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Mons. Fuentes invitó a orar por los Obispos y las familias y animó a ser “buenos pastores del rebaño que cada uno tiene”

By 14/05/2015mayo 22nd, 2015No Comments

Mons. Fuentes

El martes 12 de mayo, el Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, presidió la Eucaristía en la primera fiesta litúrgica que se celebró del Beato Álvaro del Portillo, Primer sucesor de San Josémaría Escrivá de Balaguer.

En la Solemne Celebración Eucarística, que tuvo lugar en la Iglesia Parroquial María Auxiliadora (Talleres de Don Bosco), el Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, quien se ordenó sacerdote en el Opus Dei,  animó a asumir en la fiesta del Beato el doble compromiso de orar por “el Sínodo de los Obispos y por la familias, y el empeño comprometido por ser BUENOS PASTORES del rebaño que cada uno tiene”, especialmente la institución familiar, que “está siendo atacada con saña y con inteligencia desde muchos frentes”

Àlvaro del Portillo fue beatificado en Valdebebas (Madrid) por el Cardenal Angelo Amato el 27 de septiembre de 2014, en una Misa a la que asistieron más de 200.000 personas provenientes de todo el mundo.

En su homilía, el Obispo de Minas, destacó que el Beato Àlvaro del Portillo “puso al servicio de la Iglesia su gran inteligencia, su caridad y su espíritu de sacrificio” y subrayó su “identificación con Jesús Buen Pastor”. Mons. Fuentes reveló que el consejo que daría el sucesor de San Josemaría Escrivá a quien quiera servir a la Iglesia es ser fiel al Papa: “quiérelo mucho; reza por él; hazte eco de sus preocupaciones…”. En este sentido, el Obispo dijo que el Papa “lleva en su corazón” dos temas “claves”: cómo dar a conocer más y mejor a Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor de los hombres, y cómo proteger la institución familiar, “que está siendo atacada con saña y con inteligencia desde muchos frentes”.

En su prédica, el Pastor animó a los jóvenes a plantearse a la hora de elegir su pareja no solamente si le gusta sino se será un buen padre o una buena madre para sus hijos. “Se ha metido tanto en nuestra cultura que lo importante es la felicidad personal, que se piensa poco en que a la pareja humana Dios le ha confiado la misión de la procreación… Además de que me guste, ¿puede ser una buena madre para mis hijos? ¿un buen padre? “, advirtió Mons. Fuentes. Animó, asimismo, a los presentes, a sentirse como el “pastor de un rebaño pequeñito” participando en iniciativas tendientes a aplicar una “medicina preventina” que permita adelantarse a “las crisis matrimoniales, estar cerca, salir al encuentro…”

HOMILIA DE MONS. JAIME FUENTES

Celebramos por primera vez la Misa en honor de Don Álvaro, del Beato Álvaro del Portillo. Es una Misa de especial acción de gracias a Dios, que prolonga la alegría que sentimos el 27 de septiembre pasado en Madrid, durante la ceremonia de su beatificación. (Un recuerdo material es esta casulla, que usamos los obispos en la concelebración…). Quiero agradecerle especialmente al Padre Carlos González, Vicario de la Obra en Uruguay, que me haya invitado a esta Misa.

Recuerdo con particular emoción la lectura de la carta que envió el Papa a Mons. Javier Echevarría… El Santo Padre recordó que en Madrid, donde nació Don Álvaro “tuvo lugar sobre todo el acontecimiento que selló definitivamente el rumbo de su vida: el encuentro con san Josemaría Escrivá, de quien aprendió a enamorarse cada día más de Cristo. Sí, enamorarse de Cristo. Éste es el camino de santidad que ha de recorrer todo cristiano: dejarse amar por el Señor, abrir el corazón a su amor y permitir que sea él el que guíe nuestra vida”. Podríamos encomendarle a Don Álvaro que nos alcance del Cielo esta gracia: que sea capaz de permitirle a Dios que él guíe mi vida…

Yo conviví con Don Álvaro durante 2 años, en Roma, viviendo san Josemaría. Con todo derecho, ustedes podrán esperar que cuente algún recuerdo de Don Álvaro… Y quizás se sientan defraudados, porque lo más elocuente que recuerdo es su SILENCIO. Siempre al lado de San Josemaría, siempre sonriente, siempre pendiente de él…

El que no defrauda nunca es Jesucristo, Nuestro Señor. Y acabamos de escuchar en el Evangelio cómo se define a sí mismo como el BUEN PASTOR. En esta Misa en honor del Beato Álvaro, quisiera subrayar su identificación con Jesús Buen Pastor.

Así lo calificamos en la Oración: “Dios Padre misericordioso, que concediste al Beato Álvaro, Obispo, la gracia de ser, con la ayuda de Santa María, Pastor ejemplar en el servicio a la Iglesia y fidelísimo hijo y sucesor de San Josemaría, Fundador del Opus Dei:

La pregunta que podemos hacernos es: ¿cómo sirvió Don Álvaro a la Iglesia? Y enseguida: siguiendo su ejemplo, ¿cómo, aquí y ahora, yo, miembro vivo de la Iglesia, puedo servir mejor a la Iglesia?

Todos saben que Don Álvaro fue el primero en darle a conocer al Papa, entonces el Venerable Pío XII, la naturaleza del Opus Dei: lo conoció siendo ingeniero; volvió a verlo siendo ya sacerdote.

Después, tres Papas santos contaron con él, dándole encargos de mucha responsabilidad en la Iglesia: san Juan XXIII, el Beato Pablo VI, y san Juan Pablo II, con quien compartió una entrañable amistad, tanta que cuando Don Álvaro falleció, el 23 de marzo de 1994, fue a rezar a su tumba… El Papa Francisco escribió: Especialmente destacado era su amor a la Iglesia, esposa de Cristo, a la que sirvió con un corazón despojado de interés mundano, lejos de la discordia, acogedor con todos y buscando siempre lo positivo en los demás, lo que une, lo que construye. Nunca una queja o crítica, ni siquiera en momentos especialmente difíciles, sino que, como había aprendido de san Josemaría, respondía siempre con la oración, el perdón, la comprensión, la caridad sincera.

Es verdad; Don Álvaro había aprendido de san Josemaría, que en el Papa siempre tenemos que ver al “dulce Cristo en la tierra”, al Sucesor de Pedro, al Padre de toda la Familia de Dios, que es la Iglesia. Puso al servicio de la Iglesia su gran inteligencia, su caridad y su espíritu de sacrificio.

Entonces, seguir las huellas de Don Álvaro, Pastor ejemplar, hijo fidelísimo del Fundador del Opus Dei, reclama preguntarnos: ¿cómo puedo yo servir a la Iglesia? ¿Qué me diría el Beato Álvaro? Nos diría: sé fiel al Papa; quiérelo mucho; reza por él; hazle eco de sus preocupaciones…

¿Qué lleva el Papa en su corazón? Dos temas claves: cómo dar a conocer más y mejor a Jesucristo, Hijo de Dios y Redentor de los hombres, y cómo proteger la institución familiar, que está siendo atacada con saña y con inteligencia desde muchos frentes.

El año pasado tuvo lugar una Asamblea extraordinaria del Sínodo de los Obispos, que trataron el tema: Los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización. En octubre, Dios mediante, se desarrollará la asamblea ordinaria sobre el tema La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo.

No podemos dejarlo solo… Para saber cómo podemos ayudar al Papa, que es ayudar a la Iglesia y al mundo entero (la Iglesia es la sal de esta tierra), escuchemos directamente al Papa Francisco.

El 25 de marzo pasado decía:

la pareja humana ha sido bendecida por Dios desde el principio para formar una comunidad de amor y de vida, a la que se le confía la misión de la procreación. Los esposos cristianos, al celebrar el sacramento del Matrimonio, se muestran disponibles para honrar esta bendición, con la gracia de Cristo, para toda la vida.

Quiero aprovechar para animar a los jóvenes a plantearse esto, que es importante: se ha metido tanto en nuestra cultura que lo importante es la felicidad personal, que se piensa poco en esto: A la pareja humana Dios le ha confiado la misión de la procreación… Además de que me guste, ¿puede ser una buena madre para mis hijos? ¿un buen padre?

Continúa el Papa: La Iglesia, por su parte, se compromete solemnemente a ocuparse de la familia que nace en ella, como don de Dios para su vida misma, en las situaciones buenas y malas: el vínculo entre Iglesia y familia es sagrado e inviolable. La Iglesia, como madre, nunca abandona a la familia, incluso cuando está desanimada, herida y de muchos modos mortificada. Ni siquiera cuando cae en el pecado, o cuando se aleja de la Iglesia; siempre hará todo lo posible por tratar de atenderla y sanarla, invitarla a la conversión y reconciliarla con el Señor.

“La Iglesia se compromete, la Iglesia no abandona a la familia… la Iglesia…”: muy bien, pero la Iglesia ¡somos todos, ustedes y yo! Aquí es donde entra a jugar el PASTOREO, la responsabilidad apostólica personal: ¿qué hago yo por la familia, por la mía, por las familias que conozco…? Lo expresaba san Josemaría de una forma exacta: “Has comprendido el sentido de la amistad, cuando llegaste a sentirte como el pastor de un rebaño pequeñito, al que había tenido abandonado, y que ahora procuras reunir nuevamente, ocupándote de servir a cada uno”. (S/730).

Sé que muchos de ustedes se preocupan de este apostolado, que cuidan a sus amigos… Les animo a pedirle a Dios por la intercesión de Don Álvaro: QUE ME SIENTA, QUE NOS SINTAMOS COMO EL PASTOR DE UN REBAÑO PEQUEÑITO… Ese rebaño se forma, como tienen experimentado, en un curso de preparación para el matrimonio en la parroquia; promoviendo un curso de orientación familiar… Hay muchas maneras. Se hace muy necesaria la MEDICINA PREVENTIVA, adelantarse a las crisis matrimoniales, estar cerca, salir al encuentro…

El Papa, en esa misma ocasión subrayaba algo sobre lo que Don Álvaro volvía una y otra vez: si esta es la tarea, se ve claro cuánta oración necesita la Iglesia para ser capaz, en cada época, de llevar a cabo esta misión. Una oración llena de amor por la familia y por la vida. Una oración que sabe alegrarse con quien se alegra y sufrir con quien sufre.

He aquí entonces lo que, juntamente con mis colaboradores, hemos pensado proponer hoy: renovar la oración por el Sínodo de los obispos sobre la familia. Relanzamos este compromiso hasta el próximo mes de octubre, cuando tendrá lugar la Asamblea sinodal ordinaria dedicada a la familia. Quisiera que esta oración, como todo el camino sinodal, esté animada por la compasión del buen Pastor por su rebaño, especialmente por las personas y las familias que por diversos motivos están «extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 36). Así, sostenida y animada por la gracia de Dios, la Iglesia podrá estar aún más comprometida, y aún más unida, en el testimonio de la verdad del amor de Dios y de su misericordia por las familias del mundo, ninguna excluida, tanto dentro como fuera del redil.

Este es entonces el doble compromiso que asumimos esta tarde, en la fiesta del Beato Álvaro del Portillo: oración por el Sínodo de los Obispos y por la familias, y un empeño comprometido por ser BUENOS PASTORES del rebaño que cada uno tiene.

En el Opus Dei se está viviendo un Año Mariano por la intención de la familia. Al Santuario de la Virgen del Verdún han llegado centenares de familias… y estoy seguro de que llegarán más.

Querido hermano, el beato Álvaro del Portillo nos envía un mensaje muy claro, nos dice que nos fiemos del Señor, que él es nuestro hermano, nuestro amigo que nunca nos defrauda y que siempre está a nuestro lado. Nos anima a no tener miedo de ir a contracorriente y de sufrir por anunciar el Evangelio. Nos enseña además que en la sencillez y cotidianidad de nuestra vida podemos encontrar un camino seguro de santidad.

Pido, por favor, a todos los fieles de la Prelatura, sacerdotes y laicos, así como a todos los que participan en sus actividades, que recen por mí, a la vez que les imparto la Bendición Apostólica.

Que Jesús los bendiga y que la Virgen Santa los cuide.

Beato Alvaro