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Dos laicas uruguayas mártires, beatificadas por el Papa Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001

Nacidas en Montevideo en 1897 y 1898 y asesinadas en Madrid, el 19 de setiembre de 1936

Tal como lo había proclamado a fines del año 2000 la Congregación para las causas de los Santos, el pasado domingo 11 de marzo en una plaza San Pedro colmada de fieles, el Papa proclamó Beatas a Dolores y Consuelo Aguiar-Mella Díaz, dos laicas uruguayas nacidas en Montevideo en 1897 y 1898 respectivamente, y asesinadas por «odio a la fe» en Madrid el 19 de setiembre de 1936 junto a la religiosa escolapia María de la Iglesia. Las dos laicas uruguayas habían sido declaradas mártires el 28 de junio de 1999 por Juan Pablo II.

La vida de Dolores estuvo centrada en Dios desde sus años de colegiala, sintiéndose llamada a consagrarse al Señor como religiosa Escolapia; aunque esto no pudo ser, vivió en el mundo entregada al servicio de Dios y de los hermanos. Consuelo fue una joven cristiana con vocación laica, pero apostólica y fervorosa en sus manifestaciones cristianas. En ambas, su vida fue expresión de su amor a Dios y a los hermanos. Proclamada la República el 14 de abril de 1931, sus repercusiones fueron muy grandes en Madrid, capital de la nación, y su signo antirreligioso se puso pronto de manifiesto en revueltas callejeras, quema de iglesias y conventos, dispersión temporal de las comunidades religiosas y toda clase de atropellos.

Ambas jóvenes mantuvieron una postura serena y tranquila ante aquella situación confusa y antirreligiosa, mostrando una posición firme y decidida en defensa de su fe y de sus principios cristianos.

Desde el comienzo, Dolores fue punto de mira de los milicianos por su fe y adhesión a las religiosas. Parece que intentaban detenerla el 12 de setiembre cuando se presentaron preguntando por ella y no la encontraron. Pero lo hicieron el sábado siguiente, 19 de setiembre de 1936.

En declaración firmada en Montevideo, donde ahora vive, Valentina Serrano, viuda de Aguiar-Mella, que fue quien encontró los cadáveres, dijo: «Viviendo en Madrid, durante la guerra civil en el año 1936, unos milicianos detuvieron a una hermana de mi marido, llamada Dolores, que vivía con las religiosas Escolapias… Mi esposo, que era vice-cónsul honorario del Uruguay, hizo todas las gestiones para encontrarla. A Dolores se la habían llevado detenida a las 9 de la mañana en el momento que cruzaba la calle para llevar a otro grupo de hermanas, la leche que necesitaban. Al mediodía, llegó un miliciano con un papel escrito por Dolores, en el que pedía que fuera María de la Yglesia, superiora de las Escolapias, acompañada de otra persona, para declarar.

En aquellos momentos, María de la Yglesia vivía en la calle Evaristo San Miguel con varias religiosas. Hacia allí se dirigió mi cuñada, Consuelo, diciéndole que por tener documentación uruguaya se sentirían más seguras.» El 20 de setiembre Valentina Serrano encontró los cadáveres de sus cuñadas Dolores y Consuelo y de María de la Yglesia, en el depósito municipal de difuntos. La detención y muerte de Dolores y Consuelo tuvo amplio eco en la radio y en la prensa española y de todo el mundo, sobre todo en Uruguay. El hecho causó la ruptura de relaciones diplomáticas de Uruguay con España. Todos lo calificaron de verdadero martirio.

(extractado de «Entre Todos», n. 1).

BEATAS. Las hermanas Dolores y Consuelo Aguiar-Mella Díaz

Juan Pablo II pide el fin del terrorismo en España

Ciudad del Vaticano. VIS, 11-03-2001.- El Papa beatificó el domingo en la Plaza de San Pedro a 233 mártires de la Guerra Civil Española (1936-1939), y pidió el fin del terrorismo en España. En la misma ceremonia fueron beatificadas las dos primeras beatas uruguayas.

«Deseo confiar a la intercesión de los nuevos beatos -dijo- una intención que lleváis profundamente arraigada en vuestros corazones: el fin del terrorismo en España. (…) El terrorismo nace del odio y a su vez lo alimenta, es radicalmente injusto y acrecienta las situaciones de injusticia, pues ofende gravemente a Dios y a la dignidad y los derechos de las personas. ¡Con el terror, el hombre siempre sale perdiendo! Ningún motivo, ninguna causa o ideología pueden justificarlo. Sólo la paz construye los pueblos. El terror es enemigo de la humanidad». Terminadas estas palabras, los 25.000 fieles presentes se levantaron y aplaudieron.

 


DOLORES Y CONSUELO NACIERON EN MONTEVIDEO A FINES DEL SIGLO XIX · Las hermanas Aguiar, mártires

CIUDAD DEL VATICANO .Nuestro país cuenta desde ahora con sus dos primeras beatas: las hermanas Dolores y Consuelo Aguiar-Mella Díaz, hijas de padre español y madre uruguaya.

Ambas fueron elevadas a la gloria de los altares por el Papa Juan Pablo II junto a otros 231 mártires de la Guerra Civil española.

Las dos hermanas, nacidas en Montevideo, forman parte del grupo de religiosas escolapias que sufrieron el martirio en aquellos conflictivos años «por odio a la fe católica».

Dolores nació el 29 de marzo de 1897 y Consuelo también el 29 de marzo pero de 1898.

Tras estallar la guerra y desatarse las acciones contra curas y monjas, Dolores se refugió en una vivienda de Madrid a finales de julio de 1936 junto a la religiosa escolapia María de la Encarnación de la Yglesia Varo, nacida en Cabra (Córdoba, sur de España). Su hermana vivía con los padres en un piso de la ciudad.

Dolores fue detenida en una calle de la capital española el 19 de septiembre de 1936, horas después de que los milicianos detuvieran a su hermana y a la monja escolapia.

Las tres fueron martirizadas en las afueras de Madrid ese mismo día «por su fe y convicciones cristianas», según la causa aprobada por el Vaticano.


Juan Pablo II recordó ayer que son las primeras beatas uruguayas

CAMINO. En sus 23 años de pontificado el Papa ha proclamado a 1.227 beatos y 443 santos, lo que supone la mitad de beatos y santos proclamados en toda la historia de la Iglesia.

El camino hacia la santidad tiene varios escalones: el primero es venerable siervo de Dios, el segundo beato y el tercero santo.

Venerable siervo de Dios es el título que se da a una persona muerta a la que se reconoce haber vivido las virtudes de manera heroica.

Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión, y para que sea canonizado (santo) es necesario un segundo milagro, que ha de ocurrir después de ser proclamado beato.

En caso de martirio, es decir, aquellos que murieron por no renunciar a su fe católica, no es necesario un milagro para ser beatificado, pero sí es obligatorio el milagro para ser canonizado.


DOS BEATAS EN URUGUAY

Restos fueron recibidos en la Catedral

En una concurrida ceremonia presidida por el Arzobispo de Montevideo, Mons. Nicolás Cotugno, fueron recibidos el pasado domingo 9 de julio de 2006 en la Catedral de Montevideo, los restos de Dolores y Consuelo Aguiar Mella, las primeras beatas nacidas de Uruguay.

Las hermanas, nacidas en Montevideo, fueron asesinadas en Madrid en 1936, plena guerra civil, por milicianos comunistas. Eran laicas, pero fueron ejecutadas por proteger a un grupo de monjas escolapias en tiempos de persecución religiosa.

En 2001, el Papa Juan Pablo II las beatificó, el paso previo a la santificación. Para eso, lo que falta es que las hermanas produzcan un milagro.

Información de El País, lunes 10 de julio


Dos laicas uruguayas mártires, beatificadas por el Papa

Tal como lo había proclamado a fines del año 2000 la Congregación para las causas de los Santos, el pasado domingo 11 de marzo en una plaza San Pedro colmada de fieles, el Papa proclamó Beatas a Dolores y Consuelo Aguiar-Mella Díaz, dos laicas uruguayas nacidas en Montevideo en 1897 y 1898 respectivamente, y asesinadas por «odio a la fe» en Madrid el 19 de setiembre de 1936 junto a la religiosa escolapia María de la Yglesia. Las dos laicas uruguayas habían sido declaradas mártires el 28 de junio de 1999 por Juan Pablo II.