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«El Tapiz de Navidad»: Mons. Jaime Fuentes anima a glorificar a Dios con acciones concretas y cercanas

By 23/12/2019No Comments

En la Navidad 2019 el Obispo de Minas, Mons. Jaime Fuentes, invita a glorificar a Dios sirviendo, a través de acciones domésticas y cercanas.

El Pastor señala en su mensaje navideño que ha titulado “El tapiz de la Navidad” que “el efecto de este esfuerzo por glorificar a Dios se hace sentir: los hombres y las mujeres de buena voluntad difunden la paz dondequiera se encuentren; en todas las edades de la Historia han vivido sirviendo y han muerto haciendo realidad la ilusión de Dios: ¡PAZ EN LA TIERRA!”. Reconoce, no obstante, que “es evidente que los deseos de paz de tantas personas de buena voluntad, aparecen ahogados en mil clases de violencia”  ,pero, asegura que “no es éste el final”. “Visto por el ‘derecho´, el tapiz de la Navidad es el más sublime himno del amor que Dios tiene a los hombres; visto por el `revés´, en cambio, todo son hilos sueltos: soledad de Jesús, pobreza de Jesús, rechazo de Jesús… ‘Piececitos de niño/azulosos de frío/ ¿cómo os ven y no os cubren/ Dios mío?´ (G. Mistral). Pero los ángeles insisten: ‘¡Gloria a Dios en las alturas… y paz a los hombres!’. Lo uno es consecuencia de lo otro”.

 

EL TAPIZ DE LA NAVIDAD 

+ Mons. Jaime Fuentes Obispo de Minas 

¡Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad! Así cantaron los ángeles cuando nació Jesús, y en esta Nochebuena queremos hacer nuestro, muy nuestro, este himno divino.

¡GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS! ¿Qué significa este deseo y cómo realizarlo?… El mismo Jesús, cuando sea grande, lo explicará con una enorme ilusión, pensando en cada uno de nosotros: “ustedes son la luz del mundo… Alumbre su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos” (Mt 5, 14.16).

¿Es posible imaginar, para los hijos de Dios, un programa tan apasionante como iluminar el mundo con su buen hacer? Así quiere el Señor que el Padre sea glorificado (santificado, enaltecido, ensalzado, alabado…). Una generación le pasa a la siguiente el mismo sueño divino: se trata de alumbrar sin deslumbrar, porque el exceso de luz daña los ojos… y los corazones. Iluminar amablemente, sin más: sin llamar la atención, sin pretender aplausos, haciendo y desapareciendo, siendo cada uno, en suma, una linterna que ilumina el círculo de su ambiente.

¿Cómo hacerlo? Con acciones domésticas, especialmente; con acciones cercanas: sonriendo, agradeciendo, callando, adelantándose… En una palabra, sirviendo.

El efecto de este esfuerzo por glorificar a Dios se hace sentir: los hombres y las mujeres de buena voluntad difunden la paz dondequiera se encuentren; en todas las edades de la Historia han vivido sirviendo y han muerto haciendo realidad la ilusión de Dios: ¡PAZ EN LA TIERRA!

No obstante, al ver hoy el estado del mundo, en el que abunda y sobre- abunda la falta de paz, se podría pensar que el mensaje de la Navidad es un sueño frustrado… Sería un error. Ya decía Don Quijote que la vida es “como quien mira tapices del revés”: sólo ve hilos y nudos… mientras se le escapa la belleza de las figuras ocultas a sus ojos.

Es evidente que los deseos de paz de tantas personas de buena voluntad, aparecen ahogados en mil clases de violencia, pero no es éste el final. Visto por el “derecho”, el tapiz de la Navidad es el más sublime himno del amor que Dios tiene a los hombres; visto por el “revés”, en cambio, todo son hilos sueltos: soledad de Jesús, pobreza de Jesús, rechazo de Jesús… “Piececitos de niño/azulosos de frío/ ¿cómo os ven y no os cubren/ Dios mío? (G. Mistral). Pero los ángeles insisten: “¡Gloria a Dios en las alturas… y paz a los hombres!”. Lo uno es consecuencia de lo otro.

Junto con una bendición, el deseo para todos de

¡MUY FELIZ NAVIDAD!