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Carta del flamante secretario ejecutivo de la Comisión del Clero a sus hermanos sacerdotes

By 25/04/2013mayo 3rd, 2013No Comments

En la reciente Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Uruguaya los Obispos ratificaron la designación del P. Luis Fariello como Secretario Ejecutivo de la Comisión del Clero, presidida por Mons. Julio Bonino (Obispo de Tacuarembó).

“Pertenecemos a una Iglesia pobre y para los pobres, que no quiere excluir a nadie pero que se sumerge en el contacto con los más desfavorecidos, y tenemos el raro privilegio de ser la mayoría de nosotros también pobres de recursos, no contamos con muchas manos y seguramente sentimos permanentemente el dolor de ver que no podemos llegar al pueblo santo como seguramente lo anhelamos”, señala el P. Fariello en su carta destinada a sus hermanos sacerdotes.

“Pertenecemos y tenemos clara conciencia de ser parte del ‘heroico clero nacional´. Ese que desde la primera hora antes mismo del nacimiento de la Patria ya estaba en su mayoría del mismo lado, del de aquellos que con Artigas fueron tenidos en cuenta: ´que los más infelices sean los más privilegiados´. Nuestro primer pastor él mismo nos marcó el camino, don Jacinto Vera el que vivió con entrega y disponibilidad hasta la hora de su propia muerte en misión, el hombre de la caridad y de la cercanía a todos”, destacó.

«Yo no soy un individuo, soy parte de un presbiterio que integro, de una comisión arquidiocesana del clero y de la comisión nacional. Todos estamos al servicio y en la búsqueda común de ser cada día más fieles al Señor”, subrayó en su misiva el sacerdote.

En su carta evocó al fallecido P. José Luis “Pepe” Bonifacino e invitó a “honrando su nombre y el de tantos hermanos que nos han precedido (…) seguir confiados nuestra tarea: ´firmes en su palabra que es la única que no pasa´ como nos dijo”.

 

A mis queridos hermanos sacerdotes:

Al aceptar el desafío que me planteó Mons. Julio Bonino presidente de la Comisión Nacional del Clero, y que ratificó la última Asamblea Plenaria de la CEU para ser el nuevo secretario ejecutivo de dicha comisión inmediatamente me siento en unos zapatos que me quedan demasiado grandes, no obstante lo cual entiendo que es un servicio que alguien tiene que asumir. Por lo cual en espíritu de servicio y con la alegría de hacerlo en bien de ustedes mis hermanos lo tomo con disponibilidad y alegría.

Soy un cura como ustedes, en mi caso con 21 años de ministerio en la Iglesia de Montevideo, varios de los cuales también viví como Capellán Nacional de los Scouts, lo cual me dio la oportunidad de recorrer todo el País y conocer más de cerca sus personas y sus realidades. De ello aprendí lo sacrificado que es para muchos el vivir en condiciones muy precarias tanto económicas, como de recursos materiales y humanos. Ver y experimentar esas parroquias tan extensas y con pocos agentes pastorales. Ver lo que implica la soledad de muchos en parajes poco poblados y alejados de los centros más urbanizados. Desde luego conozco bien la realidad montevideana y de otras ciudades grandes, la inmensa periferia en la cual los curas testimonian con el servicio de la propia vida viviendo el dolor permanente de la pobreza, la exclusión, la marginalidad, las situaciones de nuestro pueblo doliente, y la penosa realidad del alejamiento de Dios no siempre por nuestra omisión sino también por las condiciones ambientales tan adversas.

En este mar nos toca navegar y sentir que llevamos el don de la fe en el Señor Resucitado en aguas embravecidas, con el viento en contra y con precarias embarcaciones, no obstante lo cual lo vivimos como desafío y con espíritu de vivir la “aventura” de nuestro Maestro y esto tal vez sea lo que más nos entusiasma, grande es el desafío, más grande será la recompensa con tal que seamos fieles hasta el final.

Pertenecemos a una Iglesia pobre y para los pobres, que no quiere excluir a nadie pero que se sumerge en el contacto con los más desfavorecidos, y tenemos el raro privilegio de ser la mayoría de nosotros también pobres de recursos, no contamos con muchas manos y seguramente sentimos permanentemente el dolor de ver que no podemos llegar al pueblo santo como seguramente lo anhelamos.

Pero pertenecemos y tenemos clara conciencia de ser parte del “heroico clero nacional”. Ese que desde la primera hora antes mismo del nacimiento de la Patria ya estaba en su mayoría del mismo lado, del de aquellos que con Artigas fueron tenidos en cuenta: “que los más infelices sean los más privilegiados”. Nuestro primer pastor él mismo nos marcó el camino, don Jacinto Vera el que vivió con entrega y disponibilidad hasta la hora de su propia muerte en misión, el hombre de la caridad y de la cercanía a todos.

Gracias a Dios no nos faltan testigos; curas que con santidad de vida y en todas las épocas han entregado lo mejor de si por el Evangelio y por el Pueblo. Que bueno que los tengamos presentes para imitar sus virtudes, para pedir su intercesión con su testimonio y para que sean siempre un faro de luz en los cuales nos miremos para no desalentarnos y ser merecedores de su memoria.

Entre tantos personalmente quiero rescatar de esa memoria a uno de ellos que hace poco nos dejó pero que sin embargo seguramente sigue presente en la memoria y en el corazón de muchos de nosotros. Ocupó el servicio que hoy se me confía y lo hizo con la entrega de lo mejor de sí. Me refiero al querido hermano y amigo José Luis – Pepe – Bonifacino. Honrando su nombre y el de tantos hermanos que nos han precedido nos toca a nosotros seguir confiados nuestra tarea: “firmes en su palabra que es la única que no pasa” como nos dijo.

Yo no soy un individuo, soy parte de un presbiterio que integro, de una comisión arquidiocesana del clero y de la comisión nacional. Todos estamos al servicio y en la búsqueda común de ser cada día más fieles al Señor.

Últimamente el testimonio del nuevo Papa Francisco nos ha entusiasmado a todos y es como ese aire nuevo, renovador que intuimos soplo del Espíritu de Jesús. Guiados por ese Espíritu caminamos y navegamos. Él nos alienta y nos sostiene, a Él la gloria y el honor por los siglos.

Luis M. Fariello

A nombre de la Comisión quiero ponerme a disposición de todos
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Parroquia Nuestra Señora de la Guardia y San Luis Gonzaga
Silvestre Ochoa 434 – Santiago Vázquez – Montevideo
Tel. 23120046
Celular: 099604738