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«El cansancio de los buenos»: Columna de Mons. Pablo Galimberti

By 17/05/2014junio 20th, 2014No Comments

galimbertipablo

Es el título de un libro muy recomendable, que me obsequió amablemente su autor, Roberto Almada, argentino, médico psiquiatra y psicoterapeuta de la escuela de Viktor Frankl.  Con su larga experiencia aborda un síntoma muy extendido en nuestra sociedad: el cansancio o agotamiento.

Pero no es un cansancio pasajero que experimentamos al final de una jornada. Es el de las personas que habiendo dedicado tiempo y energías a una tarea de ayuda profesional a otras personas, llegan a una etapa de desilusión y desencanto al comprobar que las personas a quienes se han dedicado siguen en la misma situación.

Al síndrome del agotamiento profesional se lo llamó de distintas maneras. En el año 1974 lo detectó y definió un psiquiatra que trabajaba como asistente voluntario en una clínica para la recuperación de toxico-dependientes en Nueva York.

Muy observador, el doctor Herbert se percató de que los voluntarios que asistían a estos pacientes, en su mayoría jóvenes, ingresaban al servicio con gran entusiasmo. Pero con el paso del tiempo, el contacto con el mundo de la droga los llevaba a deprimirse y a sufrir trastornos emocionales. Los que habían iniciado la tarea con grandes ilusiones se convertían en personas cansadas y tristes. Y gradualmente empezaban a mostrarse poco comprensivos y hasta se irritaban con sus pacientes. Y a más de uno se le habrá cruzado la idea de “tirar la toalla”.

El término inglés “burnout” se usaba para describir el cerebro dañado por el consumo de drogas. Tiene el “cerebro quemado”. El término resultó gráfico y se aplica también ahora para designar el estado de fatiga o de frustración que se produce por la dedicación a una causa, forma de vida o de relación que no produce el esperado resultado.

Son muchas las personas optimistas, idealistas, “buenas”, -profesionales de la salud o la educación en general, médicos, psicólogos, asistentes sociales, docentes, religiosos, también matrimonios- que empiezan un camino otarea con ilusiones y terminan en la rutina gris de cada jornada, llegando a una baja autoestima.

Pero me llamó la atención el uso mucho más generalizado del término. En la edición de Cambio del 29/08/2010, la psicóloga Corina Roig decía que el “síndrome del quemado” había comenzado a detectarse en niños y adolescentes.

El término “desaliento” es también muy gráfico. Solemos decir “necesito un respiro”, “voy a tomar aire” y en el fútbol la hinchada “alienta” a su equipo.

Es un tipo de cansancio diferente al del que realiza tareas en una oficina o quien trabaja en una estancia o se dedica a plantar arroz. Es el que imaginamos que experimentan los docentes que deben respirar hondo cada vez que entran a un aula y apretar los dientes cuando los alumnos los sacan de las casillas.

Una psicóloga lo define como la respuesta inadecuada a un estrés emocional crónico cuyos rasgos principales son: el agotamiento físico y emocional, actitud fría y despersonalizada en la relación con los demás y un sentimiento de inadecuación para las tareas que se realizaban sin dificultad hasta ese momento.

Es el cansancio de un psicólogo, médico o párroco, que dedica con generosidad su talento para escuchar a sus pacientes o a su gente y que al cabo de un tiempo comprueba que han avanzado muy poco con respecto a como se encontraban cuando los conoció.

Algunos le han llamado “el cansancio del buen samaritano”, aludiendo al personaje de la parábola evangélica que no esquivó ir al encuentro del hombre malherido, tendido en el camino.El samaritano no esquivó al hombre caído y malherido. Se acercó, curó, vendó las heridas, lo cargó en su cabalgadura y lo llevó hasta una posada.

Es el cansancio de los que en muchos lugares (hospital, juzgado, escuela, cárcel, merendero, consultorio, parroquia…) atienden diariamente a personas con problemas, quejas y solicitudes. O es el asistente social que acompaña a un grupo que quiere impulsar una cooperativa y un día se reúnen, otra semana faltan y otra suspenden la reunión porque la mayoría está mirando un partido.

Es bueno detectar a tiempo estos cansancios. Y plantearlos a quien pueda ayudarnos.

Columna publicada en el Diario «Cambio» del 16 de mayo de 2014