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Sobre campo azul, que representa la fe, la estrella de ocho puntas es la expresión gráfica de un célebre sermón de San Bernardo de Claraval (1090-1153) en el que se refiere a la Madre de Dios con esa imagen:

Tú, que te das cuenta de que en los tiempos que corren estamos más como náufragos sacudidos por las tormentas y tempestades que caminando sobre tierra firme, no quites los ojos del fulgor de esta estrella si no quieres ser arrastrado por el temporal. Si se levantan los vientos de las tentaciones, si estás por golpearte contra los escollos de las tribulaciones, mira a la estrella, llama a María.

Las olas de las que habla el Santo están representadas también en el escudo por medio de las bandas azul y plata.

Coronando el escudo hay una cruz en oro – luz incorruptible que manifiesta a Cristo resucitado- con un único brazo transversal, símbolo de la jurisdicción episcopal.

Arriba está el «galero» (antiguo sombrero eclesiástico) en verde (que indica el rango episcopal) del cual penden en cada lado seis borlas ordenadas en fila, todas en verde.

Debajo del escudo, el lema episcopal, inspirado en la misma oración de San Bernardo:

En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, llama a María. Siguiéndola a Ella, no te desviarás. Rogándole a Ella, no te desesperarás. Pensando en Ella, no te equivocarás. Si Ella te sostiene, no te caerás. Si Ella te protege, no tendrás miedo. SI ELLA TE CONDUCE (IPSA DUCE), no te cansarás.

Si Ella te ayuda, llegarás. (Homilia super Missus est, II, 17).