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El Papa declaró Venerable al Primer Obispo de Uruguay cuando se cumplieron 134 años de su fallecimiento

By 06/05/2015agosto 4th, 2015No Comments

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El miércoles 6 de mayo de 2015, día en que se cumplían 134 años de su fallecimiento, en Pan de Azúcar, el primer obispo uruguayo, Mons. Jacinto Vera, fue declarado Venerable por el Papa Francisco en reconocimiento de sus “virtudes heroicas”.

La Iglesia en Uruguay dio gracias por este significativo paso hacia la beatificación y canonización del Obispo misionero, en las Misas que esa jornada se celebraron en las Catedrales y Parroquias del país. En Montevideo, el Arzobispo, Cardenal Daniel Sturla, presidió una Misa en acción de gracias por la declaración de Venerable del primer Obispo de Montevideo, en la Catedral Metropolitana.

El decreto con el que Jacinto Vera es declarado “venerable” fue firmado el martes 5, en la audiencia que concedió el Papa al Prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, Arzobispo Angelo Amato.

El primer obispo y padre de la Iglesia del Uruguay nació el 3 de julio de 1813 en el viaje en el que sus padres, provenientes de las islas Canarias, llegaban a Uruguay como inmigrantes. A los 19 años, después de una tanda de Ejercicios espirituales, sintió el llamado al sacerdocio. Luego de los estudios de Teología en el seminario de los jesuitas en Buenos Aires, en 1841 es ordenado sacerdote. De regreso a su patria, es nombrado teniente cura y después párroco de Canelones.

En 1859 es designado Vicario Apostólico del Uruguay y empieza una difícil tarea de organización de la Iglesia en todo el territorio nacional. En 1865 es consagrado obispo pero recién en 1878 se crea la diócesis de Montevideo (que abarcaba todo el país) y Mons. Vera es nombrado su primer obispo. En 1870 participa en el Primer Concilio Vaticano. Diez años después inaugura el primer Seminario de Montevideo. Recorrió varias veces el país con sus viajes misioneros y murió en Pan de Azúcar, el 6 de mayo de 1881.

A lo largo de su vida afrontó con decisión y audacia su tarea de pastor. Sufrió diversas contradicciones, fue exiliado por el gobierno, regresó sin ánimo de revancha y buscó siempre la reconciliación y la paz entre los orientales. A su muerte, el país se paralizó y gobierno y pueblo le tributaron sentidos honores. Había muerto el oriental más querido en la segunda mitad del siglo XIX. En este año se cumple el sesquicentenario de su ordenación episcopal.

Fechas claves en la vida de Mons. Jacinto Vera

3 de julio de 1813- Nació

6 de junio de 1841- fue ordenado sacerdote

4 de octubre de 1859- fue nombrado Vicario Apostólico

16 de julio de 1865 fue ordenado obispo, con el título de Megara

13 de julio de 1878 fue nombrado primer obispo de Montevideo

6 de mayo de 1881 falleció en Pan de Azúcar

¿Qué son las virtudes heroicas?

En el estudio de la vida de las personas que tienen fama de santidad se trata de investigar si han vivido las virtudes humanas y cristianas en grado heroico, es decir con una fidelidad que va más allá de lo común y que supone una repuesta generosa a la Gracia de Dios. Estas virtudes “humanas” son las clásicas del mundo griego: prudencia, fortaleza, justicia y templanza. A ellas se suman las virtudes cristianas de la fe, la esperanza y el amor.

Importantísimo paso hacia la beatificación y canonización de Mons. Jacinto Vera

El camino hacia la santidad tiene varios escalones: Mons. Jacinto Vera era hasta ayer llamado “siervo de Dios”. Este título se otorga cuando comienza oficialmente la causa de un “candidato a la santidad”, después que la Santa Sede autoriza la apertura del proceso, ya que comprueba que el candidato tiene “fama de santidad”. Luego, se estudia en profundidad su vida para comprobar que ha vivido heroicamente las virtudes humanas y cristianas. Si esto se comprueba y después de pasar por dos tribunales, el Santo Padre firma el decreto que declara al siervo de Dios como Venerable. Seguidamente pasa a ser beato y, finalmente, santo. Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya obtenido y comprobado un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado es necesario un segundo milagro. Ese segundo milagro debe ocurrir después de ser proclamado beato.