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«No pongan palos» a la educación «privada» reclama Mons. Pablo Galimberti

By 19/08/2016No Comments

 

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El Obispo de Salto, Mons. Pablo Galimberti, cuestiona que el Estado garantice la libertad de enseñanza en forma escrita (en la Constitución), pero no la favorezca en la práctica.

“Hay muchas maneras de negar el ejercicio práctico de una libertad”, asevera el Obispo de Salto en su columna semanal en el Diario “Cambio”. En este sentido, señala que mientras la Constitución de la República garantiza la libertad de enseñanza (artículo 68),  el Estado “ofrece una enseñanza estrictamente laica, entendida al estilo uruguayo, o sea, una enseñanza donde se enseñan las materias de las distintas áreas del saber: letras, ciencias, etc. Pero donde está prohibido enseñar religión: católica, evangélica, judía u otras”. “Esto puede parecer extraño en nuestro país, pero no lo es en otros países del mundo, donde la libertad no solo se proclama por escrito sino que también se la favorece en la práctica”, sostiene el Obispo.

El Pastor recuerda la carta que el ministro de educación de Francia, Jack Lang, escribió a Régis Debray, en la que le expresa que le parecía necesario “reexaminar el lugar dedicado a la enseñanza del hecho religioso”, agradeciéndole algunas propuestas al respecto. El Ministro indicó que “una escuela auténtica y serenamente laica debe dar a cada alumno acceso a la comprensión del mundo. Así se ha encarado siempre la evocación de las religiones, en cuanto hechos de civilización. Contrariamente a un prejuicio tenaz, nuestros programas lo atestiguan desde hace tiempo”. “Sería importante que esto lo tuvieran en cuenta los legisladores que propusieron suprimir las exoneraciones a las escuelas, equivocadamente denominadas `privadas´, ya que sería mejor llamarlas `públicas´ pero de gestión privada”, destaca Mons. Galimberti.

El Obispo de Salto asegura que en el Liceo Francisco, ubicado en la periferia de Paysandú, al igual que en el Liceo Jubilar de Montevideo, “se respetan todas las posiciones” y que al tiempo que “ejercemos nuestra libertad para proponer nuestra concepción cristiana de la persona, la familia y la convivencia, respetamos las otras opciones, también la estrictamente laica, que no es la única”. “Solo que entendemos la laicidad de modo positivo, no restrictivo o negativo”, aclara.

“Todavía hay un camino para seguir tendiendo puentes antes de levantar muros”, concluye el Obispo.

 

Educación “privada”

No pongan palos 

Columna de Mons. Pablo Galimberti

Hay muchas maneras de negar el ejercicio práctico de una libertad. Me refiero en concreto a la libertad de los padres de elegir para sus hijos la enseñanza que armoniza con sus convicciones morales, éticas, religiosas o filosóficas.

Eso está claramente expresado en el artículo 68 de la Constitución de la República, que garantiza la libertad de enseñanza: “Todo padre o tutor tiene derecho a elegir, para la enseñanza de sus hijos o pupilos, los maestros e instituciones que desee.”

Claro y contundente. Pero resulta que el estado ofrece una enseñanza estrictamente laica, entendida al estilo uruguayo, o sea, una enseñanza donde se enseñan las materias de las distintas áreas del saber: letras, ciencias, etc. Pero donde está prohibido enseñar religión: católica, evangélica, judía u otras.

Esto puede parecer extraño en nuestro país, pero no lo es en otros países del mundo, donde la libertad no solo se proclama por escrito sino que también se la favorece en la práctica.

Una amiga que hoy está casada y vive con su esposo e hijos en Salto, estudió en Bélgica donde residía su familia por motivos de trabajo de su padre. En su escuela, en un determinado día de la semana, estaba previsto que los alumnos se distribuyeran libremente según las opciones de sus padres: unos iban con el rabino, otros con el pastor o pastora, otros con el sacerdote o una catequista, etc. Aclaro además que se trataba de una escuela del estado.

Para una mentalidad uruguaya de cuño laicista resulta casi marciano lo que en el año 2001, el ministro de educación de Francia, Jack Lang, escribía a Régis Debray, entre otras cosas: “Luego de años de estudio usted acaba de publicar una importante obra Dios, un itinerario sobre el conocimiento de las religiones. Usted aborda la cuestión de la enseñanza de las religiones en la escuela. La República, con buen derecho, no reconoce ningún culto. ¿Debe por eso rehusar conocerlos? se plantea usted. Me ha parecido necesario reexaminar el lugar dedicado a la enseñanza del hecho religioso. Le agradezco que me haga llegar algunas propuestas al respecto.”

Según este ministro, que prologa un análisis que desarrolla Régis Debray, “una escuela auténtica y serenamente laica debe dar a cada alumno acceso a la comprensión del mundo. Así se ha encarado siempre la evocación de las religiones, en cuanto hechos de civilización. Contrariamente a un prejuicio tenaz, nuestros programas lo atestiguan desde hace tiempo”.

Considero suficientes estas expresiones sobre un tema que entre los uruguayos sigue siendo tabú. Pero sería importante que esto lo tuvieran en cuenta los legisladores que propusieron suprimir las exoneraciones a las escuelas, equivocadamente denominadas “privadas”, ya que sería mejor llamarlas “públicas” pero de gestión privada.

En nuestro Liceo Francisco ubicado en la periferia de Paysandú, al igual que en el Liceo Jubilar de Montevideo, no se indaga como condición de ingreso, cuál es la religión de la familia que presenta al chico. Se respetan todas las posiciones. Y a la vez que ejercemos nuestra libertad para proponer nuestra concepción cristiana de la persona, la familia y la convivencia, también respetamos las otras opciones, también la estrictamente laica, que no es la única. Sólo que entendemos la laicidad de modo positivo, no restrictivo o negativo.

Todavía hay un camino para seguir tendiendo puentes antes de levantar muros.