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Mons. Pablo GalimbertiNoticeu

Mons. Pablo Galimberti se suma al llamado del Papa de «Cuidar la casa común»

By 26/06/2015julio 4th, 2015No Comments

 

Galimberti

El documento papal sobre ecología se empieza a difundir y espero que nos sacuda la cabeza, el corazón y nos estimule a concretar acciones para cuidar la casa común.

“Ecología” proviene de una palabra entrañable para nosotros, “casa”, que en griego se dice “oikos”. El Papa invita a cuidar nuestro hábitat o casa común. Podría sorprender a una mentalidad propensa al “tener” y a separar radicalmente lo “mío” y lo “ajeno”.

La naturaleza está allí, para contemplar una hermosa puesta de sol y al mismo tiempo admirar la ingeniería que modificó el paisaje del río con la construcción de la represa binacional. Cualquier visitante puede apreciar los resultados positivos que ha traído este emprendimiento y al mismo tiempo la permanente vigilancia sobre el impacto ambiental, los peces, la erosión de la costa, etc.

Pero en la naturaleza no todo es respeto. Hay también daño, depredación, abuso. Cuántas veces para hacer un asado se talan indiscriminadamente árboles nativos. Esa naturaleza es ajena, de otro, o si es mía puedo hacer lo que se me antoje.

Solemos olvidar que nosotros mismos somos tierra; nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire que nos da el aliento y su agua que nos vivifica y renueva diariamente nuestras energías.

Los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en contra del ser humano.

Para salvar al medio ambiente hay que empezar por arrancar del corazón la soberbia que alimenta infatuados aires de amos absolutos. Decía el Papa Juan Pablo II que toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo, supone cambios profundos en los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo.

Benedicto XVI en un discurso ante el parlamento alemán, añadió otro elemento de reflexión: “El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza”. O sea, yo puedo inventar y crear muchas cosas, pero hay otras que no. Como decidir vivir 200 años o volar como los pájaros, por decir dos locuras de ciencia ficción. Sin embargo, no es raro encontrar semejantes actitudes narcisistas.

El Papa Francisco recoge la reflexión de científicos, pensadores, teólogos y de organizaciones sociales que enriquecen el pensamiento de la Iglesia sobre esta cuestión. Asimismo ha tomado reflexiones de otras iglesias cristianas o de otras religiones.

Destaco un acercamiento con el Patriarca Bartolomé de Constantinopla, llamado el Patriarca Verde. Dice este religioso que “en la medida en que provocamos pequeños daños ecológicos, estamos llamados a reconocer nuestra contribución –pequeña o grande- a la desfiguración y destrucción de la creación.

En diversas intervenciones en foros europeos ha enfatizado: «Que los seres humanos destruyan la diversidad biológica en la creación divina; que los seres humanos degraden la integridad de la tierra y contribuyan al cambio climático, desnudando la tierra de sus bosques naturales o destruyendo sus zonas húmedas; que los seres humanos contaminen las aguas, el suelo, el aire. Todos estos son pecados».

Propone pasar del consumo al sacrificio, de la avidez a la generosidad, del desperdicio a la capacidad de compartir, en una disposición nueva que significa “aprender a dar y no simplemente renunciar. Es un modo de amor, es liberación del miedo, de la avidez y de la dependencia”.

En este documento papal no podía faltar una especial mención a San Francisco de Asís, patrono admirado por quienes buscan una mirada nueva, diferente, agradecida y respetuosa de la creación.

El Poverello de Asís vivía en armonía con Dios y los otros, con la naturaleza y consigo mismo. El muestra en qué medida son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior.

Estas líneas son apenas un preámbulo al documento del Papa Francisco.

 Columna publicada en el Diario «Cambio» del 26 de junio de 2015