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El Rosario de la Aurora en la Arquidiócesis de Montevideo

By 05/12/2019diciembre 6th, 2019No Comments

Foto de Federico Gutiérrez | ICM

 

Había pasado poco más de una hora y media de la salida del sol y el cielo estaba despejado. Por la rambla pasaban personas en todo tipo de actitudes: que iban a trabajar, que hacían deporte, que paseaban a sus mascotas. En bicicleta, en auto y a pie. Entre tantos, algunos llegaban a un mismo lugar de destino, a esa lomadita ancha de pasto junto a la Aduana de Oribe, cerca del Liceo Francés. Empezaba, un año más, el Rosario de la Aurora.

Esta práctica piadosa es una de las cinco propuestas para vivir la Navidad con Jesús. En concreto, invita a rezar el Rosario al amanecer (aunque en este caso es un poco más tarde, a las 7:30 de la mañana), como modo de prepararse para la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen, el 8 de diciembre.

Los puntos elegidos para esta actividad son tres santuarios marianos (el de la Gruta de Lourdes en Casavalle, la Medalla Milagrosa en la Unión y María Auxiliadora en Villa Colón) y una zona al aire libre, la rambla de Buceo. En cada uno de ellos los católicos se congregaron, un día sí y otro también, para empezar su día en manos de María.
Por su ubicación, el punto de la Aduana de Oribe es el más concurrido. Allí confluyen no solo los que residen en la zona, sino también los que se trasladan por la rambla por la mañana para llegar al colegio o al trabajo.

Foto de Federico Gutiérrez | ICM

Y esa mañana de sábado, primer día de la Novena, llegaba en auto una pareja de novios que vive en Punta Carretas. Del otro lado del predio se acercaba otra pareja de la zona, pero en bicicleta. La señora con su perro Yorkshire venía caminando por la rambla, y el hombre con la camioneta gris hizo un alto para que se apearan su esposa e hijos antes de seguir con su rumbo.

Entre la pequeña multitud había algunos sacerdotes: Marcelo Marciano, Ignacio Rey Nores, Davi de Miranda, Richard Arce, entre otros. La gran mayoría, claro está, eran laicos. La señora que arribaba en su auto, el matrimonio que aparecía caminando desde las calles de al lado del cementerio. También los chicos jóvenes que llegaban corriendo, en sentido literal. En los días posteriores se vería también a los niños con uniformes de colegio, prontos para ir a clases.

El rezo del Rosario era “normal”, no mucho se puede decir. Sí cabe destacar las distintas actitudes que se veían entre los presentes. Estaban los que rezaban de pie y los que tendían algo en el suelo para sentarse. Algunos estuvieron de rodillas la media hora que duró el rezo. Y aquella madre podía rezar mientras de reojo vigilaba a su niña en el cochecito.

Los misterios, Padrenuestros, Avemarías y Gloria eran guiados por distintas personas, toda una representación de la pluralidad de la Iglesia. Uno fue dirigido por el Card. Daniel Sturla, que el primer día de la Novena fue al Buceo y que luego recorrió, al igual que los obispos auxiliares Pablo Jourdan y Luis Eduardo González, los distintos lugares donde los fieles se congregaron para empezar su día en torno a María.

Texto e imágenes de www.icm.org.uy