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Mons. Daniel Sturla en la Fiesta de la Arquidiócesis: “La esperanza de la fe es la confianza puesta en Dios, Señor de la historia”

By 16/05/2014junio 20th, 2014No Comments

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En una carta emitida recientemente, Mons. Daniel Sturla, estableció que la Fiesta de la Arquidiócesis se celebrara nuevamente el 3 de mayo, día de los santos patronos de Montevideo San Felipe y Santiago pero, por motivos pastorales, cuando esta fecha coincida con un día sábado o domingo, entonces habrá de celebrarse en día martes, tal como sucedió este año. Fue por tal motivo que en esta oportunidad el Arzobispo convocó a la comunidad arquidiocesana el martes 6 de mayo, fecha en que se conmemora, por otra parte, el aniversario de la muerte de monseñor Jacinto Vera, acaecida en Pan de Azúcar el 6 de mayo del año 1881.

Zabala y el 1º de mayo 

Junto al Arzobispo se encontraban su Obispo Auxiliar, Mons. Milton Tróccoli, recién llegado de Roma, donde concurrió con la peregrinación de fieles de nuestro país para participar de las canonizaciones de Juan XXIII y Juan Pablo II, y el Arzobispo emérito, Mons. Nicolás Cotugno.

En su carta, el Arzobispo recordaba la rica herencia de la fe recibida: “cuando Bruno Mauricio de Zabala, gobernador español de Buenos Aires, fundó la ciudad de Montevideo, la puso bajo el patrocinio de estos apóstoles en honor del rey de España que había mandado fundar la ciudad: Felipe V. En la antigua Montevideo la fiesta de los patronos, que entonces se celebraba el 1º de mayo, era de las festividades más importantes, sólo igualada por la fiesta de Corpus Christi”.

“Lo que yo mismo recibí” 

A partir de la primera proclamación de la muerte y resurrección de Jesús que registran las Sagradas Escrituras (1Co 15,3) “les he transmitido en primer lugar lo que yo mismo recibí”, dijo Mons. Sturla en su predicación, iluminando el misterio de la fe que, remontándose desde aquellos inicios apostólicos, permeó los orígenes de nuestra ciudad, encontró en Jacinto Vera un portento evangelizador y penetra nuestros días invitándonos a sumarnos a esta cadena milenaria de la fe. “Esto es la tradición en la santa Iglesia de Dios”, señaló el Arzobispo.

El Arzobispo planteó que “cada uno de nosotros –continuó-, ha recibido la fe, y podría pensar: ´desde los apóstoles me ha llegado la fe a través de mi familia, de mis abuelos, quizá de algún catequista, mi padre, mi madre… hasta mí´. Y cada cual podría hacer el recorrido de la fe que ha recibido y decir cómo ha llegado hasta él la fe. Y a su vez podríamos decir: ´¿y yo la he transmitido, la he transmitido a los hijos, los catequizando, a otros?´ Esta es la maravilla de la fe que arranca desde los apóstoles con el testimonio de la resurrección de Jesús y que ha llegado hasta nosotros”.

Una historia colectiva 

El Arzobispo subrayó que “hay una historia colectiva de la transmisión de la fe en la santa madre Iglesia que desde los apóstoles y sus sucesores llega hasta nosotros ininterrumpidamente. Y en esta cadena, en esta posta que vamos pasando de generación en generación, nosotros encontramos en la historia nuestra, uruguaya, esta figura del primer sucesor de los apóstoles, del primer obispo de Montevideo: monseñor Jacinto Vera. Él recibió la fe de sus mayores y fue un gran transmisor de la fe allí donde se encontrara”.

El eslabón de la familia Vera 

“Y entonces –retomó el arzobispo- a la fe que trajeron estos primeros españoles, a la fe que tenían los guaraníes que vinieron con los jesuitas para poner los fundamentos de la ciudad, para hacer sus murallas, sus primeras construcciones, a esta fe que está en los cimientos de nuestra ciudad, y que por tanto tiene que ver con la raíz misma de nuestra cultura, se fueron sucediendo generaciones y en ella también entroncó, se unió, la familia Vera, que viniendo de las Islas Canarias y después de unos años que pasó en Santa Catalina, Brasil, donde fue bautizado Jacinto, llegó a esta tierra, se instaló en Maldonado y luego en Toledo.”

Jacinto Vera y la diócesis de Montevideo 

“Finalmente Jacinto –prosiguió- que recibe el don de la vocación sacerdotal, es ordenado sacerdote en 1841 y desde allí viene como párroco de Guadalupe en Canelones hasta que es nombrado Vicario Apostólico del Uruguay en 1859. Y en 1865 –el año que viene serán los 150 años-, es consagrado en esta misma catedral primer obispo del Uruguay. […] Recién en 1878 se creará la diócesis de Montevideo, y allí nuestra iglesia tendrá la madurez de ser una iglesia particular dentro del conjunto de la Iglesia Universal”.

La esperanza de la fe “no es el optimismo humano de que las cosas van a ir mejor porque nosotros queremos que vayan mejor, sino que es la confianza puesta en Dios. Señor de la historia” en la cual “nosotros somos colaboradores suyos, nosotros queremos ser instrumentos suyos. ¿Por qué? Porque transmitimos lo que a su vez hemos recibido.”

Crónica tomada del Quincenario “Entre Todos” N° 330