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La Vida Consagrada: “Encuentro con el Amor de Dios”

By 02/02/2018No Comments

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La Jornada Mundial de la Vida Consagrada es una ocasión de celebración, compromiso y suplica al Señor por el don de las vocaciones que renueven el rostro de la Iglesia y del mundo, anunciando la alegría del Evangelio.

“La vida Consagrada, encuentro con el Amor de Dios”, con este lema este 2 de febrero, Fiesta litúrgica de la Presentación del Señor, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. En este día de acción de gracias y de oración por el don de las vocaciones, el Papa Francisco presidirá la celebración Eucarística a las 5.30 de la tarde, en la Basílica de San Pedro.

Recordando que, celebrar el Día Mundial de la Vida Consagrada es una ocasión de celebración, compromiso y suplica al Señor por el don de nuevas vocaciones que renueven el rostro de la Iglesia y del mundo, anunciando la alegría del Evangelio y el amor de Dios que da sentido a la existencia.

“Encuentro con el amor de Dios”

En el mensaje para esta Jornada, se invita a todos los consagrados y «a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso».

Ya que el encuentro con Cristo, se precisa, es encuentro personal con el amor de Jesús que nos salva y cada vez que se repite esta experiencia crece la convicción de que es lo que los demás necesitan. Por ello, se señala en el mensaje, “el lema de esta Jornada que celebramos es nueva ocasión de entrar en lo íntimo de uno mismo, para ver qué es lo esencial, lo más importante para nosotros, y qué nos está distrayendo del amor y por tanto nos impide ser felices. El amor de Dios es fiel siempre, no desilusiona, no defrauda”.

El encuentro despierta la alegría y renueva la esperanza

De este encuentro con Jesucristo, hablaba el Papa Francisco en su homilía en la celebración Eucarística con ocasión XXI Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el pasado 2 de febrero de 2017. “La liturgia de hoy nos dice que con ese rito, a los 40 días de nacer, el Señor fue presentado en el templo para cumplir la ley, pero sobre todo para encontrarse con el pueblo creyente. El encuentro de Dios con su pueblo despierta la alegría y renueva la esperanza”.

“Este canto de esperanza – afirma el Papa refiriéndose al canto de Simeón – lo hemos heredado de nuestros mayores. Ellos nos han introducido en esta dinámica. En sus rostros, en sus vidas, en su entrega cotidiana y constante pudimos ver cómo esta alabanza se hizo carne. Somos herederos de los sueños de nuestros mayores, herederos de la esperanza que no desilusionó a nuestras madres y padres fundadores, a nuestros hermanos mayores».

“Somos herederos de nuestros ancianos que se animaron a soñar; y, al igual que ellos, también nosotros queremos cantar hoy: Dios no defrauda, la esperanza en él no desilusiona”
Esta actitud nos hará a los consagrados fecundos, alentaba el Pontífice, pero sobre todo nos protegerá de una tentación que puede hacer estéril nuestra vida consagrada, es decir, la tentación de la supervivencia. “Un mal que puede instalarse poco a poco en nuestro interior, en el seno de nuestras comunidades. La actitud de supervivencia nos vuelve reaccionarios, miedosos, nos va encerrando lenta y silenciosamente en nuestras casas y en nuestros esquemas. Nos proyecta hacia atrás, hacia las gestas gloriosas —pero pasadas— que, lejos de despertar la creatividad profética nacida de los sueños de nuestros fundadores, busca atajos para evadir los desafíos que hoy golpean nuestras puertas”.