 

INTERVENCIÓN EN EL SÍNODO DE LOS OBISPOS SOBRE LA VOCACIÒN Y MISIÒN DE LA FAMILIA

El número 145 del Instrumentum laboris contiene esta valiosa afirmación: “María, en su ternura, misericordia, sensibilidad materna puede alimentar el hambre de humanidad y vida; por eso la invocan las familias y el pueblo cristiano”.

Estas palabras reflejan una experiencia viva, que distingue de manera especial a los pueblos de Latinoamérica, puesto que el recurso a la Virgen, expresado en numerosas formas de piedad popular mariana, es parte esencial de nuestro modo de vivir la fe. Frente a los desafíos de la “nueva evangelización”, cuando debemos anunciar a Jesucristo y al “evangelio de la familia” en un mundo hostil, María Santísima, que “precede” constantemente a la Iglesia (vid. Juan Pablo II enc. Redemptoris Mater, n. 49), nos abre el camino, nos conforta  y llega a los corazones con su índole materna.

Escribió el Papa Francisco, “cada vez que miramos a María, volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño”. Ella “es la Madre de la Iglesia evangelizadora; (…) y sin ella no terminamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización” (enc. Evangelii gaudium, ns. 288 y 284).

Durante el inolvidable Año Mariano de 1987-1988, san Juan Pablo II percibió una tarea que, en el contexto en que nos encontramos ahora, adquiere un relieve singular: la Iglesia, escribió, debería preparar (…) cara al futuro, las vías de la cooperación con María (cfr. enc. Redemptoris Mater, n. 49). Dicho de otra manera: en la mente del santo pontífice, la Iglesia tendría que descubrir cómo “facilitarle” a la Virgen el ejercicio de su Maternidad, que en su Corazón Inmaculado abarca a todas las mujeres y  hombres del mundo.

En este sentido, el Catecismo de la Iglesia Católica recoge una espléndida posibilidad: “los dogmas –se lee en el número 89- son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan y lo hacen seguro”. Debiendo, pues, lanzarnos a la aventura de la “nueva evangelización” y pensando en “las vías” para que el amor materno de la Virgen Santísima alcance eficazmente a todas sus hijas e hijos sin exclusión alguna y estén donde estén, nos preguntamos: ¿no será el camino más seguro –iter para tutum!- el de la proclamación solemne y definitiva del dogma de su Maternidad espiritual, realidad dichosa, creída, experimentada y amada por todo el pueblo cristiano? A su vez, ¿no sería dicho acto el gran impulso de santidad y de sentido apostólico que necesita la Iglesia?

La respuesta a esta doble pregunta debe darla al entero cuerpo de la Iglesia. Lo enseñó claramente el Beato Cardenal John Henry Newman: “el cuerpo de los fieles, escribió, es uno de los testigos del carácter tradicional de la doctrina revelada, y (…) dicho consensus a través de la Cristiandad, es la voz de la Iglesia Infalible”. Enseñaba concretamente que, al prepararse una definición dogmática, “el laicado tendrá un testimonio para dar; pero si hay una instancia en la que debería ser consultado, es respecto de doctrinas concernientes directamente a lo devocional. (…) El pueblo fiel tiene una especial función en lo que respecta a aquellas verdades doctrinales relacionadas con lo cultual (…) Y la Santísima Virgen es preeminentemente objeto de devoción” (J. H. Newman, Los fieles y la tradición, Buenos Aires 2006, pp. 63 y 110s).

En suma: por estos motivos teológicos, de los que podemos extraer consecuencias muy ricas de índole pastoral, y considerando, como ha enseñado el Papa Francisco, que el “sensus fidei” del santo pueblo fiel de Dios, en su unidad nunca se equivoca (Homilía 1-I-2014), quiero proponer al Santo Padre la realización de una consulta dirigida a toda la Iglesia, Pastores y fieles laicos, sobre la conveniencia de definir como verdad de fe la doctrina de la Maternidad espiritual de María Santísima. Muchas gracias.

 + Mons. Jaime Fuentes
Obispo de Minas
Uruguay
12-X-2015