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«¿Facilitar el suicidio?»: Reflexión de Mons. Pablo Galimberti sobre proyecto de ley «Eutanasia y suicido mecánicamente asistido»

By 26/05/2020mayo 27th, 2020No Comments

 

“Vivir no es pasear o un disfrute egoísta. Otros nos necesitan. Y yo puedo ayudarlos”, recuerda el Obispo emérito de Salto, Mons. Pablo Galimberti, en su columna en la página “El Octavo día” del Diario “El Pueblo” en la que reflexiona sobre el proyecto de ley para legalizar la eutanasia y el suicidio mecánicamente asistido.

El obispo destaca que el proyecto de ley “tiene muchas fragilidades” y subraya que “la vocación médica pretende ayudarnos a cuidar la vida integral”.

 

¿FACILITAR el SUICIDIO?

El diputado Pasquet, presentó un proyecto de ley para legalizar la eutanasia y el suicidio con el beneplácito médico. 

Para el legislador “toda persona adulta es dueña de su propia vida y debe poder disponer de ella mientras no haga daño a otros”. Para tomar este camino la persona debe reunir: mayoría de edad, estar síquicamente apta y afectada por una “enfermedad terminal e incurable”. O que padezca enormes sufrimientos y el médico lo apruebe en conformidad con la ley.

En clima de crecientes violencias, lo primero que urge defender es la vida humana desde su concepción hasta la muerte natural. Vivir no es pasear o un disfrute egoísta. Otros nos necesitan. Y yo puedo ayudarlos. Integramos diversas redes de intercambios y apoyos. El profesional de salud, que enseñe a ganarle a la pandemia. El legislador, que promueva la educación para la convivencia. El sacerdote o predicador ayudando a sanar heridas, alentando esperanzas para escapar del absurdo.  

El proyecto de ley tiene muchas fragilidades. La vocación médica pretende ayudarnos a cuidar la vida integral, no el hígado o la diabetes. Y si me ve tambaleante, que me recete un ansiolítico. Y si sabe que soy cristiano que me aliente a volver a escuchar a Dios agarrando la Biblia. Y si me ve solo que me conecte con otros porque la soledad no es buena para todos.

Termino con una anécdota familiar. Mi padre superaba los 90. Un día llamaron al médico. La doctora, cumplida la rutina, opina que con esa edad no hay mucho para hacer. “Eso mismo me dijeron hace cinco años!” le retrucó mi hermano! 

Conclusión: ¡mirar con empatía cambia un diagnóstico! Y a mi padre le faltó poquito para llegar al siglo.

Columna publicada el Domingo 17 de mayo de 2020 en la página «El Octavo Día» del Diario «El Pueblo» de Salto.